And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

martes, 29 de abril de 2008

Nada más llegar a Granada se me rompió una pulsera


Estoy como exprimido, como si me hubieran pasado una aspiradora y chupado las palabras. No me fue posible el domingo pasado contar nada sobre estos días; tampoco los días siguientes. Hoy lo intento. El fin de semana pasado estuve en el I Foro de Escritores Noveles que se ha celebrado en Antequera. La mayoría de participantes éramos alumnos (amigos) de la escuela de verano para escritores que organiza el Pacto Andaluz por el Libro. Qué de facilidades, ¿no? Y qué de talento, diría yo. Qué de ganas, de historias, de conversaciones, confesiones, miradas, descubrimientos, redescubrimientos, risas y lágrimas, sorpresas, abrazos a porrillo, horas despiertos, qué de cariño y amistad. Lo que me pasa con estos escritores no me pasa con nadie más, y se entiende porque somos un grupo con un fin común. Cierto, no todos los 50 que asistieron quieren dedicarse a esto como algo serio, pero algunos luchan y se sacrifican en favor de la escritura. A esos es a los que admiro. Se comerán el mundo.
La escritura puede ser algo arriesgado, de eso me he dado cuenta este fin de semana. A esta conclusión se llega mediante las palabras de Espido Freire y Andrés Nadal. El mundo editorial hoy en día es una mierda, más aún para los nuevos escritores.
________Antes de Espido Freire hubo una ola de jóvenes escritores que conformó la conocida como Generación Kronen; entre ellos se cuentan, por ejemplo, Lucía Etxebarría o Ray Loriga. El caso de Espido es excepcional, ya que desde muy joven consiguió una editora que apostó por ella y se llevó premios de gran relevancia siendo siempre "la más joven", a destacar el Planeta. Dan ganas de volver en el tiempo para escuchar su discurso sensato, su sinceridad constructiva y pedirle de nuevo una foto con ella o que te firme un libro, o qué sé yo. Como nos contó, siempre fue la primera: arrasó con lo que ha hecho hasta ahora. Esto es lo principal sobre lo que nos advierten: no existe hoy en día una apuesta por nosotros y tampoco hay generación. Por si fuera poco, la mayoría de escritores proceden de dos focos: Barcelona o Madrid.
________Ser escritor no es tarea fácil. Eso ya lo sabíamos, pero no tan sólo por los motivos obvios: falta imaginación, algo de talento y curro, mucho curro, sino por los que sospechábamos. Ego, inseguridad, sacrificio, competencia, falta de apoyo y esa idea de que al niño le gusta escribir. Aparte está el tópico en gran medida cierto sobre la inestabilidad emocional de los escritores y su tendencia a la depresión. Seres sensibles que se dejan arrastrar por la autocomplacencia, por el hecho de sentirse especiales y solos en este mundo. Espido contaba que muchos de sus amigos escritores lo habían tirado todo por la borda por culpa del alcohol. Un dilatado número de escritores a lo largo de la historia se han valido de sustancias para expresar al máximo su creatividad. Desde Poe a Stephen King encontramos ejemplos de escritores que, entre borrachera y colocón, conseguían hacer llegar los escritos a su editor. Nos advirtió que tuviéramos cuidado en este aspecto. Tanta sensibilidad no puede ser buena, ni tanto disfraz de cervatillo, ni tantas alabanzas que precedan al golpe duro. Hasta nos habló del peligro de tener un blog o de andar siempre rodeado de escritores.
