Comenzó entonces la alimentación, fase crucial en la formación de todo escritor que se precie. Recuerdo las listas interminables de recomendaciones que nos daban año tras año los escritores que conocimos: desde Emilia Pardo Bazán a J.L.Borges, había que leerlo todo. Por supuesto, la relación con otros escritores era indispensable. Conocer a Clara Sánchez (Premio Nadal 2010), Juan Cobos Wilkins (un poeta excelente y sensibilísimo), Elena Medel, Espido Freire, Pablo García Casado, Fernando Iwasaki, María Rosal, Mario Cuenca Sandoval. Madurar y poder hablar con ellos de tú a tú (siempre con la cabeza un poco gacha, aún aterra mirar a los ojos a estos maravillosos ejemplos de escritores). Encontrarlos en prensa y televisión, en las bibliotecas y pensar: yo lo conozco, yo compartí mesa con él. Coincidir con ellos en actos literarios de diversa naturaleza, presentaciones de libros, mesas redondas, jornadas, charlas... mantener la relación gracias a las nuevas tecnologías y hacerles caso siempre. Gracias a ellos leí La metamorfosis de Kafka y El extranjero de Camus para sentar los cimientos. A estos les seguirían de todo, lo más granado de nuestra literarura (Cortázar, Borges, Bolaño, Bolaño, Bolaño, Aleixandre, Lorca, Cela, Ángel González), clásicos eternos (Capote, Harper Lee, Hemingway, Bukowski, Poe, Kerouac...). Y es que en el eclecticismo de estos escritores que conocíamos poco a poco reside el eclecticismo de nuestra propuesta o literatura. Nos lo hemos bebido todo, nos gustara o no, porque a veces hay que hacer cosas que no nos gustan, y obligarnos a entender qué hace tan especial La metamorfosis de Kafka cuando se trata de un relato tan simple en apariencia. Y, claro está, conocidos los clásicos no nos quedaba más que descubrir a los contemporáneos. Libros que nos han marcado porque son tan buenos que tenemos que pedir por favor que paren:
-La carretera, Cormac McCarthy.
-La ofensa y Derrumbe, Ricardo Menéndez Salmón.
-Las afueras, Pablo García Casado.
-El curioso incidente del perro a medianoche, Mark Haddon.
-Las moras agraces, Carmen Jodra.
-La lluvia amarilla, Julio Llamazares.
-Una palabra tuya, Elvira Lindo.
-La flaqueza del bolchevique, Lorenzo Silva.
-2666, Roberto Bolaño.
-El viajero del siglo, Andrés Neuman.
Esos son sólo algunos. Luego te das cuenta, como comentaba, de lo pequeño que es el mundo de la literatura. Por ejemplo, cuando conocí a Fernando Iwasaki, un cuentista maravilloso, me tocó mucho el hecho de que él hubiera conocido a Roberto Bolaño, tan de moda ahora, y un clásico instantáneo en cuanto lo leí para mí. Pensé: qué bien, estoy hablando con un hombre que conoció a uno de mis ídolos. Hablaron juntos de literatura, seguro. De buena literatura. Ellos instauraron la buena literatura juntos. Pero todo es más pequeño. Una de las voces literarias que suenan con más fuerza últimamente es la de Andrés Neuman, otro narrador excepcional; pues bien, un día cogí en la librería uno de sus libros, y había en él unas palabras de Bolaño ensalzándolo como una de las promesas de la literatura en español, y me maravilló eso, y por eso compré el libro. Pero qué gracioso, pues Andrés Neuman era profesor en mi Universidad, la Universidad de Granada, aunque yo no lo sabía; lo veía demasiado joven, quizá. Y bien, un día vino Fernando Iwasaki a presentar su último libro a Granada, y en la presentación estaba ahí Andrés, y fue así como lo conocí. Y cinco o seis meses más tarde estaba compartiendo mesa redonda sobre literatura con él. Casi nada. Yo no había publicado nada aún ese frío diciembre de 2009, pero recuerdo que Fernando me presentó como un escritor que pronto sacaría un libro al mercado. Y así fue. Cuatro, cinco meses más tarde, coincidiendo con la mesa redonda, ahí estaba mi libro.
Tampoco quiero que nadie se engañe. Conocer gente en este mundo es importantísimo, por supuesto, pero también es esencial tener talento. Sin talento, tal vez publiques algo, pero no trascenderás. Ahora mismo la esperanza de cualquier escritor novel o desconocido son los numerosos certámenes literarios que se convocan anualmente en España.
Afortunadamente, aposté y gané.
Afortunadamente, aposté y gané.
1 comentario:
Ais, me encantan estas historias.
Por cierto, para cuando el segundo número de "La cuerva?
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