And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

viernes, 31 de octubre de 2008

Los años desnudos (calificada S)


Dunia Ayaso y Félix Sabroso tocaron el cielo con un producto para televisión. Se trata de Mujeres, serie producida por El Deseo, la productora de Almodóvar, que sólo constó de una temporada gracias a la “estupenda” gestión del ente público, RTVE. Ahora vuelven con otro producto personal cuenta la historia de todas esas mujeres víctimas de la industria cinematográfica que se desarrolló durante la Transición, donde se tiraba de la carne para llevarse al público de calle. Hay que señalar que el porno aún no estaba permitido en España, y de gran fuerza femenina. Los años desnudosde modo que se inventó la clasificación S, que era como porno light, en el que se encuadra un gran número de películas con argumentos absurdos con el único fin de mostrar los cuerpos desnudos de las actrices que se atrevieron a ello.
Las tres protagonistas del film deben lidiar con una sociedad represora, con el rechazo de sus familias, la propia competividad entre ellas y un puñado de desechos humanos llamados hombres que se aprovechaban de ellas jugando con sus sentimientos. Hay tres actrices que se reparten el pastel de forma desigual. Candela Peña, la más actriz de las tres, brilla con luz propia y construye un personaje lleno de matices. Goya Toledo y Mar Flores salvan la situación sin una interpretación digna de mención, pero suficiente para hacer que la cosa funcione. Además, los cuerpos son un plus.

Y es que en Los años desnudos hay desnudos, y hay una dura crítica, drama y comedia. Cada situación funciona bien en su tono, aunque yo no calificaría la película como una comedia. Hay que reír, sobre todo, ante la naturalidad de Candela Peña. Con un marco histórico bien construido se tocan de manera tangencial otros problemas que se desarrollaron a la par que el destape en una época en la que el país trataba de acercarse al ritmo del resto de Europa: droga, música disco, sida… Lina, Sandra y Eva acaban por confluir en una amistad a pesar de las rencillas sentimentales que las hayan enfrentado, y olvidan sus distintos orígenes para hacer comprender al espectador que, si estas mujeres sobrevivieron, fue gracias a su entereza, valentía y amistad. Importante destacar también el reparto masculino, cuyos personajes sirven como nexo entre las tres actrices, a la vez que como límite en su sueño de ser actrices de verdad, más allá de cuerpos bonitos que se contonean ante la pantalla.

Los años desnudos es, por tanto, un ejercicio bien llevado, acertado en su equilibrio tragicómico, con interpretaciones solventes y el retrato de una España que no se ha reflejado muy a menudo en el cine. Una película digna de ver.

Calificación: 7-8

Il y a longtemps, 1 year ago, ayer

Yo era un erasmusito más que vivía su primer Halloween...






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jueves, 30 de octubre de 2008

Blossom



¿Os acordáis de Blossom? Unas de las intros más molonas de la historia de las intros. y no te cortes, sonríe ya (es una fieshtaaaaaaaa)... Sí, esa adolescente rarita que protagonizó una de las mejores sitcoms de su época. No vamos a andarnos con chiquitas (a partir de ahora, Almudenas): Blossom era díficil de mirar fea al "estilo Sarah Jessica Parker"*, más aún cuando se ponía al lado de su mejor amiga Six. Son mujeres feas que con el paso del tiempo, campañas de márketing y la costumbre empezamos a mirar con buenos ojos, porque a mí, Blossom, lo que es Blossom, me gustaba. Me gustaba el personaje por todo, por su vitalismo y sus incoherencias, porque creció delante de nuestras narices y sufrió lo indecible hasta hacerse una mujercita emocionalmente estable. Lo que más le pesa, además de ser judía, es su nariz. Pero hablemos de los secundarios. Six era la caña: estaba relativamente buena para su edad y para la mía por entonces, tenía una verborrea que ríete tú del Wyoming y una madre tan o más loca que ella. Blossom, sin saber cómo, acababa con el malote del instituto Blossom tenía un padre guay, un hermano buenorro y oto con cara de judío que además era drogadicto. La gente, a pesar de todo, le tenía envidia. Si no, no me explico cosas como ésta. Blossom es el primer personaje neurótico que recuerdo, con sus crisis existenciales (el hecho de que su madre los hubiera abandona y viviera en Francia no ayudaba), visiones de gente famosa y del extraterrestre Alf... Luego tenía un abuelo marchoso que de vez en cuando venía con algún amigo o novieta; y lo del padre, también ligón y que de vez en cuando se ponía a tocar el piano para recrearse en los capítulos con happy ending en los que la familia acababa junta cantando villancicos o canciones de estas moralizantes. Es importante decir que el hermano mayor tenía la misma nariz grande, aunque como ya tenía novias y trabajo, que era conductor de ambulancias, no le afectaba tanto. El hermano buenorro y tonto se llamaba Joey, así que si eres actor y ves una audición para un personaje llamado Joey, corre: tienes que estar cuadraete, ser un guaperas y vas a ser el tonto de la serie. La madre de Blossom, personaje ausente pero d vital importancia en todas las crisis de la muchacha, dio lugar a momentos cursis, lloreras, conversaciones antológicas por teléfono (yo aún guardo la imagen de Blossom hablando con su madre por teléfono, el único consuelo que le quedaba) y también originó un viaje a París, la crème de la crème del buen gusto para los american friends. Total, varios capítulos ambientados en la capital del viejo continente. Atentos al segundo video con Six y su madre hablando terroríficamente rápido.

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*estilo Sarah Jessica Parker: SJP es fea, muy fea de hecho. No hay más que ver su cara de caballo, esa nariz interminable y las orejas de soplillo; aunque la refinaran mucho para Sexo en NY está tía es antimorbo, y es que aunque a la mona la vistas de seda... ¿Por qué, pues nadie se atreve a decirlo claramente? Porque es el paradigma del glamour y HBO le regaló una serie, pero no es suficiente. Mirad atrás y juzgad vosotros mismos...