________Andrés Nadal, por su parte, era todo un desconocido para mí, y supongo que para la mayoría de vosotros. En apenas una hora nos dio numerosas e interesantísimas pautas para escribir una novela. Insistió en lo anteriormente dicho. No esperemos el éxito fácil, el favor de la crítica y el público. Es más, tuvimos la ocasión de plantearnos qué es el éxito, qué significa hoy en día (hay que distinguir entre éxito rápido y "normal"), y hasta qué punto es necesario. Desde mi punto de vista, hoy en día es necesario ese éxito repentino para despuntar y hacerte conocer. Es como si hubiera un campo de amapolas, todas rojas, todas preciosas, pero todas de la misma altura, todas iguales. Si una de ellas sobresaliera un poco llamaría la atención. Ése es el éxito del que hablo. Otra cosa es medir calidad y éxito con el mismo patrón, es algo estúpido: lo difícil es mantener la constancia una vez esa primera novela ha visto la luz. Hablaron también de la distinción entre dos tipos de escritores. Están los que buscan escribir LA NOVELA, un único libro perfecto (desde la perspectiva de cada uno) que se convierta en bestseller, que sea admirado de repente, que se estudie como fenómeno, que sea tan estupendo, que esté tan medido que funcione a la perfección. La búsqueda de ese libro puede llevar, sin que el escritor se dé cuenta, a la mera frustración. La otra especia es la que piensa en su carrera literaria como en un recorrido. Tras la primera novela vendrá la segunda, más difícil, y después la tercera, y cuarta, y así sucesivamente, pero siguiendo un único principio: que cada una aporte algo nuevo a ese trayecto.
________En la charla de Andrés Nadal dejaron claro (no sé si a propósito o no) que existen ciertas esperanzas en nosotros. Tras comentar lo de los dos focos de publicación se mencionó que había que cambiar este hecho y, al menos a mí me dio la sensación, crear una generación andaluza de escritores. En cierto modo lo están logrando. Hay quien no escribirá nada. Hay quien escribirá para sí mismo, ese tipo de literatura que irá a la biblioteca arrugada. Hay quien escribirá y nunca logrará publicar, o logrará una publicación en miniatura para que amigos y familia presuman de familiar-amigo escritor. Luego están los que publicarán. Algunos de ellos triunfarán de modo automático, porque el talento, más allá de cualquier prejuicio, al final sale a la luz por fuerza propia. Otros se dejarán absorber por el ego o por el alcohol o por la pena, o se harán tan (osea) sensibles que se quedarán a medias. Somos muchos, habrá para todos, que no cunda el pánico.
________El lunes siguiente a este fin de semana, después de llegar a Granada el domingo por la tarde aún flipándolo, con el corazón en la garganta y ganas de llorar de alegría, con ideas claras y otras más difusas, con la única certeza de que si me quedaba metido en casa me moría y entonces me fui a la feria del libro y estuve pateándome todos los puestos hasta que al final me compré Shutter Island y vi en los carteles que Juan Cobos Wilkins había estado firmando ejemplares 4 días antes, pues ese lunes fui a hablar con otro escritor del que sólo tengo elogios. Antonio Carvajal es poeta y profesor de la Universidad de Granada; hace dos veranos, Aurora Luque (poetisa también granadina) habló de él en una de sus últimas clases, y fue el último paso que necesité para matricularme en una de sus asignaturas, Introducción a la métrica. Este hombre no se ha presentado en 30 años que lleva escribiendo publicando a ningún certamen de poesía. Los premios que tiene se los ha ganado a pulso, por el propio reconocimiento de sus colegas, en un ámbito tan limitado como es la poesía. Un año más tarde hablé también con Wilkins de él. Todos los poetas nos conocemos, dijo éste. Estuve una hora hablando con Carvajal y no me quedó más que mencionar las Escuelas de Escritores y el reciente foro, y a él le picó la curiosidad. Yo, que siempre he presumido de ser autodidacta, me guardé el orgullo y las verdades