And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

jueves, 30 de septiembre de 2010

The Runaways: rock n roll descafeinado

SEXO, DROGAS Y ROCK N’ ROLL

¡Kristen Stewart era una buena actriz!

Es demasiado fácil esperar de un biopic algo novedoso, rompedor cuando tratamos con estrellas de rock. Cierto es que el ámbito de la música ha dado experiencias tan estimulantes como The Wall (Pink Floyd) y otros ejercicios demasiado clásicos, demasiado académicos como son, por ejemplo, Ray o La vie en rose, películas creadas para lucimiento de sus intérpretes (ahí están sendos Oscars para Jamie Foxx y Cotillard). No obstante, con los roqueros la cosa cambia. Pero no se engañen: The Runaways fue un grupo de roqueras adolescentes que tuvo una subida tan repentina como su bajada. Así pues, no nos podrían ofrecer una disección y juego tan interesante como si estas chicas fueran Bob Dylan en I’m not there.
            The Runaways, como decía, cuenta la formación del grupo de punk-rock homónimo, su subida a lo más alto y su separación al poco de tocar la cima. En concreto, se centra en las vidas de su vocalista y su guitarrista, ya que el resto de las miembras no cedieron sus derechos de imagen para ser representadas en la película. Esto, contrariamente a lo que se podía pensar, le hace un favor a la película, ya que si bien su guión renquea en un intento de centrarse en dos personajes, si tuviera que hacerlo en los cinco la tarea se volvería imposible. Para ello el guionista creó un tercer personaje (bastante secundario) a partir de las tres chicas ausentes. Para más inri, todo tiene lugar en 1975, una época de excesos donde el rock prevalecía y donde los músicos se convertían en iconos en muy poco tiempo. En el caso de las Runaways, por ejemplo, se las comparó con todas las bandas míticas, haciendo hincapié en el hecho de que eran mujeres y eran muy jóvenes. Rock para adolescentes en el que se podían entrever las raíces del grunge que primaría una década después.
            Dakota Fanning da vida a Cherie Currie, vocalista de The Runaways con tan sólo 16 años y principal afectada por la montaña rusa que supuso su participación en la banda. La composición de Fanning es, sin duda, lo más interesante de la película. Más allá de la polémica que ha provocado su personaje (estúpida polémica; se trata de un biopic), la actriz demuestra con 15 años una madurez que otros actores tardan décadas en alcanzar. Dakota Fanning ya no es una niña, como demostró hace un par de años en Hounddog, y nos alegra que siga escogiendo sus papeles con inteligencia (ella sola vale más que toda la saga de Crepúsculo). Su partenaire es, curioso, Kristen Stewart, la casta Bella Swang que ha enamorado a hordas de adolescentes. Se merece Stewart también todas las alabanzas, ya que su retrato de la guitarrista Joan Jett nos hace olvidar su malogrado quehacer en la citada saga. Es más, el hecho de que estas actrices se sigan involucrando en proyectos en cierto modo independientes confirma la tendencia que siguen los niños prodigio de su generación (ahí están Abigail Breslin, Soirse Ronan). Como guinda al pastel encontramos a Tatum O’Neal (otrora niña prodigio) y a un sobresaliente Michael Shannon (con su Oscar por Revolutionary Road) como manager del grupo.
            Floria Sigismondi, directora y coguionista, viene del mundo del videoclip (ha trabajado con artistas de la talla de Sigur Ros e Interpol), y si bien sabe desenvolverse tras la cámara (tiene escenas y planos verdaderamente inteligentes), con el guión tropieza a menudo, lo que hace que toda la cinta se resienta. Presentación de los personajes, unión de la banda, ensayos, drogas, sexo, conciertos, el boom, más drogas, algo de drama familiar, conciertos, drogas, caída y redención. Todo muy atropellado, cierto, pero Sigismondi tiene buen gusto al tratar la relación entre las dos protagonistas y el mundo del rock desde dentro, tal y como lo hacía (ahora sí, de modo mucho más inteligente) Casi famosos.
            Al menos hay algo que no se le puede achacar a la película, y es que musicalmente está bien servida de grandes temas tanto propios como ajenos. De este modo, son los conciertos, ensayos… las actuaciones en general las únicas partes que brillan. Pero bien hecho.
            Vamos, es una lástima que una historia que podía haber dado para tanto se quede en la superficie, que la directora no haya decidido arriesgar más, ya que el reparto está entregadísimo y podían haber ofrecido el biopic roquero definitivo. Los ingredientes estaban, pero el plato se ha quedado a medio hacer. Le daremos un 7.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Queridos niños (el principio de todo)