miércoles, 29 de octubre de 2008

Días de cine

Llevaba más de una semana con curiosidad por una película de la que no sabía apenas nada porque apenas hay información en la red, RH+:El vampiro de Sevilla. Película de animación y española, cosas ambas que sólo ha sabido resolver con cierto garbo Filmax con Nocturno o los pasajes animaados que aparecían en Frágiles. Bueno, mala mala mala, pero mala con ganas. El primer gag, completamente visual, ya deja entrever cómo transcurrirá todo el metraje: un murciélago que se estrella contra la cámara. A partir de ahí, nombres absurdos (Manuel Malasangre, los Condes Von Salchichen de Franfurt...) que sólo harán reír, y si lo hacen, a los más pequeños. Por lo demás, una trama absurda y humor muy tosco (como muy andaluz en el sentido malo del término). Y vale que el director es cordobés, pero hijo, te has lucío... El humor tiene que ser más sutil que todo eso. Dibujos horrorosos llenos de aristas, nada que ver con la animación que se hace hoy en día (incluso la que se hace en 2D). Y el intento de dirigir la película a todos los públicos la hace naufragar en cualquier franja de edad. Además, para tratar la ciencia ficción ya tenemos Futurama, no necesitamos historias estúpidas con extraterrestres venidos de Saturno a New York.
Era tan mala, tan mala que me salí a la mitad (creo que es la primera vez que lo hago) y me colé en la sala de al lado, donde ponían Los años desnudos, que está bien aunque no sé por qué la clasifican como una comedia, la verdad. Además, Félix Sabroso y Dunia Ayaso ya tocaron la cima con su serie para TVE, Mujeres, de la que desafortunadamente sólo se rodó una temporada. Y esta noche me voy otra vez al cine a ver otra española, creo que Sexykiller por las buenas críticas que está teniendo (y no es ironía); además, Macarena Gómez me cae bien y gossip gratuito es la novia de Jaume Balagueró. ¿Sabéis lo peor de todo? Que El vampiro de Sevilla tiene un Goya y fue seleccionada en el festival de Seúl y se llevó algo más en el de Toronto (será que el humor es universal, porque a los personajes sólo les faltaba cecear para acabar de ser vomitivos).

lunes, 27 de octubre de 2008

Canción de la semana


Para la última semana de octubre, ¿qué mejor que "October song"? La descubrí el otro día en el primer disco de Amy Winedrunk Amanda Bodega Amy Winehouse, Frank.Pues nada, espero que se escuche ya que en mi casa no se oye y no sé si es por la conexión...

Today my bird flew away
gone to find her big blue jay
Starlight before she took flight
I sung a lullaby of bird land everynight
sung for my Ava everynight

Ava was the morning, now she's gone
she's reborn like Sarah Vaughan
In the sanctuary she has found
birds surround her sweet soun
and Ava flies in paradise

With dread I woke in my bed
to shooting pains up in my head
Lovebird, my beautiful bird
Spoken 'til one day she couldn't be heard
she just stopped singing

Ava was the morning, now she's gone
she's reborn like Sarah Vaughan
In the sanctuary she has found
birds surround her sweet soun
and Ava flies in paradise

domingo, 26 de octubre de 2008

Poesía de Roberto Bolaño

QUEDESHÍM QUEDESHÓTH

Mala suerte acostarse con fenicias, yo me acosté
con una en Cádiz bellísima
y no supe de mi horóscopo hasta
mucho después cuando el Mediterráneo me empezó a exigir
más y más oleaje; remando
hacia atrás llegué casi exhausto a la
duodécima centuria: todo era blanco, las aves,
el océano, el amanecer era blanco.

Pertenezco al Templo, me dijo: soy Templo. No hay
pura, pensé, que no diga palabras
del tamaño de esa complacencia. 50 dólares
por ir al otro Mundo, le contesté riendo; o nada. 50, o nada. Lloró
convulsa contra el espejo, pintó
encima con rouge y lágrimas un pez: —Pez,
acuérdate del pez.

Dijo alumbrándome con sus grandes ojos líquidos de
turquesa, y ahí mismo empezó a bailar en la alfombra el
rito completo: primero puso en el aire un disco de Babilonia y
le dio cuerda al catre, apagó las velas: el catre
sin duda era un gramófono milenario
por el esplendor de la música; palomas, de
repente aparecieron palomas.

Todo eso por cierto en la desnudez más desnuda con
su pelo rojizo y esos zapatos verdes, altos, que la
esculpían marmórea y sacra como
cuando la rifaron en Tiro entre las otras lobas
del puerto, o en Cartago
donde fue bailarina con derecho a sábana a los
quince; todo eso.

Pero ahora, ay, hablando en prosa se
entenderá que tanto
espectáculo angélico hizo de golpe crisis en mi
espinazo, y lascivo y
seminal la violé en su éxtasis como
si eso no fuera un templo sino un prostíbulo, la
besé áspero, la
lastimé y ella igual me
besó en un exceso de pétalos, nos
manchamos gozosos, ardimos a grandes llamaradas
Cádiz adentro en la noche ronca en un
aceite de hombre y mujer que no está escrito
en alfabeto púnico alguno, si la imaginación de la
imaginación me alcanza.

Quedeshím qudeshóth*, personaja, teóloga
loca, bronce, aullido
de bronce, ni Agustín
de Hipona que también fue liviano y
pecador en África hubiera
hurtado por una noche el cuerpo a la
diáfana fenicia. —Yo
pecador me confieso a Dios.

* (en fenicio: cortesana del templo)

viernes, 24 de octubre de 2008

Así son las cosas...