en el bolsillo y escuché. Le parecía curioso cómo de un tiempo a esta parte los escritores asistimos a cursos y demás para aprender a eso, a escribir. Estaba de acuerdo con que es algo útil sobre todo a nivel técnico; yo asentí y afirmé que, ante todo, nos hace el camino más corto y nos permite atisbar la meta. Lo bueno de hablar a solas con un escritor es lo productivo de esa charla, uno a uno, frente a frente, sinceridad total. Hablamos de la poesía que leo y aconsejó leer a los poetas con sentido del ritmo, a Lorca, Alberti, Aleixandre... entre otros, en voz alta. Luego estuvo recomendándome autores importantes tanto de narrativa como de poesía. Solemos infravalorar a las personas que nos rodean, y me sorprendió la cultura literaria (amplísima, muy interesante) de este hombre. Un día daré pistas sobre todo lo que me llevo.
________Ahora tengo por delante una escuela de escritura online por cortesía del Pacto y Andrés Nadal. Supongo que todo esto lo paga la Junta de Andalucía, así que a chupar de la teta y a beneficiarnos por una vez del dienro del contribuyente. Lo siento, yo aún no contribuyo.
________Siento que esta parrafada no lleve a niguna parte, pero creo que muchos lo entenderéis. Se me hacía imposible dar las gracias mil veces sin mojarme en terreno literario. Se me hacía más difícil aún recordar todas las caras y nombres, vuestros versos y no versos, fotografías, gestos, palabras. Sentiros tan cerca. Ehm... decían Antonio o Adri que no habían llorado porque no suelen llorar. Yo tampoco suelo llorar, por eso no lloré. Si tuviera que quedarme con una sensación, y no sé por qué, sería la que sentí cuando me despedí de Ana y estaba abrazándola, juro que no sé explicar por qué. O una sensación incluso más extraña porque tuvo lugar fuera de Antequera, una semana más tarde, cuando ayer me llegó un mensaje de Krys y lo reviví todo tan de golpe y tan sincero, y tuve ganas de volver en el tiempo a la 208 esa tarde de sábado en la que estábamos los 2 y se nos unió Edu en la imposible historia de reescribir una historia en grupo. Volviendo a Antequera, a veces tenía la sensación que querer partirme en 2 o 3 Joses para abarcarlo todo, y sin dividirme creo que llevé a cabo la misión bastante bien. En 2 días no se puede hablar con todo el mundo, ni siquiera memorizar el nombre de gente nueva (para eso soy lo peor, lo sabréis si me conocéis) y mucho menos despachar todos los temas que se quieren despachar con todo el mundo. Los callados siguen callados, y los habladores hablamos tanto o más que nunca.
________Creo que la mejor terapia que podía haber recibido es ésta. Estoy mucho mejor, por si alguien había notado algo extraño últimamente. Lo bueno de Antequera-Mollina es que todo es universal, se puede hablar todo, los secretos salen a la luz antes de ser secretos y las frustraciones personales quedan en un segundo plano o se agotan a fuerza de risas. Estuve a punto de no ir a Antequera. Malas temporadas, es algo que afecta a todo el mundo. Qué equivocado había estado. Gracias por la terapia, amigos. No os echo de menos porque os llevo en alguna parte, aunque sea en forma de chapa que imita unos labioso o en la historia (triste, en el fondo es tristísima, creo que la más triste) de un virus que transfigura la personalidad. Seguiré siendo patera a merced del viento y las olas que me lleven, que para algo soy influenciable, con la esperanza de transportaron algún día a otra playa. Somos escritores, sálvese quien pueda.
________Ésta es mi entrada número 200. Siento la parrafada, la rayada y las pajas mentales. Ah, y Silvia, que no me vuelva a enterar de que tocas Ojalá cuando yo no estoy por ahí. Qué asquerosamente fácil es querer.

