And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

lunes, 31 de marzo de 2008

Cuentacuentos 42

lunes, 24 de marzo de 2008

Cuentacuentos 41


miércoles, 12 de marzo de 2008

Cuentacuentos 40

Frase de Scry: "Soy el mendigo de los sueños", por El Cuentacuentos.

LA NIÑA DEL SIGLO XXI


-Soy el mendigo de los sueños. Ése soy yo. Pero, ¿y ahora? ¿Ahora qué? ¿Me cruzo de brazos? ¿Me enfado? ¿Me desespero? ¿Ahora qué…?
________Nadie le hacía caso. Recuerdo un viaje a Varsovia, hará al menos veinte años. Veinte años… cómo pasa el tiempo. Pues recuerdo que en ese viaje nos pateamos la ciudad una y otra vez, nos empapamos de ella. Aún guardo alguna fotografía de todos delante del Vístula. Y bueno, Polonia no era lo que es hoy en día, aunque por lo que me cuentan aún queda algo de lo que era. Lo que era no era muy bueno, para qué engañarnos. Cuando vi a ese tipo gritando y mendigando sueños me recordó a los vagabundos polacos que, y aun a riesgo de que suene contradictorio, poblaban las calles. Las poblaban y las perfumaban a alcohol. Antes los sueños no importaban tanto; media Europa estaba tratando de asomar la cabeza y escapar de la crisis. Tal vez lo que más había en esos momentos, aparte de licor y cerveza, eran sueños; a falta de realidades, ya se sabe.
________Pues por lo visto el supuesto loco era uno de los míos aunque de esto me di cuenta más tarde. Estaba esa tarde, a la hora de comer, sentado en un banco negro con un bombín negro y sus pantalones negros. En el banco de enfrente descansaba una mujer de edad media, pelo rubio cortado a la altura del hombro, botas de piel y un jersey de lana de colores que al oír las voces del hombre se limitó a prestar atención con mirada curiosa, allí, en la distancia, separada de él por la gente que pasa entre ambos al ritmo estresante de la ciudad.
________La ciudad bulló de nuevo con la salida de los niños de varios colegios cercanos. Uno, el de la calle de arriba, era el típico colegio público en el que cada niño llevaba una ropa distinta, ellas las coletas desechas y ellos las rodilleras destrozadas. En el otro, el de abajo, que era un colegio concertado, las coletas lucían impecables y todas las rodillas estaban hechas con la misma sarga negra. La marabunta de padres y abuelos inundó la intersección donde se encontraba la plazoleta.
________-¡Pero si no pido dinero, sólo pido sueños! –desistió el hombre con gesto derrotado.
________Y nadie le hizo caso. Al igual que vinieron se fueron, sin prestar la más mínima atención al hombre del sombrero negro. En la plaza sólo quedamos él, la mujer, una niña pequeña y yo. No me gusta participar o inmiscuirme en los hechos, me gusta dejar que transcurran, pero en este caso el que menos importa soy yo. Tenemos, pues, al hombre, a la niña y a la mujer. La niña era rubia, muy pequeña y con los ojos muy grandes, y llevaba en la mano un dibujo arrugado. Vestía con una bata a rayas azules y blancas y el nombre bordado en el pecho con hilo negro. Se acercó al hombre, se descolgó su mochila roja y sacó un trozo de bocadillo cuidadosamente envuelto en papel de plástico. Se lo acercó, pero él rió y negó con la cabeza.
________-No tengo hambre, pero gracias. ¿Cómo te llamas?
________-Alicia.
________-¡Alicia! Vaya, una vez conocí a una Alicia… estaba casada con un capullo. Me pregunto qué habrá sido de ella. ¡Ups, perdona! No quería decir capullo, aunque hoy en día los niños conocéis palabras peores.
________Alicia lo miró con la misma cara seria mientras guardaba el bocadillo.
________-¿Cómo te llamas tú? –preguntó.
________-Ufff, hace tanto que no uso mi nombre… Llámame como quieras. Ya que voy mendigando sueños, ¿por qué no mendigar nombres?
________-Luis.
________-¿Quién es Luis?
________-Es mi amigo del colegio. Él dice que soy su novia y que cuando seamos mayores nos vamos a casar.
________-¿Y tú qué le dices?
________-Que no. Que él no es mi novio y que yo no me quiero casar.
________-Eso está bien. La gente le tiene un miedo horrible a la verdad. Bendita inocencia la tuya que aún dices la verdad. En cuanto crezcas un poco te pedirán que mientas por todas partes: tendrás que decir que ya no te gustan las muñecas aunque te sigan gustando porque serás demasiado mayor para jugar con ellas, o tendrás que admitir que dejaste de pintar porque no se te daba bien aunque el motivo es que tu novio decía que te quitaba mucho tiempo, o tendrás que decir lo guapa que está tu madre aunque en realidad nunca haya sido guapa, cosas así.
________-Mi madre es guapa –garantizó la niña.
________-¿Eres de aquí, pequeña?
________Alicia afirmó con la cabeza.
________-Tienes cara de granadina, ya decía yo.
________La mujer los observaba con pavorosa curiosidad, como si no le molestara ser descubierta en cualquier instante espiando vidas ajenas. Unos gorriones se posaron en medio de la plazoleta y Alicia salió a correr detrás de ellos hasta que alzaron el vuelo asustados por su risa viva. El mendigo reinició su petición con la esperanza de alguna respuesta y el cansancio que provoca el verse a punto de desistir en la súplica.
