Mi casa fue la que más niños atrajo la noche de Halloween. Se extendió el rumor, como una leyenda urbana, de que en mi casa repartían chocolate y golosinas a puñados. Y de que era absolutamente aterrador. Niños en busca de aventura y azúcar se acercaron en hilera a la calabaza de la entrada. Poco sabían que esa calabaza era hija de la Noche de Brujas, del cementerio del pueblo (de allí la robé) y de mi sangre, y así fue la calabaza devorando las cabezas de los niños y dejando caer sus cuerpecitos bajo el suelo del porche. Poco sabía yo que la Noche de Brujas es también la Noche de los Muertos Vivientes, y ahora los niñitos reclaman mi cabeza.
1 comentario:
Me da que la crisis va a afectar a los zombies también porque creo que planean una huelga de hambre ya que no hay cabezas para todos, mientras al otro lado celebran un puente.
Este planetín... :)
Muy buen micro Jose
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