Hace nada me acabé Los renglones torcidos de Dios. Maravillosa. Torcuato Luca de Tena nos ofrece una protagonista insoportable por la que nos hace sentir empatía a pesar de todo. Todo tiene lugar en un psiquiátrico. Como en Alguien voló sobre el nido del cuco, pero más real. Con todo tipo de enfermedades. Se nota que el autor se informó bien, pasó tiempo encerrado entre paredes acolchonadas con esos renglones torcidos de Dios, con gente que perdió la cabeza, que nunca la tuvo en su sitio, que la tiene demasiado bien situada... gente excepcional, en cualquier caso.  Me costó decidirme a leerlo, pero un amigo me lo recomendó mucho y me lo regaló. De las
pocas veces que me regalan un libro (no entiendo por qué esto no se da más a menudo). Después de esa lectura tan intensiva (recordemos que lo último que había leído fueron la brillantes novelas de Ricardo Menéndez Salmón: Derrumbe y El corrector, a cada cual mejor) me han entrado ganas de escribir. Ahora estoy leyendo una de las novelas por las que uno se puede sentir orgulloso de leer a Stephen King: El resplandor. Espléndida. La destrucción gradual de una familia narrada a través de los fantasmas de un hotel maldito. Eso es lo bueno que tiene el terror: se le pueden dar mil lecturas, y si se buscan los recursos adecuados se pueden hacer unos análisis más que interesantes. Voy por la mitad del libro, con los primeros acercamientos de Danny, el niño que esplende, a la habitación 217 ("No entres en la habitación 217 por nada en el mundo. Ahí vi cosas terribles"), y con la creciente desesperación de un padre alcohólico... Y eso que aún no están aislados.
              Todo esto lo cuento porque me han dado ganas de escribir. Muchas. Una historia con muchos personajes, cien historias entrelazadas, niños especiales... La novela se titulará Queridos niños, y habla del Apocalipsis y de los supervivientes, de cómo afrontan el fin del mundo... De un nuevo orden mundial. Es una novela de género al cien por cien. Todo nace de un hecho inexplicado e inexplicable. El mal está en todas partes. El miedo. La muerte. El amor. Héroes y villanos. Un hotel maldito. Princesas. Pedófilos. Asesinos. Suicidas...
             Para entrar en el juego, os dejo el primer párrafo de la novela, que dice así:

Todos los niños tienen miedo.
            Bueno, en realidad todas las personas tienen miedo, no sólo los niños. Miedo a envejecer, a la enfermedad, a los espíritus, al mar, a los peluches, a las FARC, a las orugas, a los payasos, a los políticos —disculpen la unión de ideas—, a los curas, a la sangre, a los muertos, a los cementerios, a los adivinos, a una plancha caliente, al fuego, a los perros, a la discriminación, a los aviones, a los bolígrafos. Miedo, en definitiva, a la vida.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Series y series y series y un verano que se acaba (II)

