And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El tiempo es relativo

Relato finalista en el certamen de fantasía y ciencia-ficción de ElCuentacuentos.com

¿31 de diciembre de 2008?

Hace unos meses, aún no había acabado el curso, antes incluso del verano, supongo que era marzo o abril, me despertó otro cuerpo en mi cama. De repente el colchón se hundió un poco y me hizo inclinarme sobre él, aún medio dormido, y recorrí su espalda y su torso con mis manos. Emanaba calor. Fue la única vez —dos, para ser sincero— que he dormido con otro hombre, los dos desnudos. Tampoco pasó nada; al rato me volví a quedar dormido y cuando me desperté estaba solo, las sábanas vacías, frías y revueltas y ningún olor desconocido. Recuerdo que lloré al encontrarme de nuevo desierto y sin nadie a quien acariciar, abrazar o susurrar cualquier cosa al oído.

Ahora te preguntarás muchas cosas que quisiera aclarar. Desde ese hecho ha pasado mucho tiempo, aunque en cierto modo el tiempo es relativo. En segundo lugar, no soy gay. No es relevante, pero todo cuadrará en su momento. Hace unas semanas, el 22 de diciembre, me enteré al llegar a casa de que había ganado el segundo premio en el sorteo del Gordo. Cierto, no es un mito; hay quien gana. Lo mejor es que este boleto fue un regalo de una amiga que me hizo una visita en septiembre. Compré muchas cosas: varios libros, discos, series de televisión, hasta ropa (¡yo comprando ropa!) en Internet. Vamos, compraba lo que me llamaba la atención en Ebay. Fui surcando la página, de un enlace a otro, hasta que llegué a un tipo de Australia que ofrecía una máquina del tiempo. Menuda idiotez, pensé, pero me sobraba el dinero y me aburría, así que me puse en contacto con él. Me habló de electricidad, de átomos y cosas por el estilo. Yo le dije y me dije que si era posible viajar en el tiempo, ¿por qué nadie había venido aún del futuro? Luego él me planteó que tal vez ya lo habían hecho, pero con el cuidado suficiente para pasar desapercibidos, y que era imposible viajar al futuro porque aún no existía, y por tanto no se podía ir a un lugar inexistente. Y que no obstante, la clave de regresar al pasado se encontraba en los electrones de los átomos, que al formar enlaces constituían la materia, y en especial los isótopos. Me quedé con algunas claves, que mis conocimientos de física y química no pasan del instituto: materia, antimateria, átomos, agujero de gusano, neutrones, isótopos y poco más. Total, me convenció el hecho de que él ya lo había usado satisfactoriamente: en San Google encontré con su nombre dos noticias bastante opuestas: por una parte, había desaparecido sin que nadie supiera nada, y por otro había ganado uno de los mayores premios de la lotería australiana. Una tercera página me dirigió al site de un comité de físicos australianos. Por último, acordamos en el acuerdo/contrato que, si no funcionaba correctamente, me reembolsaría íntegramente el importe, que para el caso eran 1.000 libras australianas. Esta semana recibí su paquete, urgente y certificado; dentro venía una máquina con la forma de un receptor de TDT con dos anillas a los lados donde debían meterse las manos, y unas instrucciones bastante simplificadas. Todo consistía en ajustar la fecha a la que quería viajar como si fuera un reloj digital, agarrar las anillas con ambas manos y despojarme de cualquier objeto metálico. Por lo demás, presionar un botón y, siempre de pie, esperar a que funcionara. Pensé muchísimas fechas: el ascenso de Hitler al poder, lo mismo con Franco, el día de la muerte de Lorca, el 11-S, el 11-M y así toda una cadena de tragedias en la historia de la humanidad. Luego puse los pies en la tierra e hice recuento del pasado más inmediato y evitable. Además, claro estaba, debía inventar una identidad para no levantar sospechas. Me llamaría Fate, como el periodista negro que, por si fuera poco, en inglés significa “destino”. Que esa es otra, ¿alguien me explicará alguna vez la diferencia entre fate y destiny? Bien, soy inglés y me llamo Fate, el nombre es lo de menos: Peter Fate, John Fate, paparruchas. Al final lo vi todo claro. El accidente de Barajas era algo plausiblemente evitable. Fecha: 20 de agosto de 2008, justo un día antes, muy temprano, antes de que amaneciera. Hice mi viaje completamente desnudo por miedo a llegar con los vaqueros empalados bajo mi piel o tener el pecho a rayas como la camiseta.