Ya estoy harto de avergonzarme y harto de preguntas indiscretas, y harto de tener que pedir perdón por actuar como lo hago. Y cansado de que hasta a mis hermanos les de palo hablar de lo que me pasó este verano. Esto es todo lo que me pasó -y lo que me pasó por la cabeza en el momento-. Aseguro que no es ficción aunque esté narrado como tal, defectos de la profesión.Estoy bien, gracias, todo pasó hace más de 3 meses y he recuperado casi todo lo que tenía que recuperar... o casi todo.
10 de julio: me despierto con una sensación extraña, como de mareo, solo que yo mientras estoy tumbado nunca me mareo. Siento un brazo bajo la espalda. ¿Tengo tres brazos?, es lo primero que pienso, pero lo que se dice sentir, sólo siento el derecho y con éste me palpo lo que tengo bajo la espalda: reconozco dedos, dedos humanos y una mano y un brazo que han de ser míos aunque no los siento. Todo sigue a oscuras. Debido al mareo no llego a abrir la persiana, difícilmente a abrir la puerta justo a mi izquierda o encender la luz. La enciendo: hay dos brazos, aunque uno está dormido pero debe ser el mío. Me pongo en pie más tranquilo, abro la puerta, quiero ir al servicio que tengo justo delante, pero las piernas se cruzan torpemente y el cuerpo se deja caer de lado como ayudado por un peso adicional (quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?). BADABÚM. La caída es antológica, tiembla toda la planta. Yo también tiemblo desde el suelo y me asusto. Que venga alguien, que se despierte la familia. Intento incorporarme sobre los codos, pero el izquierdo no coopera. Me golpeo la cabeza con la puerta, que a su vez golpea la pared. Ruido escandaloso, ruido entrometido… y again: PLOF= cabeza-puerta-pared.
Llega la madre y le siguen los hermanos (a coro): qu’est-ce qui se passe? Intento hacerme entender, pero me cuesta hablar. No es por el idioma, es la lengua, la boca no me responde bien. Me duele la cabeza. No entiendo nada. Me llevan en brazos y en pijama al coche, de ahí al médico. Comienza la traca de reconocimientos, hacer muecas, responder preguntas y apretar manos, levantar y bajar piernas y brazos, etcétera. No diagnostican nada grave, tal vez migraña, de modo que me mandan de vuelta a casa, donde me acuesto hasta que llega mi madre francesa con galletas y cerezas para que coma algo, y es entonces cuando me doy cuenta por primera vez de lo que me pasa: no puedo masticar si no me ayudo empujando la mandíbula con la mano, y la comida se me cae por la comisura izquierda de la boca; me cuesta trabajo tragar, y el maldito dolor de cabeza… entonces me percato de que puedo estar sufriendo una hemiplejia izquierda. Los síntomas cuadran, segundo momento de miedo. Al rato llega uno de los hijos y veo que estoy peor, él también lo ve y propone llamar al médico. Intento contactar por Messenger con MJ, mi amiga-doctora-cuentacuentos (¡esta chica lo tiene todo!) y le digo, con gran esfuerzo y dedos torpes como morcillas: creo que me ha dado un infarto cerebral. Me pide que le ponga la cam para hacer reconocimiento visual, pero Internet no funciona muy allá…. No sé si al final consigue ver algo o no, porque todo se vuelve confuso. Llegan los paramédicos con una silla de ruedas, me echo un albornoz sobre el pijama —hace frío, es el norte de Francia— y empieza a sonar el teléfono: mi madre. Lo cojo y estoy convencido de que le dije: Mamá, estoy malo. Creo que me ha dado lo mismo que les daba a los abuelos, porque me duele la cabeza y tengo una pierna un brazo dormidos. Ella entendió: Blblblbllllnjkbjhghcvgj… enfermedad de los abuelos ….brbrbbrbbrbr…..ñas. Le paso con la madre, que le dije: Jose… malo… médico… ambulancia…. Hospital. A mi madre le dan los mil ataques, haceos una idea…. A mí no se me ocurre qué más puedo hacer, quiero pensar en alguien con quien contactar, pero no pensaba nada con claridad. Más tarde me he enterado de que también hablé con mi hermano, hecho que tenía completamente olvidado… y juro que intenté pedir auxilio de algún modo, pero en esa situación me era imposible.
Mejor sigo otro día, que escribir me agota…
En el hospital, tras media hora de ambulancia y una ciudad de por medio, me hicieron pruebas y nuevos reconocimientos: que no fumo, no bebo, no consumo droga, no, tampoco cocaína!!! (manda huevos). Mi familia francesa me había seguido en coche hasta el hospital de Rennes, y yo entonces no era consciente de que ya no volvería a la casa donde había vivido tan bien durante una semana. TAC, resonancia, ecocardiograma intraesofágico (sí, tan malo como suena). Me ingresan y me explican, todo en francés —cómo si no— que un coágulo en la sangre me ha llegado a la derecha del cerebro provocándome lo que comúnmente conocemos como infarto cerebral con la subsecuente hemiplejia izquierda. Me despierto al día siguiente totalmente desorientado, con oxígeno y suero enganchados a mí y veo a mis padres llegar por la puerta: su odisea bien merecería 3 emails más, aunque por lo pronto nos centramos de nuevo en mí, perdido del todo con un único pensamiento en la cabeza: ¿y mi teléfono móvil? ¿y mis cosas? ¿y todo lo que dejé en el dormitorio, todo lo que no llegué a recoger? ¿qué pasará con los niños si yo era el monitor? Poco a poco conseguí centrarme un poco, saber el día en que vivía y lo que sucedía. 24 horas habían pasado desde que me ingresaron, y el dolor de cabeza persistía con la misma intensidad. No he soportado más dolor en mi vida, y además durante varios días seguidos. Las cosas se calman paulatinamente, mis padres se van a descansar a casa de mi familia de acogida. Por cierto, ¿sabéis lo primero que les dije a los médicos en cuanto llegué al hospital? S’il vous plaît, vous pouvez me couper me la tête? Por favor, ¿me pueden cortar la cabeza? Se trata de una de mis temidas respuestas, no perder el sentido el humor por nada en el mundo.
Bueno, por casi nada. Estuve en el hospital de Rennes del 10 al 23 de julio con mi madre en el sillón de al lado, ya que mi padre tuvo que volver antes por problemas con el seguro y tal… y la peor pesadilla de cualquier joven es pasar mucho tiempo a solas con su madre, más aún cuando no hay escapatoria posible. Mi madre ha desarrollado una dependencia de su hijo que lo flipas, es algo sobrenatural. Si pudiera, se encadenaría a mí. Nunca había percibido con tanta claridad el salto generacional; gracias a dios, los primeros días el dolor de cabeza me ayudaba a abstraerme, jajajaja. Pues nada, casi dos semanas en una cama de hospital comiendo comida de hospital y teniendo por compañeros de habitación a mi madre o enfermos franceses —creo que uno de ellos murió… DEP—. Una fiesta, vamos. Por si fuera poco, mis mejores amigos estaban dispersos por medio mundo (y esto no es exageración: Norteamérica y Europa son medio mundo ¬¬)y no había manera de contactar con ellos directamente. Ahora que caigo, tenía más cosas en mente. Ante todo, he de decir que hay circunstancias en las que los pensamientos se convierten en obsesiones, como era el caso. Hice que un día mi madre me llevara el ordenador por si podía pillar Internet, y ya intenté comenzar esta carta, pero por entonces se me hacía imposible escribir y estaba sin Internet…
