Actualmente estoy leyendo lo que para mí es una maravilla (para otros será un peñazo), un ensayo sobre el terror firmado por Stephen King. La cosa en sí se llama Danza macabra, tiene 500 y pico páginas y me he tragado más de la mitad casi sin darme cuenta. Es muy curioso que la primera edición "oficial" en español se produjera en junio de este año... y el libro lleva publicado en inglés desde principios de los 80. Bueno, una de las premisas de las que parte el libro es: ¿por qué la gente paga por asustarse, por pasar un mal rato?Es un genio: hace distinción entre miedo, terror y horror... yo no sé si alcanzo alguna de ellas.
No sé si al final encontrará respuesta, pero a mí particularmente me chifla. Y hoy voy a hablar de sustos, que es en definitiva de lo que va la cosa. Al fin he gritado: me he metido en una habitación donde están las máquinas del ascensor y he cerrado, he apagado la luz y he abierto la boca cuanto he podido. Mi grito me ha aterrado, ha sido bestial; de hecho, ahora mismo tengo la garganta medio hecha mierda, pero ha valido la pena, es muy liberador. Ha sonado como el aullido de alguien que está sufriendo muchísimo en una película de terror bajo la tortura de... ¿Jason? Uff, de escalofrío.
Ahora es cuando os digo las rarezas que me pasan por aquí y que me acojonan a mí. Bueno, mis padres han estado cosiendo trajes de novia (ahora es cuando todo el mundo dice: ooooooooohhhh), que sí, muy bonitos y todo lo que queráis, pero a oscuras colgados en perchas parecen... uys, no sé, Me recuerdan a la leyenda urbana de la novia, qué chungo... Pero es que junto a los vestidos trajeron un maniquí que consiste únicamente en el torso de una mujer sin brazos ni cabeza. Un día la subí con mi hermano Carlos a mi dormitorio. Es que ese día se estaba yendo la luz y el plan era asustar a mi mellizo vistiéndolo y dejándolo en su dormitorio: metí mi móvil en el bolsillo del chaquetón para llamar y que mi hermano se acabara de caer patrás con el sonido de Expediente X, pero al final la cosa no funcionó. Eso sí, como tenía al maniquí vestido y con una pelota en la cabeza (peluca incluída) emulando a una persona lo coloqué delante de la puerta. A la mañana siguiente mi padre fue a despertarme pal curro... ¡teníais que haber visto su cara! xDDD
Y después, cada vez que entraba en el dormitorio tenía (yo) la sensación de que alguien me observaba, joder con el puto maniquí. Pero es que ya le quité toda la ropa y está en el taller. Como el pc está en la oficina, he de cruzar el taller para entra en casa, así que lo veo con esa silueta de la luz tenue... y acojona. Parece que en cualquier momento se va a estirar y abalanzarse sobre mí sin brazos...ufffff. Y lo mejor de lo mejor, asustarme de mí mismo. Que el otro día la única luz que traía era la del móvil, así que al ir a abrir la puerta de la oficina (con cristal-espejo) lo primero que vi fue la cara de un tío iluminada con una luz blanca desde abajo. ¡Qué respingo pegué!
Y eso que no me asusto con casi nada. Lo único que realmente me ha llegado a asustar han sido algunas historias de Stephen King y de H.P. Lovecraft. ¡Y de qué manera! ¿Películas? Nada destacable, nada que me acojone, de verdad.
E intentaré idear una historia muy aterradora para el cuentacuentos de esta semana:
"Matar formaba parte de la naturaleza de Laura"