Pero no ha sido eso lo único que he visto este verano. Con tanto estreno y tanta búsqueda y tan poca vergüenza, me acabé enganchando a otras ficciones que iré desgranando a continuación.
           Tenía guardada en una carpeta la última temporada de una de mis series predilectas: Nip/Tuck, que siempre nos ha aportado tramas culebronescas muy desfasadas (en cuanto a cualquier tipo de mesura), personajes extraordinarios u ordinarios, a secas, y cantidades ingentes de sexo y quirófanos. Toda una revolución, si bien es cierto que esta temporada última ha sido bastante descafeinada, y el final decepcionante. No es de extrañar, ya que el tipo que ha pergeñado todo esto, Ryan Murphy, ha estado liadísimo con Come, reza, ama y la primera temporada de la exitosísima Glee.
           Más me ha gustado lo que he podido ver de Caprica, que toma lo mejor de su serie madre, BG (recordemos que Caprica no es más que la precuela menos precuela de la historia). Si en Galactica había golpes de estado, huidas interestelares y profecías místicas, en su hija hay atentados terroristas, luchas de poder, filosofía, vicio... Como veis, una serie tan madura como mamá. Es más, creo que se perfilará como otra de las grandes olvidadas por los premios televisivos, ya que a pesar de su material humano y filosófico tan intenso, su principal baza, la considerarán una serie de ciencia-ficción, de robots, maquinitas y naves espaciales, y por ende algo estúpido. Gracias por los prejuicios.



            A la que sí me he enganchado es a The Big C, y es que a pesar de las reticencias de las que hablé, considero que su discurso liberal y optimista bien le valen mi atención. Tiene demasiados puntos negativos, cierto, como al insoportable hermano de la protagonista y la actitud estúpida de Laura Linney. Además, le está costando encontrar su tono, aunque el episodio 4 me gustó; ahí lo hilaron. Y como punto gordo de la serie, la dinámica entre Cathy y su alumna obesa (¡gran Gabourne Sibide!). Si siguen por ahí, pueden lograr algo bueno, aunque me da la sensación de que Showtime me cuenta una y otra vez lo mismo :S
          Ahora, una confesión: me engancho a reality shows, es inevitable, pero nunca había tenido que descargar ninguno americano. El culpable en concreto no es otro que Top Chef, un programa en el que alrededor de diez cocineros compiten semanalmente por permanecer en el concurso sacando adelante platos exquisitos en circunstancias imprevisibles. Les hacen cocinar en pleno desierto con una lata de chapa como sartén o con aperitivos de la marca Cheetos un plato de nouvelle cuisine. Como veis, una tontada digna del tonto más grande, pero una tontada que engancha, diablos... Además, si os gusta medianamente la cocina, ya está todo hecho. Como me pasó a mí. Una temporada en dos o tres días. Fantabuloso.

           Una de las series más extrañas y desconocidas (porque ha pasado desapercibida) del año, Gravity, también me enganchó. Por su punto de partida. Por su humor negro. Por su extrañeza, su excentricidad. Podría estar perfectamente tras ella la cabeza de Bryan Fuller: un grupo de suicidas que han fallado en su intento de morir tienen que ir a reuniones para rehabilitarse y reincorporarse en la sociedad. La protagonista tiene una belleza frágil, sobrecogedora, llamativa... y vale la pena por su única temporada, aunque no es ninguna maravilla.
           Y para cerrar, lo dejaremos con una OBRA MAESTRA: Treme. Nueva Orleans postKatrina, David Simon, David Mills, música negra, John Goodman, una ciudad destruida y la reconstrucción de ese escenario caótico. Es tan realista que podría pasar por un docushow gracias a las interpretaciones de su elenco y a las localizaciones. Y HBO. ¿Qué más se le puede pedir? Que la gente le dé una oportunidad. En este momento, es lo mejor que está pariendo la televisión por encima de Madmenes y Breakingdades... Pero claro, el jamón 5 J sabe raro si uno sólo come mortadela. Quiero creer que todos acabaremos paladeándolo y congratulándonos por esta magia y esta oportunidad de viajar al centro del huracán desde el sofá de casa...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Series y series y series y un verano que se acaba (I)

Jessica... se le saltan los colmillos sin querer xD
Ùltimamente no he visto demasiadas series. El verano me ha tenido más atareado de lo previsto, y en cualquier caso los días en Bristol me alteraron todos los planes. A pesar de ello, he logrado ver la tercera de True Blood, que como siempre nos ha regalado momentos únicos. Creo que a estas alturas todos sabemos que no es una buena serie, o al menos no una buena serie tal y como concebimos el concepto de "buena serie". Los efectos son exagerados, las actuaciones pasadas de rosca; sus personajes, pintorescos y las tramas, alucinantes y alucinadas. Una serie imposible, y creo que por ese motivo se nos ha convertido en imprescindible a muchos. Además, para qué negarlo, su reparto tiene un morbazo irrefrenable, desde el nórdico Eric a la pelirroja y eternamente "virgen" Jessica. Todos sus episodios son entretenidos y muy imprevisibles. A ver cómo sigue la cosa en la próxima temporada, que si bien no hemos tenido un gran cliffhanger en plan temporada 1, la situación para casi todos los protagonistas ha cambiado mucho.