Otra obsesión de la que me siento especialmente contento y orgulloso es la de: el cumpleaños de María fue el domingo y no la he felicitado. Más o menos todos habréis oído de la escuela de verano para escritores noveles que organiza el Pacto (PAPEL), a cuyas dos primeras ediciones asistí, y da la casualidad de que este año coincidió con mi estancia en Francia y que María, la del cumpleaños, estaba allí como alumna. La llamó mi madre a petición mía y le contó lo que había pasado. Naturalmente, todos los demás también se enteraron, entre ellos la directora de PAPEL y Lorenzo Silva, yeah! Pude hablar con la mayoría una noche, cuando mi madre ya se había ido y nos habían apagado la luz de la habitación. No me he sentido tan querido nunca, aun a sabiendas de que estábamos a miles de kilómetros y quién sabe cuántos días. Creo que ése fue el mayor contraste de sentirme tan solo en muchas ocasiones, sobre todo de noche, noches de nervios e insomnio, a ese momento en que intenté hacer un hueco en la mente de la escuela, un hueco que se prolonga hasta ahora. Menudo susto y menuda putada, soy un cortarrollos, pero gracias mil veces más, escritores, Mollina y todo lo que os rodea.
Otra obsesión, los niños que estaban a “mi cargo” en Francia, porque no podía ni avisar a uno para contarles la situación.
Casi enfermizo lo de pensar en cuánto necesitaba contar lo que me pasaba a todos los que ahora leéis este correo. Ha tenido que pasar un mes, dos meses, casi nada… es asqueroso hasta qué punto necesitamos Internet cuando nos tienen cinco días desconectados. En cierto modo es como si dejáramos de existir.
Pensaba a diario que había que llamar a MJ, que la pobre las últimas noticias que tuvo sobre mí habían sido por Messenger, aunque no demasiado alentadoras. Y en el cine, en los estrenos que me estaría perdiendo, en todo lo que no estaba haciendo y tenía que hacer.
No tienen desperdicio todas mis caídas en los primeros días, para ponerles música de Benny Hill y enviarlo a un Videos, videos. Me levanto en mitad de la noche, se me cruzan las piernas, me falla la izquierda y… ¡segunda hostia! Ni alertar a los enfermeros nos hizo falta con la fuerza del golpe. Me dejan unos minutos en el servicio para peinarme, me levanto y ZAS, no en toda la boca pero sí contra toda la puerta corredera.
Volvamos a lo serio. Comencé con la fisioterapia o réeducation a los dos días del infarto. Era tan difícil y la fisio ponía tanta cara de alegría que me daban ganas de llorar. Es frustrante ordenar al cerebro algo y no poder ni coger un botón entre los dedos. Así se sucedieron dos interminables semanas en un hospital francés del que aún recuerdo el cartel de la ventana: ne rien jeter par la fenêtre, danger pour les personnes passant à proximité du batîment. Mi madre que venía todos los días; mi padre también hasta que volvió a España por problemas con la aseguradora, porque ésa es otra. Es imposible poner de acuerdo a dos hospitales y una aseguradora que no se entienden, y nosotros como elemento de unión. Porque, por si fuera poco, en el hospital personne ne hablaba español, es decir, durante las dos semanas ingresado en Rennes, yo tuve que hacer de intérprete para mí, para los médicos-enfermeras, mi familia y mi familia de acogida, y a veces con la aseguradora por teléfono…. Con la continua jaqueca y todo. EL día antes de volver a España subí y bajé escaleras por primera vez, y el 23 me llevaron en ambulancia al aeropuerto de Rennes, donde esperaba un avión clínico, pequeño, para mi madre y yo, un equipo médico y los pilotos. Me llevaron a Granada, del aeropuerto al hospital, y yo aún pensando en francés. Mi familia estaba allí a la espera de ver al enfermo y su evolución. Nada más llegar me ponen en observación, donde doy fe del sentido del humor de las enfermeras granadinas (y no es irónico) así como de comida de verdad. Luego me subieron a planta a una habitación sin aire acondicionado, entre dos octogenarios más pal otro barrio que pa éste, glups. Tras una semana me dan permiso de fin de semana, cuando fui a casa de mis tíos a las afueras de Granada y recibí la visita de varios amigos. El lunes volví, ya a otra planta junto a un hombre de treinta y tantos, y allí pasé dos semanas más de intensa rehabilitación y decenas de visitas, la mayoría de familiares y vecinos de Bélmez a los que ni siquiera conozco.Mi madre se ocupó de la centralita mientras tanto, y yo recuperé mi olvidado dolor de cabeza, que regresó hasta este momento. No se me ha ido la jaqueca aún, va y viene como una mala marea. Total, que con muchas ganas y medicamentos me dieron de alta el 7 de agosto, dos días antes de mi cumpleaños, aunque el 8 me dio un bajón de tensión por la medicación y tuve un divertido episodio de visión doble e ingreso en urgencias hasta que logré irme a casa. Se puede decir que llegué a casa y a mi pueblo extrañado, porque la última vez que los dejé lo hacía con la ilusión y nervios de una posible aventura en Francia, y ahora todo cobraba otro cariz. La esperanza de hacer una fiesta de cumpleaños se vio frustrada como el resto del día hasta convertirse en el cumpleaños más deprimente de la historia. No es quejarme por quejarme, pero se supone que una vez al año tengo algo que celebrar y esa mierda de coágulo lo habían revuelto todo, por mucho que me dijeran en el pueblo a poquito a poco (sic), si tú eres joven y eso no ha sido na, etc. Porque eso de que no ha sido na no se lo cree ni el Tato, y paciencia, pues estoy hecho un santo. Pero de ahí a que mi madre crea que me voy a romper al menor descuido, hay un trecho. Yo lo que ahora quiero, tras un verano aburrido y deprimente, extraño como ninguno, es volver a Granada y allí rehacer mi vida sin complicaciones de ningún tipo, sin presión salvo la que yo me quiera poner, pero ante todo con tranquilidad. Sólo me queda desde aquí agradecer las llamadas, mensajes, visitas (sorpresa o no) o cualquier muestra de preocupación y mi deseo de que nunca tengáis que vivir una experiencia como ésta que, inevitablemente, cambiará vuestra forma de ser y de plantearos la vida.
En definitiva, una mala experiencia, 5 semanas hospitalizado, tratamiento y seguimiento en estos meses, jaqueca irreversible, aún no saben qué tengo, sólo hay hipótesis, ya estoy mejor, la vida sigue y yo ya la hago medianamente con normalidad, ya he vuelto a leer y a escribir. Tres meses después, aún sigo con el dolor de cabeza. Wish me good luck.