jueves, 24 de abril de 2008

Libros, libros, libros

Ayer fue el día del libro, 23 de abril. Mañana me voy a un encuentro con mis jóvenes escritores, Espido Freire de por medio. Estoy a punto de acabarme Soria Moria, libro que por cierto recomiendo encarecidamente. En esto de la literatura estoy metido hasta el cuello: escribo, claro está; tengo amigos escritores, unos publicados y otros sin publicar; he conocido a varios escritores de reconocimiento. Hoy estaba en la biblioteca acabando malamente un trabajo de literatura china cuando he mirado a un lado, y veo un libro, el único que había encima de la mesa: un libro de poesía de Antonio Carvajal con traducciones al inglés hechas en mi facultad. No sé si creer en señales, no sé si será muy importante, pero es algo tan relevante ahora mismo, ya os contaré cuando llegue el momento. Ayer, por motivo de la celebración de la literatura, en la puerta de una librería regalaban libros. No había colas infinitas como si regalaran qué sé yo, videojuegos o discos de música de Bisbal, pero mejor. Me llevé el Ulises de Joyce.

La experiencia me dice que los escritores suelen ser bastante egocéntricos cuando llegan a un punto de sus vidas o sus obras. La mayoría de escritores a los que conozco son jovencísimos y aún no han sido absorbidos por esa mano negra. Apuntan tan alto... No hice nada especial ayer para el día del libro, pero en el fondo creo que cada día doy un paso más. Es difícil disparar libros por ahí y hacer que estos ocupen un lugar más allá que las estanterías de un salón rebosante donde contrastan a la perfección con el blanco inmaculado de las paredes, porque el lugar que corresponde a un libro son las personas. No me seais capullos, cualquiera capta la metáfora. Y otra anotación, que más allá del autor, aunque sea, por poner un ejemplo, un capullo cerdo fascista y misógino, el libro que salga de sus manos es tan sólo un libro. Un libro nunca será egoísta ni ambicioso, ni envidioso.

Pues eso, que no podía dejar pasar la ocasión. Seguid leyendo, recomendando, difundiendo: todo. Por lo pronto, aquí os dejo alguna recomendación a la espera de las vuestras: La lluvia amarilla de Julio Llamazares, y Ensayo sobre la ceguera de Saramago. ¿Qué me recomendáis?

lunes, 21 de abril de 2008

Verde que te quiero verde


Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
FEDERICO GARCÍA LORCA


Verde que te quiero verde
como el musgo del que se hace tu mirada,
como el fondo de un estanque confundido
por las algas.
Verde, siempre verde
como la envidia mala,
como los suspiros que son exhalaciones
de lenta muerte callada.
¡Ay verde!
Como cantó el poeta al filo de la espada,
tez morena como un toro,
el día que lloró la Alhambra.
Verde como esa pashmina rota
alrededor de tu garganta
o boca.
Te me hiciste de aceituna y oro,
de desastres y brazadas
en el océano verde,
como yo te quiero verde,
como gritan a susurros mis entrañas.

domingo, 20 de abril de 2008

sábado, 19 de abril de 2008

jueves, 17 de abril de 2008

A las sonrisas eternas



Se desgració su sonrisa. Desde la muerte de Paulo, nunca volvió a ser la misma, nunca volvieron a ser las mismas ni ella, ni su sonrisa. Tenía un toque amargo. Siempre surgía de medio lado, como sin ganas o con vergüenza o sin decencia. No enseñaba los dientes apenas, tal vez el filo de la paleta blanco como la cal viva. Y los labios se recogían hacia dentro para dejar de ser eróticos. Tenía 23 cuando me enteré de que las sonrisas pueden cambiar, de que las personas hacen más en los rasgos humanos que los porcentajes perdidos de genes inútiles. Por eso la sonrisa de Amelia no era como la de su madre o la de su difunto padre, sino que la había heredado de Paulo. Lo mismo la heredó a través de los besos. Tal vez las sonrisas se contagien, y las bocas de ambos encajaban y se necesitaban. Por eso la sonrisa de Amelia empecé a añorar los labios secos y casi purpúreos de Paulo y se torció porque no encontraba nada en lo que apoyarse. Por eso yo la hago sonreír, aunque no sonría como lo hacía con Paulo, pero hay ocasiones en las que creo que lo logro y sus labios dibujan media luna. Tal vez se deba a lo que queda en mí de los labios de Paulo. De sus besos. A mí nadie me dibujará la sonrisa.

domingo, 13 de abril de 2008

Tears 'n grapes


Me incorporé lleno de vergüenza y de asco, me senté en el banco sollozando. Tenía arte para llorar. Me había procurado muchas ventajas en la vida y también algunos problemas. Cuando tu debilidad es tu fuerza, llora. Porque llorar desconcierta al prójimo, que no sabe qué hacer. Espera violencia y ésta se disuelve en un charco de lágrimas. Lloré cuando tomé la primera comunión. Mis lágrimas desarmaron a Harriet y acabó casándose conmigo. Sin lágrimas, jamás me habría acostado con una mujer y con ellas nunca fallaba. Han ablandado el corazón de mujeres que me detestaban y que querían matarme después de sucumbir. He llorado mientras escribía pasajes melancólicos. Cuanto mayor me hacía, más lloraba.