Cast de 30 Rock
              Eso por un lado. Ahora, la serie de la que más enamorado estoy: 30 Rock. Reconozco que es una serie a la que cuesta pillarle el punto, tiene un sentido del humor muy particular (bastante inteligente, pero no en plan snob) y sus personajes son bastante arquetípicos. Me río muchísimo, pero muchísimo, a mandíbula batiente con dos de ellos: la grandísima Jane Krakowski y el inenarrabe Jack McBrayer. En serio, no entiendo por qué todo el mundo pone por los aires a Liz Lemon (que es grande, lo sabemos, pero no es para tanto) o, mucho menos, a Alec Baldwin. A quien echo muchísimo de menos es a la amiga y compañera en SNL de Tina Fey, Rachel Dratch, que en la primera temporada aparecía de vez en cuando para hacer de borracha, prostituta eslava o cualquier otro personaje pintoresco. Una lástima que ya no cuenten más con ella. Lo dicho, igual porque la serie tiene lugar en el estudio de una cadena de televisión me tiene maravillado (me pasó lo mismo con Studio 60, que era mucho mejor aunque no era una comedia). Estoy a punto de ventilarme la cuarta temporada, pero no quiero por miedo a quedarme sin comedia fácil de ver y efectiva, que es difícil de encontrar. Entiendo la adulación  por parte de la crítica y los expertos: 30 Rock encaja muy, muy bien en todos sus aspectos, aunque técnicamente no sea más que otra serie de tres al cuarto.
             En  mi búsqueda de la comedia definitiva me he cruzado con nada más y nada menos que Cheers. Me estoy viendo la primera temporada. No sé, una sitcom muy tradicional, sin grandes gags ni bromas desternillantes que basa su valor en la construcción de sus personajes y la relación entre estos. Me ha sorprendido muchísimo lo guapo que era Ted Danson, principalmente porque, aunque no haya envejecido mal, en Damages y Bored to Death tiene el pelo blanquísimo y se le notan los años, por mucho que siga con espíritu de joven arrebatador. Creo que seguiré con la serie porque es una de las míticas, dio lugar a varios spinoffs y bueno, creo que vale la pena, porque ni Friends brillaba en su primera temporada...
             Dexter. Esta serie me puede. Recuerdo que de la primera temporada  llegué sólo a la mitad porque ME ABURRÍA. Todos alababan la composición de Michael C. Hall, pero quienes lo habíamos visto en A dos metros bajo tierra sabíamos que era capaz de mucho más. He seguido la pista al asesino de asesinos por medio de blogs y webs especializadas hasta esta cuarta temporada, donde me obligué a verlo de nuevo para que me sorprendiera y maravillara como al resto de los mortales. ME VOLVÍ A ABURRIR y lo retomé hace un par de meses por ver el grandilocuente final. Sin duda, lo mejor de la cuarta temporada ha sido John Lithgow, a quien conocíamos gracias a esa maravilla que era 3rd Rock from the Sun (¬¬ Cosas de marcianos), y que da vida a un personaje mucho más complejo que el propio Dexter Morgan. Total, la historia de amor de Laguerta me la pelaba mucho, mucho. Es decir, de las tres o cuatro tramas de la temporada sólo me importaba la inquietante relación entre Dexter y Trinity, de modo que me sobraba todo el resto. Me ha sorprendido encontrar a una Julie Benz tan aburrida, con el juego que daba en el Buffyverso (lo siento, los fanes siempre seremos así...) y en definitiva, aunque la cuarta ha sido mejor que la primera, ni Dexter es tan grande ni mucho menos me ha enganchado hasta sus últimos cuatro episodios, y eso es algo inadmisible hoy en día.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Plan B