jueves, 23 de octubre de 2008

De ranas y estanques

Resucito un cuento que se perdió cuando MSN tuvo la genial idea de borrar mi antiguo blog; se trata de mi primera colaboración en www.elcuentacuentos.com



La noche se nos hacía más y más lúcida, pero era una lucidez enfermiza, como podrida. Miré a la luna y la vi roja.
________-¡Vamos, corred, por el amor de dios! –apremié.
________Los niños apretaron el paso. Hacía tiempo que no oía sollozos, claro que el cansancio había hecho mengua en sus cuerpos diminutos. Una de las niñas había gritado cuando fuimos a por ella, pero los demás niños la alertaron de que nada podía hacer, de que estaría más segura con nosotros.
________Yo era el único adulto, y se notaba. Me miré en el reflejo del río mientras ellos cruzaban el puente. Pude ver a un hombre cansado, mayor… ¿senil? de cejas pobladas y un hoyuelo profundo en el centro de la barbilla.
________-Tengo frío –protestó un chaval rubio y escuálido. Las quejas de los demás no tardaron en llegar.
________-¿Quién es el mayor aquí? –pregunté.
________Todos señalaron al niño que había hablado.
________-¿Cuántos años tienes? –pregunté.
________-Nueve.
________-Pues yo tengo seis veces nueve, así que aquí el mayor soy yo. ¡Y no se aceptan más quejas! Todos lo habéis oído en vuestros armarios y bajo las camas.
________-Nos está asustando…
________-¡Eso es lo que pretendo! –exclamé. –Si no, no os moveréis de aquí. Todos nos ignoran, como si nadie pudiera verlo. Esa criatura… no olvidaré su voz helada: “Veeeeeeeeeen… veeeeeeeeen… las ranas mueren en el estanque, veeeeeeen”, decía. Yo la vi cuando tenía ocho años.
________-¿Cómo era? –articuló una niña con coletas.
________No, por supuesto que no sabían de lo que estaba hablando. Oh, no… si lo hubieran visto alguna vez, si lo hubieran sentido a un palmo de sus caritas inocentes… Ese espectro hizo de mí lo que ahora soy.
________-Tenía la cara aplastada como una baldosa arrugada, de color verde como las aceitunas. Sus ojos estaban en blanco, lechosos, y de ellos caía una sustancia amarilla como el azufre. Sí, azufre, olía a azufre. ¿Sabéis cómo huele el azufre?
________Todos negaron con la cabeza.
________-Eso está bien… Sí, es lo mejor. Si lo supierais jamás lo olvidaríais. Y no tenía manos, sino garras como las patas de un águila, negras y retorcidas. Pero eso no es lo que me dio miedo, ni su cuerpo cubierto de pelo, ni la sangre que fluía con el batir de sus alas. Lo que me aterró fue su boca. Yo estaba paralizado en un rincón del dormitorio y eso se acercó jadeando, respirando en voz alta. –Todos los niños estaban atentos con una mirada de pánico puesta en mí. Así debió de ser mi cara en ese momento. –Y abrió la boca y enseñó sus encías cubiertas de babas y sangre, me apresó con sus garras y cientos de diminutos y afilados colmillos amarillos rajaron las encías y nacieron de la nada. Todo eso fue muy lento. Balbució de nuevo: “Veeeeeeeeeen… veeeeeeeeen… las ranas mueren en el estanque, veeeeeeen”. Y cuando la nube de azufre surgió de su boca yo sólo pude gritar. Recordad una cosa, niños. Si se acerca, gritad con todos vuestros pulmones, no permitáis que os destruya.
________-¿Como a los otros niños?
________-Exacto. Y ahora ¡corred, vamos!
________-¡No podemos con estas cuerdas! ¡Vamos atados y tropezamos entre nosotros!
________Efectivamente, todos los niños formaban una cadena y estaban atados por los tobillos los unos a los otros.
________-¿Quién… os ha atado? –me atreví a preguntar.
________Varios de ellos me miraron con miedo y se apartaron. El mayor volvió a hablar pronunciando una sola palabra como si fuera una sentencia:
________-Usted.
________Me dejaron algo confundido por unos segundos, pero todo volvió a cobrar sentido.
________-No os podéis separar, porque si uno de vosotros desaparece lo tendremos que dar por perdido. Los niños muertos estaban solos en sus dormitorios o en la calle, pero nosotros estamos unidos.
________Un sonido interrumpió mis palabras. Una sirena a lo lejos, pero cada vez se oía mejor.
________-¡Vamos, vamos!
________Los niños reanudaron su trote hasta que llegaron al otro lado del puente. Entonces lo oí, juro que lo oí: “Veeeeeeeeeen… veeeeeeeeen… las ranas mueren en el estanque, veeeeeeen”. Una sombra se movió entre los arbustos y tuve que actuar.
________-¡Saltad al río! ¡Viene, está ahí! ¡Saltad, maldita sea!
________Los niños comenzaron a gritar y a llorar, cada uno intentando correr hacia un lado opuesto, pero las cuerdas lo impedían. Cogí al primer niño de la fila en brazos y empujé. Cayó por la tierra embarrada arrastrando consigo al resto de la hilera. Más sombras surgieron de la vegetación, pero los niños ya estaban a salvo. Estaban en el agua. Corrí al centro del puente y vi las cabezas hundiéndose en el lodo, moviendo las manos para intentar flotar, pero las piernas estaban presas. Eso no los podría coger. Me volví y encontré un arco de hombres armados apuntándome al pecho y gritando órdenes que ya no recuerdo. Volví a girarme para comprobar cómo las burbujas desaparecían; todo estaba acabado.

……………………………………….

El psiquiátrico es un lugar frío y desierto reservado a unos pocos. Dicen que yo maté a los niños, tanto a los primeros como a los que se ahogaron en el río. No saben de lo que están hablando. Ellos no lo oyen, no lo han visto. Aquí, mientras tanto, vuelve a oler a azufre.

martes, 21 de octubre de 2008

Km. 5


Hace un año nació Km. 0, probablemente el cuento más redondo que he escrito en más de un año. Violeta y Alberto/David os sonarán a muchos de vosotros. Pero ha pasado un año, y en este año muchas cosas han cambiado. Antes me saltaba clases en Swansea para acabar esa historia de amor, y ahora estoy en Granada un año más viejo y más torpe y más enfermo y más triste y menos brillante, pero para ellos han pasado en realidad 5 años y su futuro ya está escrito. Perdonadme por la impertinencia, pero esperaba esta fecha desde hace mucho tiempo.

Cinco años más tarde, el cabello de Violeta volvía a ser, tal y como dictaba la genética, rotundamente negro. La encontraron en su cuarto hasta arriba de pastillas. Un hilo de baba le caía por la comisura de la boca hasta la camiseta donde se podía leer Love hurts, there’s no glass. Nadie sacó nada en claro. Después de todo la chica era excéntrica, de modo que el hecho de que en todos los cristales de su casa estuviera escrito el mismo nombre no supuso una prueba irrefutable. Tenía los dedos ensangrentados y llenos de heridas, y bajo la almohada cinco cartas escritas con su propia sangre. Murió sin despedirse de nadie. En la ventana de enfrente sólo había una persiana cerrada a cal y canto. El alféizar se encontraba cubierto de lacasitos blancos que formaban tres montañas desiguales. Ni las palomas se atrevieron a tocarlos.
________Él no está lejos. Alberto vive ahora en una institución para enfermos mentales. Hay días en los que es el más cuerdo del lugar; otros, recoge con la boca cuanta lluvia puede hasta que deja de llover y grita que su nombre es David. A veces le da por cantar, dicen las enfermeras, quienes no reconocen las canciones de Caetano. No hubo Veloso para ella, ni té rojo ni fotografías. Cada paciente de la institución tiene un enser personal. Él dejó los libros. Alberto guarda, entre el elástico del calzoncillo y su piel, una foto en blanco y negro que le hizo a una muchacha de cabellos violetas. Hay días en los que está con ella y le habla hasta que viene alguien y le inyecta la medicación y vuelve a tirar de él para impedirle estar jamás con ella. Algunas historias están abocadas al fracaso. Nunca es tarde para volver al kilómetro cero.