________-¡Sueños, sueños! ¡Es lo único que pido!
________La niña se acercó de nuevo. La niña se puso frente a él y le pasó la mano por la cara. La niña preguntó que por qué era un mendigo si no tenía pinta de mendigo. Y él se quedó por un momento completamente desconcertado sin saber qué responder.
________-¿Cómo es un mendigo?
________-Con barba y ropas viejas, y un perro y un cartón y una gorra.
________El hombre se echó a reír; incluso la mujer del banco miraba la conversación divertida. Hasta yo me descubrí con la sonrisa de lado que se me queda muy a menudo y me deja cara de estúpido, de esas pocas cosas que no cambian ni con el tiempo, ni por mucho que tratemos de evitarlas porque las llevamos muy atadas a nuestra forma de ser.
________-Pero Alicia, es que yo no pido dinero o comida. Sólo pido sueños.
________-¿Para qué quieres sueños?
________-Porque soy escritor y… si te lo cuento tal vez no lo comprendas, o tal vez sí, y puesto que lo preguntas, te lo cuento. Tenía veinte años cuando empecé a considerarme un escritor, y a los veinte años se es, sobre todo, muy soñador, pero también muy estúpido. Perdona la interrupción, pero tengo que decirte que eres una niña excepcional, cualquier otro niño de tu edad ni siquiera me prestaría atención. –Alicia se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. –Pues nada, sigo. Veinte años y veinte mil sueños, y veinte mil amigos y veinte mil amores. Tenía otros amigos que también escribían por todas partes, y lo mismo nos reuníamos en Sevilla junto al río, en las callejas blancas de Córdoba o subíamos al mirador de San Nicolás aquí en Granada y nos quedábamos hasta ver anochecer. Cada uno tenía su manera de escribir, su forma de inspiración… un día me di cuenta de que nada de lo que había escrito hasta el momento me gustaba. Algunas cosas me daban tanta, tantísima rabia que cogí todos los cuadernos que había llenado hasta el momento y los destrocé en una fiesta a la que invité a todos mis amigos, los mismos escritores que, aunque se mostraron reticentes a lo que iba a hacer, comprendieron y respetaron mi dudosa decisión. Es en momentos como ése en los que es necesario alguien que te pare los pies, pero no lo hubo. Les prendimos fuego a los restos de los cuadernos y estuvimos toda la noche bailando, bebiendo vino y recitando poemas de Bukowski. ¿Sabes por qué decidí deshacerme de todo? Porque no me gustaban las historias que contaba, no eran buenas. Después vendría el viaje a Varsovia, donde me enamoré de una chica que se llamaba Clementine, y me enseñó más que ningún profesor o escuela de escritura en mi vida. Me enseñó que me podía bastar de los sueños de las personas para tener mis historias. De hecho, lo primero que escribí tras esa crisis fue a partir de su sueño. No volví a Varsovia, ninguno de nosotros volvimos, y no supe nunca nada más de Clementine. Realmente curioso, la persona que más ha marcado toda mi vida y sólo estuve con ella unos días en una ciudad a la que ni siquiera he vuelto. Para que veas lo raros que nos volvemos cuando crecemos… Y mira ahora, ¿qué hago, Alicia? ¿Qué hago ahora que no hay sueños?
________-Yo sueño –dijo Alicia.
________-Nadie sueña ya –se lamentó él. –Se han acabado los sueños y no tengo nada que escribir.
________-Yo sí sueño. Ayer se lo dije a la seño Inma y me dijo que no puedo decir mentiras, pero es verdad.
________Él la miró muy adentro, como sólo sabe hacer Ana Torrent con sus ojos negros como un pozo, y la creyó.
________-Yo te creo.
________Y quiso conocer sus sueños.
________-¿Qué has soñado?
________Ella le entregó el dibujo que comenzaba a arrugarse entre sus manos. La mujer del banco alzó la cabeza para tratar de distinguir lo que era, pero el mendigo lo observaba en un ángulo que impedía que los demás lo pudiéramos ver.
________-¿Y este niño qué hace entre tantos perros? –preguntó.
________-No son perros, son los leones de la Alhambra.
________-¿Y cómo se llama el niño?
________-Me dijo que se llamaba Damián.
________-¿Por qué está solo?
________Alicia se encogió de hombros y se volvió a poner en pie.
________-Muchas gracias, Alicia. Espero que tu señorita te crea, porque es realmente importante que tú seas la única persona que aún sueña.
________La mujer se levantó y llamó con voz suave: “Alicia, vamos a casa que la comida se va a enfriar”. La niña salió corriendo a los brazos de su madre sin volver a hacerle caso al hombre, pero éste aún tenía algo que decir:
________-Y Alicia, aún tienes más suerte porque no tendrás que mentir. Tu mamá es guapa de verdad.
________Nos quedamos solos en la plaza, él con una libreta en una mano y yo con la mía, él escribiendo sobre un tal Damián y yo escribiendo sobre él.