Portada del libro prometido de edición limitadísima
Lo aposté todo por irme a Australia. Al final, ni he tenido suerte ni soy valiente para mandarlo todo a la mierda e irme a la experiencia más maravillosa de mi vida. Por eso, como me toca volver a Granada, voy a hacerlo con la mirada limpia. Como si fuera mi primera vez. Aquí comienza el nuevo giro de tuerca en mi vida: redescubrir Granada, o Granada con otros ojos, porque es una ciudad que no deja de sorprenderte y te tiene guardadas mil sorpresas. Además, como este año no tengo Internet en casa voy a aprovechar mejor el tiempo, escribiré más y leeré más, y cuando suba a la facultad publicaré mis pequeñas guías-crónicas con lo que me depara la ciudad de la Alhambra. Eso, además de viajar. Que lo haré.
          Por otra parte, la semana que viene iré a recoger los dos ejemplares del libro que he tenido que hacer para una asignatura de la carrera: El último mono. Consta de textos míos extraídos de todas partes (relatos, poemas, blog, fotolog) y fotografías propias también. De momento sólo he encargado dos ejemplares, el mío y el del profesor. Tenía previsto hacer una edición limitadísima para mis amigos, pero cuestiones presupuestarias me han convencido de que lo mejor es dejarlo estar. Ya estoy pensando en el segundo tomo... Por cierto, la imagen de la portada es, como podéis apreciar, una de las fotos que saqué del TAC que me hicieron en Francia. ¿Hay algo más personal?

viernes, 10 de septiembre de 2010

Mi odio es mayor que el vuestro

Cada tantos siglos hay que quemar la Biblioteca de Alejandría
"El congreso", J.L.Borges