La hermandad de la uva, John Fante

miércoles, 9 de abril de 2008

Usamérica (I)

Nada puede asombrar a un norteamericano
Julio Verne


Tal vez por eso de que me gusta contradecirme os traigo otra oportunidad para que me lo recordéis. Siempre he soñado con viajar a Australia, la típica pregunta (infantil, en todo caso) de ¿cuál es tu país favorito? Venía siempre seguida, sin una respiración entre medias, de un AUSTRALIA automático. Con esa pasión arrastraba al que estuviera al lado y le hablaba de las maravillosas costas, del surf, los marsupiales, los arrecifes de coral, animales únicos y un gran desierto propio del mejor… ¿western? Espera, aquí pasa algo.

western

Nunca me gustaron estas películas hasta hace un par de años. Poco antes tuve conocimiento de algo que me atenazaba en lo más hondo, como llamándome desde que era pequeño y repetía sin cesar Jose Alberto, Jose Alberto, porque sabía que tal vez si me decía Jose no le haría ni caso. Y heme aquí que caí como la mosca en la red, de lleno, y no pude despegarme. Hablo del cine, de lo que he comentado cientos de veces ya, vía blog o en persona, o peor aún y más pesado, en carta. Que me enamoré. Después vendría la enfermedad. Siempre he sido malo, peor que malo, fatal, recordando nombres y fechas y todas esas cosas inútiles de recordar si se pueden encontrar en los libros. Pero me empapé, y parecía que las letras de esas revistas de cine que compraba (y compro) irremediablemente cada mes se colaran por mi piel hasta llegar ahí mismo, al cerebelo, para trepar al cerebro haciendo ejercicios de trapecista.
________Antes leía la Quo. Antes de la Quo, cuando aún quedaba en mí algún resquicio que soñaba con ser pintor-dibujante, la Dibus. Antes, el vacío: algún número suelto de la Dragon Ball y poco más, lo normal. Lo de la Quo sucedió a esos días de verano en los que cogía el periódico que compraba a diario mi tío y me ponía a leerlo desde chico, y mientras otro se revolcaba en la arena o hacía volcanes (que yo también, oye, ¡y qué volcanes!), ahí que me quedaba riéndome con las viñetas de Mesamadero a las que no les encontraba sentido. Cuando empecé a entenderlas me vi obligado a poner el punto de mira en esa revista de aspiración científica que era la Quo, en la que de cada 2 números, 3 acababan hablando de sexo de una manera u otra. Imposible obviar las tórridas historias con los complementos veraniegos…
________Pero después fue a peor, porque me vicié a la Fotogramas y a la Cinemanía, y entonces no podía seguir el ritmo de 3 revistas mensuales, así que sacrifiqué la ciencia a favor de las artes (ahora que lo pienso, parece que esta dinámica se repite en mi vida: la elección de carrera fue algo parecido –y permitidme englobar la traducción en el ámbito de las artes-). También seguía como loco el programa de Cinemanía del difunto Canal + (tal y como lo conocíamos). Somos muchos los que añoramos cosas tan grandes como Lo + Plus. Y a todo esto sumadle el programa de Gasset Días de cine, Cartelera… todo lo que implicara alguna relación con el tema. Me dio por reconocer nombres de películas, directores, reparto… incluso en algunos casos productores y demás datos sin interés. Y todo esto sin ver cine. Me parece que hoy intento condensar mucho en poco espacio, y ya sabéis eso de quien mucho aprieta… pero nada, no hay prisas. Volvamos a salirnos de la tangente.

Drew, Drew, cuánto ha llovido desde ET...