lunes, 20 de octubre de 2008

Canción de la semana



Os os dejo una canción maravillosa que comparto con más gente y que descubrí gracias al sobresaliente final de Six feet under. Desde entonces, no puedo olvidar cada nota de esta melodía ni la imagen de Claire Fisher en un coche que la lleva a un futuro ya escrito. Disfrutad de ella, la canta una artista que se llama Sia y es la canción perfecta para las despedidas. Amistad en estado puro.

domingo, 19 de octubre de 2008

viernes, 17 de octubre de 2008

semen

No, la foto no es mía

Entro en Tuenti y me encuentro un anuncio para posibles donantes de semen, por lo que irremediablemente me viene a la cabeza esa entrada de hace poco más de un año en la que trataba, no sin sentido del humor, el tema. Muchos meses más tarde descubrí comentarios nuevos y anónimos de gente que parecía no habérselo tomado tan bien como mis lectores habituales.
________No me equivoqué en demasiado. Te pagan 50 euros por cada donación, y puedes donar una vez a la semana durante 6 meses máximo= 1200 euros por matarse a pajas. En cuanto entregas el botecito con tu simiente te pagan 20 euros, no sé si te dejan tiempo para lavarte las manos, y los 30 restantes cuando reciben los análisis. Tienen cuidado, y una vez que 6 mujeres se han quedado embarazadas con tu semen ya no puedes seguir donando POR LEY. Me sigue pareciendo un tema muy de coña, aunque ahora sé que este año yo quedaría descartado como donante por historial médico y genético. ¿Se puede rechazar, negar la genética de uno aunque ésta lo predisponga a ser un achacoso? ¿Es moral?
________Bueno, creo que tampoco fue muy acertado lo de: "mamá, gracias por los genes...¬¬". Esos genes que, dicho sea de paso, ahora van en mi semen. No, si al final lo mejor será que todos usen condones, no vaya a ser que el mundo se nos llene de desalmados, que ya sabéis: casi todo lo importante va en los genes. Yo, por ejemplo, soy rubio, lo que no quita que también sea fascinante. ¡Ruvios al poder, ruvios al poder! ¿Que a qué quiero llegar con esto? A que os replanteéis junto a mí el tema y decidamos si este mundo sería mejor con o sin brianedwardcitos, y que esas madres que lo son gracias a donantes anónimos de semen se replanteen si esos hombres no fueron a su vez producto de grandes campañas de publicidad o de una mala racha económica. Yo no juzgo, nunca lo hago. Pero tanto, tanto con lo de mujer-objeto, ¿pero qué pasa cuando es el hombre a no ser más que una fábrica de leche? (permitidme la desagradble pero apropiada comparación)
Mirad qué mozalbete tan feliz el de la imagen, aunque para mí que está pensando en todo lo que podría hacer con tanto condón de colores

miércoles, 15 de octubre de 2008

I wanna do bad things with you...


Qué cojones. True blood es condenadamente buena. Y no, no es Buffy. Me gusta Anna Paquin en el papel de Sookie, afeada a posta pero más carnal y sureña que nunca. Y me gusta su vampiro, la relación que tienen y la sexualidad que desprende cada imagen de la serie. Pero es que a mí de siempre me han gustado las cosas de vampiros, y no tengo nada que ver con los góticos estos que se corren con un dibujo de Victoria Frances, pero no dudaría en nombrar Buffy cazavampiros como mejor serie de televisión. Aparte, lleva sello HBO.

Esto es, amigos iniciados en las artes televisivas, algo así como etiqueta negra.
Y mientrs tanto, por aquí, una excelencia.

lunes, 13 de octubre de 2008

Me duele la cabeza

Primero es la situación. Después va el conflicto. ¿Qué sucede con los cisnes? ¿Qué les mueve a atacarse?
La respuesta es siempre amor o sexo.
Hay quien algún día pagará por estos escritos. Llevo días mal y no tengo con quién hablar. Con unos, porque el límite está puesto; con otros, porque opinan que no es más que otra pataleta emo sin sentido. But if there's justice, I didn't deserve that, did I? Ahora me quedan días de ir de un médico a otro, saltando entre especialistas hasta que uno dé con la clave de lo que me pasa. Será el psicólogo, ya veréis.Soy egocéntrico y narcisista, mi ondulado ombliguito es el centro del mundo. SO we say.
Podría volver a Swansea o a Bain-de-Bretagne, ambos me provocan taquicardias por igual. O irme a la sierra unos días con los amigos, ¿por qué no? O pillar un tren de estos pa estudiantes y hacerme un verano un interraíl. Conocería países nuevos, gritaría cuanto quisiera (hay que hacer un corto) y se me olvidaría esa palabra sin sentido: headache.
Y sacaría tiempo para leer a Bolaño, Bukowski y Fante, entre otros. Y a Quiroga y a José Olivio quien sea. Y aprenderé mucho y suspenderé lo justo lo imposible. No si doy pena.

jueves, 9 de octubre de 2008

Apuntes sensitivos


I) Llegó el momento de apagar las luces de neón, sentarnos a sintonizar el viejo transistor, quizas este no sea un buen momento, pero llevamos varios años sin encontrarlo y sin encenderlo. Lo verdaderamente extraño, la sensación de soledad estando siempre acompañándonos, yo sólo quiero hacerte reír de vez en cuando, desde aquí hasta el sol. Desde aquí hasta el sol. Pues siempre serás tú la más intensa melodía, tú, la nota que jamás se olvida, tú te quiero como a nadie más podría, desde aquí hasta el sol... pues eres tú la llama que encendió mi vida, tú, la estrella que siempre me guía tú, me llevas como nadie más podría, desde aquá hasta el sol, desde aquí hasta el sol....


II) ¿Acaso fue en un marco de ilusión,
en el profundo espejo del deseo,
o fue divina y simplemente en vida
que yo te vi velar mi sueño la otra noche?En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
taciturno a mi lado apareciste
como un hongo gigante, muerto y vivo,
brotado en los rincones de la noche
húmedos de silencio,
y engrasados de sombra y soledad.Te inclinabas a mí supremamente,
como a la copa de cristal de un lago
sobre el mantel de fuego del desierto;
te inclinabas a mí, como un enfermo
de la vida a los opios infalibles
y a las vendas de piedra de la Muerte;
te inclinabas a mí como el creyente
a la oblea de cielo de la hostia…
gota de nieve con sabor de estrellas
que alimenta los lirios de la Carne,
chispa de Dios que estrella los espíritus.
Te inclinabas a mí como el gran sauce
de la Melancolía
a las hondas lagunas del silencio;
te inclinabas a mí
de mármol del Orgullo,
minada por un monstruo de tristeza,
a la hermana solemne de su sombra…
te inclinabas a mí como si fuera
mi cuerpo la inicial de tu destino
en la página oscura de mi lecho;
te inclinabas a mí como al milagro
de una ventana abierta al más allá

¡Y te inclinabas más que todo eso!