Los evangelistas son, con permiso del Opus o los Kikos, la rama más integrista del cristianismo. Ahora resulta que un pastor americano, Terry Jones, ha propuesto la quema de coranes el sábado a modo de ¿venganza? por los atentados del 11-S. Da miedo el integrismo árabe, sí, porque crean soldados de su religión, pero da también miedo el integrismo cristiano, que a su modo también crea ejércitos en nombre de Dios. A mí todo esto me da risa: en primer lugar, que tanta gente crea en un ser imaginario con el que generan respuestas para todos sus interrogantes; en segundo lugar, que esta gente se pelee entre sí porque unos lo llaman de un modo y otros de otro. A un cristiano no le puedes decir que está rezando a alabando a Alá, aunque lo hace. Cree que no, porque él lo llama Dios Yavhé o como quiera llamarlo, pero es el mismo ser ficticio. Todo este conflicto religioso me recuerda a una novela infantil de El Barco de vapor, en concreto a Chís y Garabís: éstas eran dos islas con reyes y población enfrentada porque cada uno defendía que los huevos duros se pelaban por la parte de arriba o por la de abajo. Viene a ser lo mismo, aunque cambia la nomenclatura. 
             Hace una semana vi un documental sobre un campamento de lavado de cerebros cristiano evangelista. El documental es maravilloso porque en ningún momento hay narrador, los directores (en este caso creo que directoras) se limitan a grabar y mostrar sin dar una sola opinión. Un trabajo objetivo, o todo lo contrario a lo que ofrece el rey del documental-espectáculo Michael Moore. El documental del que hablo se titula Jesus Camp, hay muchas partes en Youtube y cuenta la experiencia de decenas o cientos de niños que pasan unos días juntos en un campamento donde los adoctrinan y ven circular a oradores y demás integristas (si investigáis un poquito más, descubriréis que alguno de estos sermoneadores ha sido relacionado con casos de ¡oh, no puede ser! pederastia). ¿En serio alguien se asombra por esto? Total, se ve a los niños llorando mientras gritan el nombre de Jesús y repudian al demonio que, entre otros sitios, se encuentra en Harry Potter, esa saga literaria que ha logrado que millones de niños lean algo más allá de las guías del último videojuego. Esto me hace recordar que en su momento Ratzinger también condenó al joven mago. Que aún no fuera Papa me da exactamente lo mismo, porque ya era un cardenal relevante en la Iglesia y mostró su opinión claramente. Para que vean que quiero ser imparcial, aclararé que oficialmente Ratzinger no hizo esta declaración, sino mediante una carta al autor del estudio Harry Potter: bueno o malo, con las siguientes palabras: "Es bueno que usted ilumine a la gente sobre Harry Potter porque esas son seducciones sutiles que actuan desapercibidamente y por eso profundamente distorcionan la cristiandad en el alma antes de que pueda crecer apropiadamente". Puesto que estaba convencido de que su juicio trascendería, en otra carta dio permiso al autor para que hiciera pública su opinión sobre la saga de J.K.Rowling.
           Ahora aparece este pastor loco, enfervorizado por su fe hasta un extremo que roza lo patológico y anuncia esta caza, este ataque y derribo contra otra de las grandes religiones monoteístas. Terry Jones, sobre quien se desmintió su relación con escándalos pedofílicos, anima a la quema del Corán en respuesta a los ataques terroristas de hace una década. Más allá de que estos ataques se pudieran haber prevenido de no ser por la estupidez de la Administración Bush, creo que la quema de una bandera es una provocación fácil, una provocación tan infantil que no requiere mayor atención. Ahora bien, que Jones responda con una decisión que se pone a esa altura (¡quememos sus Escrituras todos juntos!) no debería despertar mayor sorpresa o atención. Terry Jones es un niño grande que trata de llamar nuestra atención. Quiere que su congregación sea el centro del mundo por unas horas, quiere creer que ese poder es obra de un milagro divino, o peor aún, realmente cree que todo lo que está pasándole es obra divina. A pesar de las advertencias de Naciones Unidas, del FBI, del Vaticano (¡!), Jones se niega a detener su decisión. Sólo cesaría en su empeño en el caso de recibir una llamada de Dios (¡ja!) o de la Casablanca. Finalmente ha recibido una llamada del secretario de Defensa. Y sí, se echa atrás, entra en razón, algo. Pero a qué precio... Ahora cualquier idiota fanático puede montar un pollo internacional con la única condición de que Obama lo llame en persona o pondrá en peligro la estabilidad internacional a cambio de publicidad. El ser humano da asco...
           El problema lo tiene en primer lugar Estados Unidos, donde es delito quemar una Biblia pero no un ejemplar del Corán. ¿Es menos sagrado un Corán que una Biblia? Aparentemente, sí. Lo que no se debió admitir en ningún caso es esta publicidad, esta atención al niño llorica, al terrorista, porque en definitiva se trata de un terrorista que pone en peligro las vidas de miles de personas ante un estallido de violencia espontáneo. Mi propuesta es simple: este señor ha recibido cientos de ejemplares de coranes a su iglesia para quemarlos en la polémica pira. Alguien debería ocuparse de coger una Biblia, descoserla con cuidado y parsimonia, y más adelante colocarle el lomo de un Corán. Así Terry Jones estaría, sin saberlo, quemando sus escrituras, su razón de ser, ofendiendo a su Dios y a toda su congregación. O si alguien encuentra el Necronomicón original, que lo envíe disfrazado de Corán. Un juego de niños. ¿Ven? Todo era tan fácil...
              Hoy he leído en alguna parte que igual sí tenían que mandarles coranes, pero para que los leyeran, los estudiaran y entonces decidieran si quemarlos tras, al menos, haber debatido el contenido del libro sagrado. Si ya lo decían tiempo ha: "El fascismo se cura leyendo". O quemando Biblias...


1933 d.C. Una serie de obras literarias, científicas y artísticas son quemadas por el Tercer Reich. Se incluyen las obras del "degenerado" de Sigmund Freud, y muchas obras judías.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Cómo conquistar el mundo

Ayer descubrí, amigos míos, que aparezco en la Wikipedia. ¿A quién voy a engañar a estas alturas y decir que no he fantaseado con aparecer en la fuente madre de conocimientos? Y más aún... por mis logros como escritor. Ya sé que no es para tanto, que no tengo ni un artículo propio, que sólo me citan en la página sobre Peter Pan como el autor de una secuela. Pero chicos, mola mucho y te hace sentirte un poquito más importante. De acuerdo que eso lo ha podido escribir cualquiera, incluso lo podía haber hecho yo hace tiempo, pero alguien de quien no sé se me ha adelantado, quién sabe si una persona que ha leído mi novela, si un amigo, si... quién sabe quién.
           El artículo en cuestión, por si alguien quiere acercarse y olisquear, es éste, justo al final.