________Llegué a mi habitación el día 19 de agosto, sobre las cinco de la mañana. El instrumento había desaparecido de mis manos y me sentía algo mareado, así que me metí en la cama junto a mi yo pasado, que dormía ajeno a mi llegada al dormitorio. Estaba desnudo. Estábamos desnudos. Éramos como clones o gemelos o algo parecido, y me reí en silencio al pensar que soy Géminis. Me levanté antes de que mi yo pasado despertara y comencé la carrera a contratiempo. Bajé a la calle y me dirigí al cajero, saqué dinero y me fui a un ciber. Entonces creé uno de esos malditos mensajes-cadena para advertir sobre lo que sucedería al día siguiente con la certeza de que nadie lo tomaría en serio. Luego… bueno, a ver, supuse que no somos tan dados a la paranoia como los americanos. ¿Me imaginan tratando de advertir al Pentágono sobre los ataques del 11-S con mi inglés de Móstoles? There`s just no fucking way. Pero Barajas es Madrid, España, al ladito de Móstoles, y nosotros no somos tan estúpidos, tan cerrados de mente. Joder, venga ya, que está la izquierda en el poder. Compré un vuelo (carísimo, como dos riñones y un pulmón) Valencia-Madrid con la congoja de si no sería ése el avión postsiniestrado. Y llegué a Madrid con una facilidad asombrosa para saltarme los controles de seguridad, acreditación e identificación. Entonces me dirigí al mostrador de Spanair, donde una chica me atendió al principio con amabilidad fingida que se convirtió en cuestión de segundos en pura histeria. Exigí hablar con un responsable de la compañía, con el servicio técnico, pero fueron todo oídos sordos. Me echaron; echaron a Fate, el loco inglés. Y el día del accidente volví temprano al aeropuerto con una pancarta y cientos de flyers alarmantes. Es admirable la rapidez con las que puede organizar las cosas una sola persona. Como ente, los seres humanos somos una mierda, y para darme cuenta de eso no me ha hecho falta viajar al futuro. Nuestra paranoia, nuestros miedos, nuestra desconfianza serán el detonante de un mundo frivolizado e inhumano. Nadie está exento de acabar así. Y mientras yo intentaba convencer a un puñado de simios idiotas de que la mayor tragedia del año estaba a punto de suceder, probablemente mi yo del pasado estaría en Villena haciéndose una paja o asistiendo a una clase que no me reportaría nada. Pero funcionó, que no cunda el pánico. Esto parecía más el argumento de Destino final que —permítame, Lector Constante, la frivolidad— Tragedia en Barajas. Algunos de los pasajeros, al oír mis súplicas y leer los panfletos se echaron atrás y reclamaron su equipaje antes de embarcar. Convencí a algunos, salvé sus vidas. Incluso me propuse ocupar uno de los asientos próximamente siniestrados, puesto que yo ya existía, pero en el futuro mi doble volvería hasta el accidente de nuevo y acabaría con mi vida para siempre en una puta paradoja sin sentido. Y si quería salvar vidas, al morir yo mi “hazaña” perdería el sentido. El rumor de un fallo en el motor, de un posible ataque terrorista, cundió entre los pasajeros y casi la mitad de ellos cancelaron su vuelo, pero la compañía replicó con una oferta irresistible: vuelo Madrid-Las Palmas por 10 vergonzosos euros, todo incluido. Pronto llenaron la lista hasta los 200 y pico, el avión salió esa tarde con un retraso por excusa, lo vi levantar el vuelo, tambalearse un poco en el aire y explotar en una mole de fuego y humo negro. Oí los gritos de los testigos, los hostia puta, mira lo que acaba pasar, los ¡oh dios mío!, las sirenas y los pasos de los guardias que se abalanzaban sobre mí.
________Hace una semana que sucedió todo esto, me han interrogado mil veces y mil veces he tenido que inventar una historia sobre una revelación divina. Qué curioso, ahora la gente cree más en la religión que en la ciencia, y sólo me queda la desesperanza por saber que tal vez el destino está escrito, que todo lo que me ha pasado está guionizado desde que nací. Y que un hombre solo es insignificante… Cuento con la esperanza de que pasen de nuevo unos meses para pujar de nuevo por la máquina, quién sabe si contra mí mismo, y hacer que existamos tres yos a la vez, o infinitos, o puede que ya existan y yo ni siquiera lo sé. Ni quiero saberlo.



Andrés Salguero

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta genial :)

Pedro dijo...

Un gran relato y un más que merecido finalista. Si no recuerdo mal yo le di 2 puntos, aunque tuve mis dudas sobre si ponerle el primero.


Un abrazo,


Pedro.

Anónimo dijo...

Te quiero

Pugliesino dijo...

Tu calidad y el abanico de estilos que abarcas al escribir sin duda te darán muchas satisfacciones.
Un abrazo!

Popi dijo...

Mis tres puntos fueron para ti, artista.
Me debes una caña, aunque sea de pescar.

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King