domingo, 9 de marzo de 2008

Cuentacuentos 39

Frase de la Oruga: "Al final, se rompió la tetera", por El Cuentacuentos.

HUANG Y ROSEBUD

Al final, se rompió la tetera. La vieja se abalanzó sobre ella como un tigre sobre su presa, pero no llegó a tiempo. El agua hirviente se coló entre las rendijas del suelo.
________-¡Ya lo has vuelto a hacer, mentecato!
________Cogió el bambú verde y azotó los brazos del nieto al tiempo que gritaba cuán zoquete era. En esos momentos de rabia le desaparecían algunas arrugas del rostro, exactamente como cuando todas las mañanas se le tersaba la piel al recogerse el moño.
________-¡Abuela, ya! Sólo es una tetera…
________-Sólo es una tetera, sólo es una tetera –se burló ella con la lengua fuera. ¿Y cuántas van ya?
________-Sabes que mi madre no permitiría esto.
________-Tu madre siempre ha sido muy blanda contigo.
________Huang dejó el tono afligido a un lado, se frotó la marca del brazo y se levantó a recoger los trozos de porcelana barata. El té seguía humeando como un volcán grande y tristemente verde. Su abuela se levantó otra vez, se llevó la mano a la cabeza y gritó algo que bien podía significar “nunca lo tendrán” como “las ardillas ya se han ido” justo antes de caer desplomada.
________Huang se arrodilló junto a ella, le sostuvo la nuca con sus manos y acercó el oído. No respiraba. Su corazón se había parado a falta de una taza de té. Entonces actuó con rapidez. Arrancó el colgante con la llave que la anciana llevaba al cuello y lo guardó en un bolsillo de cuero negro que pendía del cinto. Recogió a continuación la bolsa que le había entregado su madre y supo en ese instante que había llegado la hora de dejar de actuar como si fuese esa clase de zoquete. Hizo cuanto debía de hacer con el cuerpo de su abuela antes de avisar a nadie. Cuando acabó bajó al poblado, dio la noticia a algunos vecinos y se esfumó. Sólo llevaba la llave y la bolsa de su madre.