________¿Por qué cojones tuve que ser así? Me refiero, si mi vida no hubiera estado predefinida desde antes de nacer, ¿quién es el guapo que viene y me dice que no sería una persona totalmente distinta de haber nacido en otro sitio? No estoy hablando de irme muy lejos, no digo Nueva York, no digo Londres, ni siquiera Barcelona. Pongamos que yo hubiera nacido y crecido en Granada. ¿Hubiera seguido siendo el mismo despropósito de persona que se pierde por los estrenos del mes? Probablemente en Granada habría alguna posibilidad de explotar cierta gracia en esto del dibujo, de modo que pongamos que no hubiera abandonado la Dibus, ni el dibujo, y estuviera en una escuela de arte dando rienda suelta a la imaginación. Esto, a su vez, despierta la duda de si ahora escribiría, que es lo que empecé a hacer a medida que abandoné el dibujo. Lo mismo ni se me hubiera pasado por la mente, quién sabe. O quizás no, quizás debido al aumento de posibilidades habría escribiría desde más pequeño, visitaría más la biblioteca, me colaría en ciclos de cine para universitarios antes de alcanzar la mayoría de edad y seguiría los planes alternativos de la concejalía de juventud para que la gente haga algo gratis antes de irse de botellón aunque de todos modos se irán de botellón por mucho que se empeñen en creer que tras visitar los bosques de la Alhambra de noche ya se te pasan las ganas de irte por ahí a beber como un descosido. La otra cuestión que surge, así, por poner otra que me viene de repente: ¿tendría tanta necesidad de ver cine como tengo ahora tras vivir durante 18 años en un pueblo cuyo cine más cercano está a media hora en coche y donde no hay videoclub? ¿Va en función de la persona o de las circunstancias? ¿Tal vez el hecho de tenerlo tan cerca haría efecto de globo pinchado y esa necesidad imperante se habría desinflado a fuerza de tenerlo ahí? O ya, para rematar: ¿el hecho de crecer en una ciudad me habría hecho olvidar la admiración que siento por un país del que todo me parece grande, Estados Unidos?

martes, 8 de abril de 2008

Una rosa roja (las veces que haga falta)


La American Beauty es una variedad de rosa modificada genéticamente con el fin de alcanzar la perfección: roja, de pétalos suaves, frondosa, sin espinas… pero a su vez defectuosa, sin olor. De esta hermosa metáfora se sirvieron Sam Mendes y Alan Ball como más que adecuado análisis de la clase media americana hoy en día. Les valió 5 estatuillas y el reconocimiento a un debut sonado, una nueva promesa en un Hollywood cada vez más narcisista.
________American Beauty es, para el que escribe, la PELÍCULA convertida automáticamente en obra maestra. Recordemos que ese mismo año competía con títulos tan destacados como Magnolia, La milla verde, El sexto sentido o Cómo ser John Malkovich, lo que hace aún remarcables sus logros. Desde el sugerente póster con el ombligo y la rosa –toda una odisea diferenciarla con firmeza de American Pie, estrenada por aquel entonces- hasta los títulos de crédito, los creadores dan un ejemplo de elegancia, ironía, clasicismo y a la vez modernidad.
________Los Durham son un matrimonio en declive con una hija cuya mayor aspiración es ponerse tetas nuevas para ser tan atractiva como su mejor amiga (espectacular descubrimiento de Mena Suvari, a la que posteriormente veríamos en A dos metros bajo tierra). El problema surge con la llegada de unos nuevos vecinos, y cuando el señor Durham (brillantísimo Kevin Spacey) se enamora de la amiga de su hija. El argumento podría ser cualquier otro, ya que de lo que en realidad se trata es de reflejar ese desengaño, esa imagen que es toda la máscara de perfección bajo la que subyacen las miserias de cualquier pueblo. No obstante, la historia bebe, según cita el propio guionista Alan Ball, de un cuento de John Cheever, narrador americano por excelencia. No es casual, por tanto, el empleo del clásico suburb (barrio periférico) como localización principal, como vimos, por ejemplo, en Terciopelo azul de Lynch o en las televisivas Mujeres desesperadas.
Mendes nos regaló varias escenas que han pasado a la historia del cine, como la lluvia de pétalos rojos sobre el cuerpo tentador de Angela en la bañera, o la danza de una bolsa de plástico con el viento, mano a mano en lo que acaba siendo el culmen del síndrome de Stendhal: “A veces hay tantísima belleza en el mundo que siento que no lo aguanto y que mi corazón se está derrumbando”.
________Obviamente, ésta supuso también la primera colaboración entre Mendes y el compositor Thomas Newman, que apuesta por una banda sonora prácticamente instrumental, sencilla, nítida, y a la vez efectiva, ya que envuelve a cada escena en un halo de melancolía tan dolorosa como ese exceso de belleza. A destacar los cortes Mental boy y Angela Undress, ambos sobre la misma base sonora, desgarradores.
________Por su parte, el reparto es magistral, pero me quedo si duda con una Annette Bening grandísima a la que le arrebató el Oscar Hillary Swank por Boys don’t cry. Yo se lo hubiera entregado a Bening tan sólo por la escena en la que se deja caer al suelo aferrándose a la ropa del armario a la vez que a los restos de su cordura podrida por la culpa. Escalofriante el llanto.
________En definitiva, American Beauty se trata de la historia de América, del despertar, de la belleza. Y de la certeza de que la muerte es una parte más de la vida. Cuesta creer que esa fotografía cálida e insinuante acompañe a una historia tan tajante, y a su vez que de ésta se desprenda un mensaje eterno y alentador: carpe diem. Aunque vida y muerte vayan cogidas de la mano. Aunque las mentiras sangren. Aunque la belleza duela.