Imagen de Ana Belén Vázquez
           Y entre mis planes para conquistar el mundo hay mil pasos más que seguir, lentos pero firmes, ¿o no dicen que el trabajo dignifica? Pues yo voy a ser dignísimo. En primer lugar, sigo trabajando con unos amigos escritores en ese proyecto maravilloso que es nuestra revista cultural, La cuerva. Por si a alguien le entran ganas de echarle un vistazo (hablamos de cine, música, narrativa, poesía, teatro...), el primer número está colgado provisionalmente en esta web, mientras acabamos de vestir nuestra página web. Recuerdo igualmente que estamos abiertos a colaboraciones en todos los ámbitos. Para más información: revista.lacuerva@hotmail.com
Una fiesta erasmus de tantas
          En otro orden de cosas, y en mi intento de conquistar el mundo, me he metido de lleno con un sector altamente influenciable como es el mundo Erasmus: quien lo ha vivido, lo sabe. Ese espíritu comunal, de pertenencia, de recuerdos, de melancolía, de no quiero que se acabe aún... ese espíritu me ha llevado a crear un proyecto en el que llevaba pensando largo y tendido, un blog específico para estudiantes Erasmus/internacionales. En él daré consejos de adaptación a una cultura nueva, de sociabilidad, de comida (imprescindible esto para que no lleven más delgados a casa y mamá diga "una y no más"), en definitiva un lugar donde compartir experiencias y poder sacar el máximo partido del mejor tiempo de nuestras vidas. El blog en sí se llama INSTRUCCIONES PARA UN ERASMUS CUALQUIERA, y está más que agradecida la difusión.

viernes, 3 de septiembre de 2010

La gran C

Ya está bien. Por favor, dejen de engañarnos.

            No se crean las paridas de Isabel Coixet o Laura Linney. No es bonito, no es poético, no es nada positivo. Tienes que tener muy en cuenta algo: no podrás hacer mil cosas, no podrás tener hijos si no los tienes ya, no podrás recorrer el mundo por mucho planning que te hagas, porque en cuanto empieces con el tratamiento (ya sea quimio o radioterapia, cirugía...) tu calidad de vida se irá a la porra y estarás débil y no querrás mirarte al espejo, y por mucho que toda tu familia y amigos te cuenten chistes o su día a día o bromeen contigo tú sólo  podrás pensar una cosa: me voy a morir, es cuestión de tiempo que esto me pase. Ya he perdido a dos personas por el cáncer. Tres, si contamos a un abuelo al que no llegué a conocer por un cáncer de pulmón. Hace algo menos de tres años, cuando estaba de Erasmus, murió mi tío, también de cáncer. Recuerdo perfectamente la impresión que me dio porque ese día, como tantos otros, nos íbamos de fiesta y me quedé un rato en casa pensando que mi tío ya se había muerto y no tendría la opción de volver a verlo y estaba a miles de kilómetros y no podía siquiera despedirme. Y dar el pésame, y ese mensaje de mi hermano: "Igual tenías que llamar a papá". Muy duro, sí, muy duro despedir a un hermano, a un familiar por una enfermedad tan jodida, tan inevitable.