Y era mi mirada una culebra
apuntada entre zarzas de pestañas,
al cisne reverente de tu cuerpo.
Y era mi deseo una culebra
glisando entre los riscos de la sombra
¡a la estatua de lirios de tu cuerpo!

Tú te inclinabas más y más…y tanto,
y tanto te inclinaste,
que mis flores eróticas son dobles,
y mi estrella es más grande desde entonces.
Toda tu vida se imprimió en mi vida…

Yo esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico; un abrazo
de cuatro brazos que la gloria viste
de fiebre y de milagro, será un vuelo!
Y pueden ser los hechizados brazos
cuatro raíces de una raza nueva.

Y esperaba suspensa el aletazo
del abrazo magnífico…
¡y cuando
te abrí los ojos como un alma, y vi
que te hacías hacia atrás y te envolvías
en yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra!



III) ...como un puñado de cisnes locos e interrogantes...


IV) Y mis ojos tóxicos no quieren ver
ni sostener...
...que ya no somos invencibles
ni increibles
Tú y yo ya no nos queremos
y por eso no nos vemos

martes, 7 de octubre de 2008

True blood (1)

Querida Charlotte:

Como lo prometido es deuda, aquí tienes mi carta estival tras el fracaso que supusieron las tres anteriores; no creas que no espero tu respuesta. Sólo te voy a pedir algo que considero innecesario, y es que creas cuanto te cuento a continuación como yo creí tu historia de la bailarina en la casa abandonada. Comienzo por el mismísimo principio. Charlotte, ¡cómo te echo de menos, a ti y a toda la familia Hurel! Espero poder regresar pronto, no ya a estudiar pero sí a veros y pasar varios días en Rennes, lejos de la locura en la que se ha transformado toda la estepa.
A mí nunca me han importado las diferencias de edad, ya sabes, pero cuando le dije que doscientos años era demasiado se puso hecho una fiera, que lo que yo era es una hipócrita, que lo miraba todo con lupa, hay que joderse, ¡pues no va luego el tío y se larga un salto de cinco metros que me dejó a mí plantada, a dos velas y muda como nunca lo he estado! Pero no, no fui detrás de él suplicando. Después de todo apenas nos conocíamos, y la última impresión que quería darle era la de estupidez.

Cuando vi por primera vez luces encendidas en la casa de enfrente me despertó la curiosidad. Después de todo, la ciudad más cercana se encuentra a media hora en coche y aquí no hay más familia que la mía. De hecho, la primera luz en encenderse fue la del cuarto de Edward. Llegaron en mitad de la noche y los focos de la furgoneta familiar —que no era precisamente silenciosa— invadieron con su fulgor blanco la oscuridad de mi cuarto. Me levanté y observé mientras descargaban las primeras cajas; se encendió una luz en el piso de arriba, justo la ventana opuesta a la mía. Al cabo de unos minutos apareció al otro lado del cristal un joven que intentaba con poca fortuna cambiarse de ropa, ya que el jersey se le quedó atascado a la altura del hombro. Estaba casi segura de que no me podía ver con la luz apagada, y con la luz apagada permanecí cerca de una semana con el único propósito de descubrir al nuevo vecino que, como cualquier adolescente, no hacía más que pasearse sin camiseta, de vez en cuando hacer abdominales o flexiones y, muy de vez en cuando, leer alguna revista en su cama. No obstante, había algo inquietante en él. Fuera la hora que fuera, siempre lo encontraba despierto en su dormitorio, en ocasiones mientras hacía dibujos con un dedo y vaho sobre el cristal. La noche en que Vika se quedó a dormir en casa, se percató de otra cosa bastante distinta:

—Tiene que ser mayor. Y es inquietante. Fíjate, si ni siquiera se hace pajas.

—Puede que todos los tíos no se ocupen todo el tiempo de lo mismo.

—Nadia, por favor… —protestó con gesto de paciencia agotada. —Tú conoces muy bien a mi hermano.

—Ya, pero lo mismo este tipo es distinto.

—No sigas por ahí—advirtió tajantemente. —Pero es guapo, y además se ha mudado frente a tu casa, justo frente a tu cuarto. Puede que se trate de una señal del destino. O lo mismo es porque yo tengo que conocerlo o…

—¿Ya has vuelto a ver Serendipity?— corté sin concesiones.

Vika siempre ha sido así, cuando se le ocurre algo es incapaz de contener sus pensamientos, así que acaba soltando una verborrea que la mayoría de las veces no tiene sentido, pero nos conocemos, y yo sé cuándo no vamos a ninguna parte. Charlotte, contigo esto no me pasó ni una sola vez. Siempre nos entendíamos a la primera. No sabes las ganas que tengo de que vengas ya. Pero bueno, mejor te sigo contando.

Pasé más noches observando el cuarto del nuevo vecino; más tarde me enteré de que se llama Roger. Por cierto, a los pocos días desapareció Bigotes y empezamos a encontrar topillos muertos alrededor de toda la casa, pero el gato no ha vuelto a aparecer. Mi madre está muy afectada, son muchos años ya… Una tarde, al salir de casa, me encontré de frente con Roger. Entonces me di cuenta de lo blanca que tiene la piel, y de unas marcas circulares, como tatuajes, que tiene en las palmas de las manos. Me saludó con un seco hola y se fue en bicicleta. Pero lo mejor viene ahora, porque en cuanto desapareció en la estepa se volvió a abrir la puerta de su casa y apareció su madre.

—Hola —saludó. En el buzón sólo había escrito un apellido: Kroke.

—Buenas tardes —respondí, y a punto estuve de corregir al ver que de día quedaba poco más que el vestigio de la última luz grisácea.

—¿Qué hacías con Roger?

—¿Cómo…?

—No disimules, sé quien eres. Eres la chica de la casa de enfrente. Te he visto vigilarnos.

—Disculpe, no pretendía entrometerme ni nada por el estilo. Pero no sé quién es Roger.

—Roger es mi hijo, el que acaba de salir. Bueno, no es realmente mi hijo, somos su familia de acogida. Él viene de muy lejos, y al trasladarse a Rusia para estudiar necesitaba una familia de acogida y nosotros fuimos los escogidos. Maldito el día… ¿Sabes? Yo que tú me andaría con cuidado, Roger no es lo que parece. Él hace cosas malas, ¿entiendes?—preguntó, y el modo en que pronunció cosas malas me produjo un escalofrío de dentro del pecho hasta la columna.