Tal y como le había sido encomendado recorrió las seis colinas del coloso Tse-tuang, y cuando llegó a la séptima buscó el templo oculto entre los cerezos gigantes. El periplo le llevó sesenta días y sesenta noches en las cuales se alimentó de un garbanzo cada alba y ocho granos de arroz cada atardecer. Dormía en la sombra de los árboles, entre las fieras y las alimañas, como si fuera otro más.
________Durante esos sesenta días y sesenta noches sucedieron tres cosas que podrían haber afectado a su rumbo pero que no lo hicieron. Sin embargo, creo que son lo suficientemente interesantes como para relatarlas aquí.
________A la cuarta luna llegó a una explanada que se extendía ante la primera colina. Huang no era cobarde, porque de haberlo sido no estaría recorriendo siete colinas inmensas él solo entre animales y bandidos, pero esa explanada era aterradora. Tenía toda la negrura del mundo en los charcos que se adivinaban a la luz de la luna, pero el pavor aumentaba al saber que podía tratarse de un suelo de barro o arenas movedizas, así que tendría que pasar la noche en el lugar. Se tumbó junto a unos matorrales que asemejaban una madeja de agujas y cerró los ojos, pero no pudo dormir. Al poco oyó el gorgoteo que llegaba de alguna parte cercana, así que se desperezó, y al girarse contempló con estupor cómo una criatura surgía del suelo hasta alcanzar una altura sobrehumana. Comenzó a arrastrarse hacia Huang, y éste advirtió que el ser estaba cubierto de barro.
________-¿Quién eres?
________-Soy uno más –respondió con una voz profunda y húmeda que el joven reconoció al instante.
________-No, no eres uno más, eres un golem.
________-Soy un humano.
________-No eres humano, eres de barro.
________-Puedo sentir.
________-No puedes sentir, no tienes emociones. No tienes corazón, ni cerebro, no tienes órganos.
________El golem blandió los brazos contra la noche salpicándolo todo con lodo. De un paso se colocó justo delante de Huang, quien no tuvo ni la ocasión de huir. La luna pareció brillar más y mostró las cuencas de los ojos vacías, la irregularidad del barro… y la colección de huesos en el suelo. Había huesos humanos por todas partes.
________-Tomaré tu corazón, tomaré tu cerebro, tomaré tus ojos. Entonces seré humano.
________-Eso no te hará humano –replicó Huang.
________Pero el golem no cedió ante sus inútiles explicaciones y alargó la mano hacia el pecho del muchacho para arrancar su corazón, pero éste lo detuvo en el último instante con una oferta más interesante.
________-¿Qué tal si tomas esto? –propuso, y abrió la bolsa que le había dado su madre.
________El golem se quedó –permitidme la expresión –de piedra y aceptó con una inclinación de cabeza. Tomó un poco de lo que había en el saco y se retiró entre los huesos humanos hasta la fosa de lodo que lo había visto nacer. Así Huang pasó el resto de la noche tranquilo y reemprendió de nuevo el camino.
________Andaba justo en el ecuador de su empresa, en lo más alto de la cuarta colina, cuando se disponía a comer su único garbanzo matinal, y vio que el sol se tornaba violeta. Después pensó que eran visiones suyas, pero el sol emergente se volvió a esconder y se tiñó de negro. Según los libros sagrados, que Huang conocía de memoria gracias al adiestramiento dado por su madre, esas eran las señales inequívocas de la aparición de un ángel. Lo primero en aparecer fue una lengua de fuego que resulto ser un látigo. Huang recorrió con la vista el arma azufrada hasta llegar a la visión espectral. Se trataba de un ser suspendido en el aire por dos alas del color del metal, con los ojos rasgados en medio del rostro pálido con una perla roja en la frente. Cuando se posó en la tierra, el suelo tembló.
________-Creo que planeas algo –sentenció el ángel.
________-Crees bien.
________-Quiero mi parte –amenazó la criatura mientras blandía el látigo de fuego en el aire.
________-¿Desde cuándo se aparecen los ángeles para chantajear a las personas? ¿Desde cuándo se inmiscuyen en los asuntos de los humanos?
________-Desde que las personas se inmiscuyen en los asuntos de los dioses.