          Hace cuatro días murió mi tía, también de cáncer. Un año al menos lleva con él, cinco meses desde que se lo dijeron. Cinco meses en los que yo he intentado por todos los medios que el tiempo que le quedaba aquí, entre los suyos, fuera lo más especial posible. Especial como yo entiendo el concepto "especial": viendo películas indispensables, llevándose pequeñas alegrías cotidianas, gracias a música inmortal, con mi poesía, con mis intentos de crear magia... Qué mala suerte ha tenido, es cuanto me cabe decir. No un cáncer de mama que, pillado en según qué estadio, es tratable. De esófago y estómago: de los más letales, los más inhumanos porque acaban con la voluntad a base de mal. Te privan de la alimentación. Para alguien a quien le gusta comer bien, disfrutar de exquisitas chucherías y marranadas gastronómicas, que te priven de ese placer tan básico es un abrazo, un comienzo del descenso a los infiernos.
           Pero esto pretendía ser una reflexión sobre la actitud de los enfermos y su entorno más que de la enfermedad en sí: cómo la gente no se atreve a pronunciar la palabra, ese tabú que supone el cáncer. Como si conllevara algo de culpa desarrollar esta enfermedad... Como si la Muerte acompañara al enfermo desde ese momento y quisiéramos rehuirlo. Por eso creo que lo de The Big C, esa C grande, la C mayúscula, la C de cenizas, de cieno, de corrupción, la C de cáncer, es un gran acierto. Y a pesar de que yo no he sido el enfermo ni espero serlo, espero de veras que dejéis de enseñar a la gente cómo afrontar una enfermedad tan dura. Igual hay quien no quiere viajar a medio mundo, aprender un idioma, grabar cintas para sus familiares en un futuro_sinfuturo, hacer puenting, buscar un amor furtivo, alguien más a quien dejar roto... Hay quien tan sólo querrá decir adiós al mundo en silencio, soportando su enfermedad y el tratamiento, consumiéndose poco a poco sin querer que lo tachen de héroe. Porque, si bien es cierto que el cáncer es jodido, muy jodido, al fin y al cabo sólo es una enfermedad, y quien enferma no es como quien decide por sí mismo rescatar gatitos de árboles altísimos. No es tampoco un reproche, sabemos que en muchas ocasiones las personas valoran erróneamente o dan por hecho la muerte antes de que ésta llegue. También hay personas que la niegan incluso después de presenciarla. Nosotros sabíamos que a mi tía le quedaba poco, sí, pero de todos modos nos pilló de sorpresa su muerte (siempre pilla de sorpresa). No obstante, me queda la certeza de que ha luchado como una jabata y ha tenido mucha más fuerza de la que creía. Os lo cuento aquí, en casa, pero cuando me enteré del cáncer de mi tía os prometo que pensé: a ella no, por favor, a mí tal vez. Yo puedo asumir la muerte mejor, yo puedo sacarle partido al tiempo que me quede. Quiero hacerlo. Pero mi tía no tendrá la energía, la fuerza de voluntad, la resistencia... Y la tuvo. Cinco meses horribles, y hasta el último día decía cosas del estilo de: "cuando me ponga bien tengo que hacer tal o cual", porque ella tenía más ganas de vivir que yo.
            Ahora nos queda el duelo: asumirlo, incorporar los golpes, aguantar el embate del adiós. Siempre tendré la imagen fuerte y sonriente de una mujer que se mantuvo joven hasta el último instante, que vivió alrededor de los suyos llenando las vidas de los demás de pequeñas bien hechuras. A mí me quedan muchas cosas: me queda el remordimiento de no habérmela llevado a Swansea o no haberle enseñado ciertas cosas u otras, pero también me queda haberle descubierto música y películas indispensables (Cinema Paradiso, Revolutionary Road, Donde viven los monstruos), haberla arrastrado al Mirador de San Nicolás conmigo y hacerla la primera persona en comprar mi libro. Es un alivio. Antes del funeral, antes de que cerraran la maldita caja para siempre, antes de que se interpusieran la madera y el tiempo, logré colarle un poema entre sus manos. Uno escrito por ella y para ella. Porque, como digo en ese poema que se llama "Hacer testamento": Cedo estas páginas una a una/ al río,/ para llegar al Cielo acompañado de mis poemas, mis pequeños escoltas. Al menos sé que no ha llegado sola donde quiera que haya llegado... Espero que no os haya resultado demasiado este post, pero ya sabéis que la muerte es un tema que me fascina, y mi tía, en cualquier caso, se merece todos mis respetos y homenajes. Todo.
Por siempre.
Su vida sin ella
pd: Coixet, Laura Linney, vuestro esfuerzo es loable, pero me hacen falta verdades, no utopías. A ver quién le echa huevos...

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King