viernes, 4 de abril de 2008

Tras leer a Bolaño suceden cosas extrañas

Esta mañana me presentaron a Luis Medeiros. Le pregunté si era portugués y me dijo que no, que en realidad ése no es su apellido, que se lo cambió porque se enamoró de María de Medeiros y de su barriguita en Pulp Fiction, y yo le dije que me parecía una soberana estupidez cambiarse de apellido por eso. Se puso a reír como un loco, creía que era una broma. No lo era. Ese Luis Medeiros llegó a Granada hace dos años porque alguien le contó que no se vivía mal en la ciudad. Por lo visto no hace nada, no trabaja, no estudia, nada. Le pregunté cómo vivía, entonces, y me dijo que mendigaba o que practicaba sexo por dinero. ¿Eres un puto?, le pregunté, y él me miró y volvió a echarse a reír como antes. No bromeaba. Creo que me ha caído mal, pero aún no lo sé. Mañana lo sabré. Yo creo que nunca sería capaz de vivir a cambio de sexo, aunque ahora que lo pienso es lo que he estado haciendo estos últimos meses en casa de Olivia. Pero a Olivia le gusta follar conmigo, y creo que le gusto. Hace dos días, después del segundo polvo, después de que se corriera, después de que me clavara las uñas y me dejara marcas de medias lunas en la piel, se me quedó mirando muy fijo, justo a los ojos, y se lo vi escrito en las retinas. Vi las dos palabras como si se las hubieran mecanografiado con una máquina minúscula, y entonces sonrió y colocó la lengua bajo las paletas en posición interdental para pronunciar la t, y entonces la besé como si fuera francés, y le metí la lengua hasta el fondo y noté el calor de la suya, que me evitaba en una especie de juego. Así se le olvidó. Tengo miedo de que se acuerde un día de estos.

Después de conocer a Luis Medeiros fuimos con él al Triunfo y nos sentamos en corro cerca de unos perro-flauta. Los perro-flauta son lo peor, al principio hasta parecen interesantes, pero al cabo de unos minutos, si no están borrachos te das cuenta de que tienen piojos del tamaño de uvas pasas. Marion sacó un libro de poemas de Bukowski y empezó a recitarlo con voz muy suave, como ella sabe, pero decía palabras sucias y guarradas y tacos, insultos y palabrotas que me pusieron palote. Creo que se dio cuenta, porque dejó de leer y se sentó encima de mí. Lo hace continuamente, se sienta encima de cualquier tío como si fuéramos sillones, y no le importa que tengan novia o que sea con el que folla su mejor amiga. Olivia nos miraba y no decía nada, ella no es celosa y menos con Marion, pero lo que no sabe es cómo apretaba el culo su mejor amiga. Creo que tardé dos minutos en venirme. Luego me puse triste. Pensé en Olivia, en cómo nos miraba y sonreía, pensé en Luis Medeiros, que tenía que hacer de tripas corazón y poner la polla o el culo o lo que se presentara para poder comer, pero lo que más triste me puso fue recordar a Marion leyendo a Bukowski. No hay cosa más triste en el mundo entero.