________-Tú no eres ningún dios.
________-Por eso mismo. Sé que te diriges al Templo de los Cerezos Caídos. Lo dicen los espíritus del aire, lo dijo el golem. Quiero una parte, te ofrezco a cambio mi ejército de corceles.
________Una fila de caballos tan negros como la tinta apareció en el horizonte, al otro lado de la colina. Su trote bravo trajo consigo una brisa enérgica que azotó los cabellos de Huang, quien negó con la cabeza.
________-Pues entonces no me queda más remedio que quitarte la llave –zanjó el ángel.
________-¿Me amenazas? No osarás…
________Las palabras de Huang sí que sonaron como una amenaza, más aún cuando las acompañó con el gesto de abrir la bolsa de su madre. El ángel huyó horrorizado y dejó al muchacho en medio de la extensión con una llave y una bolsa.
________Pasó los días siguientes tal y como había hecho hasta ahora, con la misma disposición y entereza. El camino no se le hizo más pesado de lo que le parecía por el momento, ni siquiera pensó en desistir. Volvió a dormir entre los animales, a la sombra de los árboles, midiendo la comida con la misma exactitud, levantándose al alba hasta que el sol se ponía al otro lado de la colina. Tres días antes de llegar a su destino, mientras descendía la última colina, sucedió la tercera cosa extraña. Oculto entre varios arbustos a rebosar de bayas le pareció ver una cabeza. Se agachó y encontró a un hombre que yacía entre restos de metal y una pequeña nube de humo. Tenía una costra de sangre en la cabeza, aunque Huang reparó en ello en último lugar, ya que el pelo azulado y los pendientes del rostro llamaban demasiado la atención. El extranjero, según sus rasgos, debía venir del oeste. El muchacho le sostuvo la cabeza hasta que el hombre despertó.
________-¿Estoy en China? –preguntó con un acento extraño.
________-Así es –respondió Huang a la vez que se alejaba.
________-Nunca me acostumbro a estos viajes, maldita sea. Esta vez casi no la cuento.
________-¿Qué viaje? ¿De dónde vienes?
________-Ah, perdona. Vengo de Manhattan… ¿no te suena? No, no te suena, es normal. No existe aún… Vengo de bastante lejos, es difícil de explicar. Vengo del futuro.
________-¿Del futuro? Magia…
________-Bueno, más bien ciencia. Pero estamos perfeccionando.
________-Tengo que irme –señaló Huang con una mirada de suspicacia.
________-¿A dónde? ¡No irás a dejarme aquí! Espera… tú te traes algo entre manos.
________-He de irme –repitió.
________-¡Responde! ¿A dónde vas? ¿Para eso me molesto en implantarme las nociones de chino clásico?
________-Voy al Templo de los Cerezos Caídos a llevar a cabo una tarea importante.
________-¿No será cierto…? ¿Así que no era una simple leyenda? Tienes la llave…
________Los ojos le brillaron más aún con esa sonrisa avara. Se llevó la mano al cinto y extrajo un objeto reluciente, metálico, perfectamente pulido, pero extraño para Huang.
________-Esto es un revólver. Dispara balas, pequeñas piezas de metal que te atravesarán tan rápido que te matarán antes de que te des cuenta. Dame esa llave.
________Disparó contra una piedra y levantó una nube de humo justo donde la bala había impactado haciéndolo todo añicos.
________-Magia oscura –indicó Huang con un hilo de voz.
________-Tecnología –precisó el extraño venido del futuro.
________-De acuerdo, te daré la llave si aguantas mirando al contenido de esta bolsa durante tres latidos de mi corazón.
________El extranjero rió con desdén y afirmó, entre divertido y curioso. Huang se agachó, tomó la bolsa de su madre y la abrió. Nada más ver lo que había en el interior, el hombre se arrojó de espaldas y se arrastró sobre sus propias manos con gesto espantado. Arrojó la pistola a un lado y se perdió colina abajo entre lamentos incomprensibles.
________Huang continuó su camino sin inmutarse durante los días restantes. Al fin, una mañana alcanzó la séptima y última colina, halló los cerezos gigantescos y, entre ellos, el que era conocido como Templo de los Cerezos Caídos. Entonces pensó para sus adentros: “Al fin seré un dios”.


