-Como todo lo importante, ocurriste de repente.
______-¿Entonces no soy real?
______-¡Claro que eres real! Eres mucho más real que la mayoría de personas a las que conozco.
______-Pero no nací, soy un producto de tu mente.
______-No digas eso, Sara. Si fueras un personaje de mis novelas podrías reprochármelo, pero eres mi hija.
______La niña que ya no era una niña se acercó a la ventana y respiró. El vaho saliendo de su boca me trajo a la mente la imagen de un alma abandonando el cuerpo. En el exterior hacía frío y nevaba con suavidad, hecho al que me había acostumbrado tiempo atrás. El ático en Nueva York era un privilegio que me permití en su día a modo de escapada personal.
______Reconozco que es asqueroso vivir de inventar, que la cosa funcione y te paguen por ello pese a que en el día a día me cruzo con gente que trabaja de verdad. Aún en la actualidad colocan una de mis novelas en los supermercados, junto a la vitrina de fiambres al vacío, y se convierte en un temido best seller. De vez en cuando algún crítico me da la razón, pero he ahí que la mayoría de los que reprochan mi manera de escribir son escritores frustrados que trabajan por inercia, como yo. Una vez has descubierto el modo en que funcionan las cosas, es fácil crear un esquema y repetir la situación para que el lector no se sienta defraudado. Aunque resulta realmente paradójico que alguien desenamorado escriba tan sólo de amor.
______-¿Por qué me lo cuentas ahora? –insistió Sara.
______-Porque quiero volver a Granada. Quiero irme de esta ciudad y regresar al único sitio en el que fui feliz… y porque tienes derecho a saberlo.
______-Podrías haber esperado unos días, da la sensación de que quieras deshacerte de mí.
______Me levanté y la abracé. Era casi tan alta como yo, todo hay que decirlo.
______-Nunca querré deshacerme de ti, cariño, lo sabemos los dos, pero tampoco quiero atarte a mi vida. Por eso he escogido el día en el que cumples dieciséis años, porque creo que eres inteligente y madura, porque te admiro y comprendo que estás preparada.
______-Siempre me has dicho que soy adoptada, y de repente me vienes con esta historia, con que aparecí de repente, como si la nada me hubiera creado ante ti. Necesito que me cuentes cómo pasó todo.
______Me dirigí al radiador y regulé la temperatura, tomé asiento junto a la ventana y cogí el álbum de fotos. Se trataba del único álbum que he tenido en toda mi vida, un completo resumen de cuarenta y cinco años de mi vida. Le pedí a Sara que se sentara junto a mí, así que arrastró el sillón y se apoyó en mi hombro.
______-¿Has visto alguna vez este álbum? –pregunté.
______-Creo que sí, pero no me acuerdo.
______Lo abrí. La última foto era una en la que Sara aparecía haciendo el ángel sobre la nieve. Pasé las páginas hasta el principio, y en la primera, la foto más antigua, salía yo cuando tan sólo tenía cuatro años.
______-Mira, ése es un parque infantil de Barcelona –señalé. –La echó mi tío justo antes de que fuéramos a la heladería. Pero no es esto lo que te quiero enseñar.
______Busqué la foto que quería mostrarle mientras pasaba años y años de mi historia personal. Al fin encontré las dos caras que esperaba. El protagonista de ambas fotos era yo delante de la Fuente de Trevi, aunque en distintos años.
______-La Font… la Fontana di Trevi, si mal no recuerdo. Mira, la primera me la eché en un viaje con el instituto, apenas tenía barba.
______-Eras un poco feo.
______-¡Oye! Pero que yo no tenía ese careto, sabes que no soy fotogénico… Bueno, en ese viaje me enamoré de Roma. Nos contaron muchas historias, pero la más interesante hablaba de la fuente de la foto. Según el guía, si echábamos unas monedas, creo que tres, y pedíamos un deseo, ese deseo se cumpliría.
______-¿Pediste alguno?
______-Espera, no seas así. Estoy contando la historia.
______-¡Sigue!
______-So… entonces pedí un deseo, una tontería. Pedí poder vivir de escribir, seguir con mis historias y publicar novelas, relatos, lo que fuera. Por ese entonces no tenía más de diez historias, pero me apasionaba más que cualquier otra cosa.
______-¡¡Se cumplió!!
______-Se cumplió, sí. A los veintidós publiqué mi primera novela y a los veinticuatro fue el boom. Ya sabes, Que no te quiero, joder. Vendí una barbaridad, se vendió a muchos países y el resto…
______-Ok.
______-¿Y la segunda foto?
______-¿Te esperas?
______Saqué la foto del álbum y le di la vuelta. Había una inscripción hecha a mano: “Mateo 30, Roma”. Recorrí las letras con la mano como si pudiera leerlas con las yemas de los dedos, y a continuación volví a meterla en el plástico.
______-Ahí tenía treinta años. Fue poco después de mudarme a Chicago para promocionar Llaves. Es muy jodido pasar toda tu vida escribiendo historias de amor, ¿lo sabías?