miércoles, 2 de abril de 2008

Principio de locura

(escrito ayer tarde)

Hoy me levanté a las 3 y media de la tarde con un dolor de cabeza horroroso, de resaca, pero sin motivo para la resaca. Antes me levanté a las 11 para ira sacar dinero, 250 euros para pagar el alquiler. Resultó que sólo eran 200, me quedan 50 aún. Me volví a acostar y sólo oía a Gordo maullando, muelles, una televisión y voces del patio de luces (en mi opinión debería llamarse patio de voces). Ayer me acosté a las 6 con insomnio. Antes vi un capítulo de Los Soprano en el que iban a Italia a encontrarse con sus raíces, todo ello camuflado en cuestiones de negocios. Después, uno de la comedia de la CBS Cómo conocí a vuestra madre, que ha reinventado la sit-com tras el fantasma de Friends. Cociné arroz a la cubana, con salchichas y tomate. Comí medio plato. La otra mitad está sobre mi cama. Mi madre me preguntó cuando hablamos por teléfono si estaba bien., si comía, si todo. Le dije que comía cuando no como. No como ni duermo ni voy a clase. Sólo leo. Leo a todas horas y escribo y sufro insomnio. Luego fui a la biblioteca y dejé un libro de Roberto Bolaño, Los detectives salvajes, visceral (¿real visceralista?), ameno y desconcertante. Otro modo de hacer literatura. Pasé al menos una hora entre los estantes tratando de escoger. No encontré La carretera de Cormac McCarthy pese a que los ordenadores de la biblioteca decían que estaba ahí. Los ordenadores son estúpidos. En mi lista tengo a José Carlos Somoza, pero no di el paso. No encontré el último. Me llama la atención Clara y la penumbra. Tampoco encontré Los libros arden mal de Manuel Rivas; la primera vez que oí de él fue la radio tumbado en la playa. Lo vi en la sección de libros de El Corte Inglés, pero la literatura es cara. Tampoco estaba La geometría del amor de John Cheever, tampoco me lo pude llevar. Ni Presentimientos de Clara Sánchez. Nunca están los libros que necesito leer. He cogido dos películas. Entregué el documental Dentro de garganta profunda sin verlo, no tengo tiempo. Cogí dos para llevarlas a casa, Kramer contra Kramer (5 oscars) y una de Kim Ki-Duk, la de las estaciones, Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera. De Kim Ki-Duk hay que ver Hierro 3. Al final me he decidido por otro libro de Bolaño, su obra magna, publicada de manera póstuma, 2666. El título casi parece el número de páginas. No podía sacar ninguno más. En casa tenía otros tres. Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Carta Blanca de Lorenzo Silva. El palacio de la luna de Paul Auster. De Paul Auster se dicen muchas cosas, como que es mejor escritor que director de cine y que sus últimas novelas no están a la altura. Seguro que él no piensa lo mismo. No he encontrado su trilogía de Nueva York, pero la leeré. Me la recomendó Fran, como a Bolaño, como a Cortázar. De Cortázar tengo Rayuela desde hace varios meses con un sobrecito con tres estrellas en su interior. Cortázar era feo, pero mágico. Algún día iré al cementerio de Montparnasse y dejaré el dibujo de una rayuela junto a su tumba. El último libro que he comprado es Soria Moria de Espido Freire. Creo que desistí con Sueño en el Pabellón Rojo, no hay por dónde cogerlo. Es demasiado masoquismo inmaquillable. Después compré pastillas de valeriana para dormir, para matar el insomnio. Ya veremos. Esta noche iré a ver Redacted, la última de Brian de Palma. La anterior fue un auténtico coñazo, no la salvaba ni Scarlett Johansson. Me gustaría conocer a Scarlett Johansson. Me gustaría dormirme en los brazos de Scarlett Johansson. Ella sería mi valeriana.

Actualización: Redacted era necesaria.
Apenas he dormido.

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King