Cuando Huang aún no había nacido, su abuelo, que era pescador, encontró una llave dorada al tirar de las redes. No le dio importancia, pero al llegar a casa se la mostró a su mujer, quien sabía demasiado bien lo que escondía esa llave. Ella era mejor conocedora que él de las escrituras, y no pasaba un día en que no se las recitara a sus hijas, una de las cuales sería la madre de Huang. Por eso nada más ver la llave recordó la historia que aparecía en los textos antiguos y que hablaba del pacto entre los espíritus y los hombres, según el cual si algún día uno de ellos conseguía una ofrenda tan valiosa, tan magnífica, tan única como para conmover a los espíritus, estos le darían la inmortalidad en forma de dios dragón.
________Así pues, cuando la mujer le contó esto al humilde pescador, que tampoco era demasiado listo, comenzó a pensar en el don de la inmortalidad en forma de dragón. Puesto que sólo los hombres podían llevar a cabo tal hazaña, su señora esposa no dudó en animarlo con la certeza de que ella también sacaría provecho de la situación. Digo que él tampoco era demasiado listo porque ella no lo era. Demasiadas leyendas e historias en su cabeza. Por eso pensó que la mejor ofrenda para los espíritus era una gran lubina, lo más que podía procurarles un humilde pescador, antes que todas las riquezas del mundo, y que esto conmovería a los espíritus como siempre ocurría en los cuentos que había leído y contado mil y una veces. Lo que no sabía la mujer es que los cuentos no los escribían reyes ni grandes señores, sino pobres servidores que soñaban con una inocente venganza, ¿y qué mejor venganza que volver las tornas? La pobreza y sumisión les proporcionaría el poder. Una lubina lo convertiría en dios dragón.
________Fueron los dos y dejaron a las niñas con el hermano de él. Al cabo de varios meses volvió sólo ella con la incertidumbre de lo que había sucedido allí. Nunca supo si su esposo se había convertido finalmente en el dios dragón o si se había esfumado por semejante impertinencia, pero guardó la llave al cuello hasta el día de su muerte.
________Y ahí estaba el relevo generacional. Huang observó la majestuosidad del lugar, la disposición de las rocas gastadas, las formas de jade alrededor del templo y el altar a los espíritus. Todo estaba dispuesto para que él alcanzara su objetivo. Entró en el templo y llegó a la piedra central, donde un entrante con la misma forma de la llave, como un grabado sobre la roca, daba las primeras instrucciones. Huang se descolgó la llave del colgante por primera vez en tantas semanas y la incrustó en el hueco. Una brisa llegó de todas partes arrastrando consigo las hojas de cerezo. Tomó la bolsa de su madre y la abrió sobre el altar. Los pétalos en el aire cobraron vida propia atrayéndose entre sí hasta adquirir la forma sólida de un dragón.
________Al muchacho le entró en ese momento una risa histérica provocada por los nervios. ¡Él un dios! ¡Él! Que había aguantado mucho, de acuerdo. No, había aguantado demasiado. Demasiados golpes, demasiados insultos… Cerró los ojos y notó los pétalos girando en torno a él, oyó las voces de los ancestros y notó cómo su cuerpo se estiraba, se encogía y todo parecía sobreponerse a su propia concepción de la realidad. Como si todo fuera una gran mentira. Y eso fue lo que pensó hasta el momento en que abrió los ojos.
________Se encontraba en el exterior del templo y se sentía extrañamente ligero. Miró en derredor y no vio más que los cerezos gigantescos, que parecían incluso más grandes que antes. Se acercó a un claro entre los árboles donde había un charco de agua cristalina y se miró en él. Cuál fue su sorpresa cuando encontró en el reflejo una simple libélula, totalmente verde y de alas plateadas, eso sí, pero una simple libélula. ¡Nada de dragón! Una voz le habló desde abajo, entre los yerbajos. Se trataba de un escarabajo.
________-Huang, Huang… -comentó en tono triste.
________-¿Quién eres tú? ¿Cómo me conoces?
________-Pues es que yo soy tu abuelo y te estaba esperando. Pasó por aquí un ángel espantado y oí sus palabras.
________-¡Sigues vivo!
________-Claro, soy un dios. El dios escarabajo.
________-Y yo no lo conseguí… -se lamentó Huang.
________-¡Pero si eres un dragón!
________-Soy una simple libélula –gimoteó.
________-¡Ah, claro! Tú no lo sabes todo… Resulta que los dragones no son esas criaturas gigantes que siempre creímos, fueron el invento de un escribiente ciego que, guiado por el aleteo de una libélula, creó la leyenda de los dragones.
________-¿Y entonces seré así para siempre?
________-Así lo quisiste. Has sido el único en lograrlo… Dime, ¿qué traías como ofrenda para los espíritus?
________Huang, totalmente desengañado, sólo llegó a responder:
________-¿Acaso importa ahora?
________Entonces se lo comió el camaleón.

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King