______-Julian dice que la cosa está bien así.
______-Julian es gilipollas, a él le interesa que venda más que a mí. Lo conocí justo después de regresar de Roma, nunca he tenido otro representante. Pero en cierto modo tiene razón, si no he cambiado de registro hasta ahora, da lo mismo.
______Sara había sacado la primera foto del álbum. En esa ocasión ponía: “Mateo 16, Roma”. La volvió a poner en su lugar.
______-¿Quién escribió eso? ¿Fue la misma persona que te echó la foto?
______-Sí, así es. Una amiga. Una buena amiga –añadí. –Se llamaba Sara, como tú.
______-¿Me pusiste Sara por ella?
______La miré a la cara y vi en ella que tal vez me estaba equivocando. Sara era inteligente, pero… había algo. Se recogió los bucles castaños con la mano derecha e inclinó la cabeza hacia delante, como diciendo: “Por el amor de Dios, ¡sigue!”
______-Cuando regresé esa vez a Roma estaba totalmente convencido de cuál iba a mi deseo. Quería que Sara estuviera conmigo para siempre, aunque cuando la volví a ver ya estaba casada. La recogí en Granada y me la llevé de viaje con la excusa de poder recordar buenos tiempos, lo típico.
______-¿No se cumplió el deseo?
______-Oh, sí que se cumplió, jajaja. Pero no fue ese deseo. Cuando estaba delante de la fuente, ella cámara en mano, pensé una cosa. Ella ya había hecho su vida, ella ya tenía una familia y sus metas cumplidas. En cambio yo estaba totalmente solo, perdido en esa incertidumbre, así que… fue como una revelación.
______-¿Qué revelación?
______-Te quería a ti. Quería un hijo, alguien con quien poder llevarme bien, con quien compartirlo todo. Pedí compañía, pedí cariño, esperanza… algo así, y entonces tiré las monedas. Al regresar a Chicago entré en el apartamento y lo primero que vi fue a ti.
______Tenía treinta años y un par de maletas que pesaban otros treinta kilos. Dejé al taxista en la acera y entré en el edificio con un solo pensamiento en la cabeza: dormir en mi cama y adaptarme al cambio horario, poco más. Entonces abrí la puerta del apartamento, metí las maletas y me dirigí al sofá sin encender la luz. Pero tropecé con algo y oí un llanto, la misma Sara con apenas un año, como surgida de la nada. Sí, ella misma lo había descrito así.
______-¿Cómo…?
______-No sé, entré y encontré a un bebé sobre el sofá. Fue todo tan extraño, me dijeron que tenías poco más de un año, que no había desaparecido ningún bebé, llamaron a hospitales… Lo más complicado fue el papeleo para poder adoptarte.
______-Pero eso es imposible.
______-Pero pasó así. Pasó así y quería que lo supieras.
______-Entonces seré otro de tus personajes, tú mismo lo deseaste y surgí de la nada.
______-Es improbable, pero no imposible. Me gusta creer que nuestro Destino estaba escrito ya entonces y que por cualquier cúmulo de casualidades nuestros caminos se cruzaron, así que no voy a consentir que te compares con uno de mis personajes. Prefiero saber que simplemente eres mi hija.
______-Me gusta más ser tu deseo, papá. -Tomó el álbum de fotos y lo guardó en un cajón. -Pero necesito tiempo... aunque a veces es lo que menos encuentre. ¿Volviste a saber algo de Sara?
______-No he vuelto a verla, pero en cuanto apareciste supe que tenía que ponerte ese nombre, lo creí importante.
______-¿Para no olvidarla?
______-Para hacerme recordar. Tómate el tiempo que quieras, ¿de acuerdo? No te arrastraré conmigo, sólo déjate llevar.
______Me levanté y abrí un paquete embalado que me habían enviado de la editorial. Se trataba de mi última selección de relatos, A Sara no le gustan mis relatos. Se lo pasé a Sara.
______-Hala, es genial, papá… pero ya sabes por qué no me gustan, son abu…
______-Aburridos, ñoños y demasiado melancólicos, lo sé. Espero que te guste.
______Le sonreí y me guiñó un ojo. Cogí un chaquetón, el gorro y salí a la calle a por perritos calientes. Me apetecía comer basura, a Sara le encantaban y, después de todo, era su cumpleaños.
Volví solo a Granada. Lo cierto es que Granada no es lo que era, aunque guarda en el corazón la esencia de una ciudad que significa mucho para mí. Guarda el olor a especias, las teterías, la magia de la Alhambra al anochecer, y de vez en cuando echo de menos el bullicio casi loco de Nueva York, pero a la hora de escribir he reencontrado aire fresco, amores distintos de los que hablar.
______Hace dos días me llegó un paquete desde Nueva York. Lo enviaba Sara y se trataba del libro que le había dejado prestado. A Sara no le gustan mis relatos lleva vendidos más de tres millones de ejemplares, pero yo sólo tengo ése. No suelo releer mis libros, pero no dudé en abrir el que llegó de parte de Sara. Cayó una nota escrita a mano:
No me gustan, papá. Cada vez escribes cosas más empalagosas, pero los he leído.
Por cierto, dame unas semanas y pásate a recogerme al aeropuerto. ¿Te he dicho
que te quiero?
Sara