—¿Cosas malas? —pregunté yo como una estúpida. —No sé a lo que se refiere… pero me andaré con cuidado en todo caso. Gracias, señora.

Me echó una mirada escéptica, sonrió para sí misma y me agarró con las dos manos.

—Ven, tienes que ver algo… —dijo.

Acto seguido abrió la puerta y me invitó a entrar. La casa era tan vieja como la mía, con las paredes cubiertas por un papel amarillento que comenzaba a desdoblarse por las esquinas. Todo estaba muy oscuro, la noche ya había caído.

—Vamos, aprisa —me apremió con un fuerte susurro.

Subimos la escalera enmoquetada hasta una segunda planta más pequeña y oscura que la primera. Había dos puertas de madera enmohecida.

—Éste es su cuarto —anunció mientras habría con una llave oxidada. —Todo es muy viejo aquí, y no consigo que se vaya este olor.

Efectivamente, el aire estaba enrarecido, pues olía a cerrado, a materiales viejos y en descomposición, a polvo acumulado y a algo más. La habitación era del tamaño que imaginaba, y olía mucho a cera derretida. La mujer encendió un quinqué oleoso, y por un instante fue como si todo cambiara a la luz de la llama naranja y cobrara vida con el movimiento de las sombras. Se dirigió a un escritorio ante la ventana desde la que se veía mi cuarto e iluminó varios montones de cuadernos y hojas manuscritos, así como varios libros forrados en piel de aspecto viscoso y realmente desagradable. Leí los títulos, aún los recuerdo por su rareza: Necronomicón, Daemonolorum y De Vermis Mysteriis. Había, además, montones de velas por todas partes: unas sobre los muebles, otras sobre el suelo, enteras, derretidas, de todos los colores… pero lo que más me llamó la atención fue una foto suya con una sotana y alzacuellos.

—Vámonos de aquí, no quiero que nos encuentre husmeando entre sus cosas. No sé de lo que sería capaz —advirtió.

Bajamos las escaleras y me condujo a un salón pequeño y recargado. Todo estaba lleno de jarrones y animales disecados. Junto a la ventana había un sillón grande, con brazos altos. Cuando me acerqué pude ver a un hombre —o lo que quedaba de él— apoltronado y con la vista perdida en algún punto más allá del cristal polvoriento.

—Éste es mi marido. Se llama Hugo, perdona que no te preste atención, él lo dejó así. Enloqueció, mi Hugo.

—No pasa nada… —comenté por pura cortesía.

Fue entonces cuando me fijé. Vi los ojos en blanco y todas las marcas de la cara, como pequeños círculos morados. Hugo babeaba por la comisura del labio, y entonces comenzó a hablar con voz grave.

Me asustó su modo de expresarse casi antinatural. Sólo pronunciaba nombres, pronombres y adjetivos con ese mismo tono monótono y grave.

—Fueron esos libros. Una noche, cuando él salió, entramos en su cuarto y Hugo abrió los libros del escritorio. Se volvió loco, por la noche me hizo cosas que nunca había hecho y habló en una lengua extraña, animal.

Ese hombre de pelo cano y mirada perdida tenía cuarenta y ocho años, como descubrí con asombro poco más tarde. Yo misma vi la documentación que lo acreditaba, pero aparentaba al menos sesenta años mal llevados.

Por la ventana llegó una luz titilante que parecía hacerse cada vez más grande, como la que proyectaría la dinamo de una bicicleta.

—¡Vamos, corre! —apremió la mujer a la vez que amontonaba un puñado de papeles en una carpeta destartalada.

Llegué hasta la puerta en tres saltos justo para ver llegar a mi padre en su moto. No hacía ruido porque bajaba en punto muerto por la cuesta. Entré con él en casa y me encerré en el dormitorio a observar la llegada de Edward. Cuando entró en su casa pude ver la silueta de su padre en la ventana; ahora todo era distinto, cada imagen que antes me parecía normal ahora guardaba un cariz espeluznante, sobre todo si pensaba en los señores Kroke.

De todos modos no hablé con Edward hasta tres días más tarde. Nos volvimos a encontrar bastante tarde, cuando yo venía de un bar. Abrió su ventana, saltó y cayó
de pie.

—Hola, vecina—me dijo.

—Hola, me llamo Nadia.

—Yo soy Edward, aunque lo mismo ya sabes cómo me llamo.

—Kroke, Edward Kroke, ¿no? Es que un día vi a tu madre.

—No, sólo Edward Stanniford. Ésa no es mi madre, sólo son una de esas familias que ofrecen su casa para acoger estudiantes, y por eso estoy aquí —explicó.

Con la poca luz de la noche lo observé con atención. Es muy atractivo, más de lo que pensaba Vika. El pelo muy negro y revuelto, medio de punta, y la cara como el resto del cuerpo, largo y espigado. Tenía, eso sí, la piel muy clara, casi blanca, pero no ese tipo de blanco lechoso y asqueroso que tienen algunos tíos gordos, porque Edward es puro músculo a simple vista.

—No te conviene mucho caminar sola a estas horas.

—¿Eso es una amenaza?

—Tómalo como un consejo y una advertencia, Nadia. Cualquier criatura podría atacarte…

—¿Cómo qué? Yo aún no he visto ningún león en la estepa, y que yo sepa tú tampoco eres lo suficientemente mayor como para andar solo.

—Nadia, tengo doscientos treinta y cinco años.

En ese momento juro que le creí, y cuando saltó varios metros hasta encaramarse al árbol grité, pero alguien me tocó el hombro. No era él, hubiera sido demasiado extraño hasta para la situación. Era Vika. Le conté lo de Edward y se volvió casi loca. Empezó a llamarlo a voz en grito, provocándole cada vez más. Él nos dirigió una mirada furibunda y de otro salto se plantó ante nosotras, momento que Vika aprovechó para esconderse en mi casa.

—Es guapa. Tu amiga. ¿Cómo se llama?

—¿Eh…? Se llama Vika, Vika, sí.

—Vika… —repitió con una sonrisa de medio lado. Estaba tan sexy.

—Si quieres te la presento —propuse.

—O tal vez podíamos conocernos nosotros un poco mejor, Nadia.

Juro que se me paró el corazón y no supe qué decir. Nos quedamos callados al menos veinte segundos uno frente a otro.

—Eres valiente, Nadia. ¿Verdad?

—Bueno, yo… —No sabía a dónde quería llegar.

Lo dejé donde estaba y subí corriendo a mi cuarto. Esa noche se desnudó en su cuarto para mí, y desde entonces no pienso más que en él.

lunes, 6 de octubre de 2008

Otro American idiot


Sale a la luz mi proyecto de mayor secretismo para el que no lo haya visto aún:
http://otroamericanidiot.blogspot.com/

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King