And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.
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viernes, 31 de diciembre de 2010

El año que lo cambió todo

Ahora que se acaba el fin del blog y de este ciclo, qué menos que aferrarse a las viejas costumbres, y hacer recuento de un año ya se convierte en tradición. Se va el mejor año de la Historia y no quiero despedirme...
El escritor
Me gustaba 2010 por ser un año tan par, tan redondo, por el cero, porque me daba buena espina.
            A los días de comenzar el año me dijeron la que ha sido la noticia de mi vida: me publicaban mi primera novela. Con 22 años.
           Así, no podía comenzar 2010 de mejor modo. Los nervios, las entrevistas, los e-mails a la editorial, a los medios, a los colegas escritores. Pero no me conformé con ello. Seguían llamándome para colaborar en según qué foro, según qué mesa redonda, según qué antología. Por mi parte, procuraba lanzar junto a algunos amigos (excelentes escritores, mejores autores que yo) una revista cultural para jóvenes, La cuerva. Hoy es 31 de diciembre y, pese a todo, no ha nacido aún. Lo hará pronto, estamos convencidos, y habrá certámenes y colaboraciones especiales y monográficos sobre el arte español, sobre el suicidio, sobre la mujer, los niños, sobre mil cosas. En enero, con suerte, romperá nuestra pájara el cascarón.
Además, entré a formar parte en Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror. Amplié mi colaboración en Cinempatía (más escueta, desde luego) con los chicos de Gazeta20 en cine y literatura. Cubrí varios festivales de cine más.
He escrito en 2010 un nuevo poemario que me llevó más o menos tiempo del previsto, aún no lo sé. Por si fuera poco, me llamaron hace unas semanas de una editorial de Madrid para decirme que están interesados en publicar mi primer poemario. Asimismo, he ido colocando poemas por ahí este año para tratar de hacerme un nombre:
        -Revista The Scrambler 1 y 2 
        -Antología Y para qué + poetas
Pero lo mejor de todo es que en narrativa no me quedé atrás y supe aprovechar el empujón de Nocte para entrar en varias antologías de lo más terroríficas (y las que están por venir. Os recomiendo encarecidamente ésta de fantasmas con mi relato "El después" o ésta, tan navideña y terrorífica, desasosegante ella (y GRATIS).
Aprovecho este límite, este ni hoy ni mañana para anunciar a bombo y platillo nuevo proyecto para 2011: la novela Queridos niños. Que aproveche.
Bueno, todo eso y El último mono, edición limitadísima a disposición de todo el mundo.

Cosas güenas
Como todos los años, éste ha dejado cosas buenas en materia de cine, televisión y literatura. Me he leído varios libros, mejores y peores, Saramago, Stephen King, algunas joyas que me han dejado loco desde entonces, como Matar un ruiseñor. Se trata de una novela sobresaliente, preciosa, perfecta. Cortita, necesaria y útil. También he procurado leer algo de poesía, y estoy la mar de contento con mis progresos en esta materia. Uno de mis libros preferidos es el primer poemario de un amigo: Turismo de interior de Cristian Alcaraz es un libro fresco, atrevido, nocivo, trascendente, intrascendente... es como Skins hecha poesía. También conozco a Mario Cuenca Sandoval, autor de El libro de los hundidos, maravilloso en un plano diametralmente opuesto. Porque demuestra que es posible hacer poesía de la tragedia. En este caso, sería como Treme convertida en poesía.
         Y es que parece que la ficción televisiva no decae ningún año. Éste ha sido el año de 30 Rock, de vérmela entera y enamorarme de su humor absurdo y personajes idiotizados. Descacharrante. Cómo no, el año de Skins y Misfits, que si bien han tenido unas últimas temporadas algo deslucidas, se mantienen por encima de la media televisiva. Russell T. Davies nos demostró que en sus manos Doctor Who tiene vida para rato, y la quinta temporada fue tan mágica como las anteriores. Y Amy Pond es un dulce de personaje, y el primer capítulo de la temporada nos hizo enamorarnos de los dos nuevos protagonistas. Reccuerdo con especial cariño los episodios con Vincent Van Gogh y la música de la serie: una maravilla. El resto de excelencias, cómo no, de HBO: Treme (para mí, el estreno del año con diferencia), Boardwalk no la vi porque el género no va conmigo y no me enganchó su piloto, y la tercera de In treatment, que ha estado a la altura de las dos originales y ha sabido ponerle el broche de platino a la historia de Paul Weston. Qué pena que haya acabado... Bueno, otro de los descubrimientos que me hizo desconfiar al principio fue The Big C, aunque el tramo final de temporada la redimió y nos enamoró del personaje de Laura Linney.
       En otro orden de cosas, sin ser perfectas me han gustado bastante HIMYM (tras las temporadas tan flojas que traía) y TBBT gracias principalmente a Blossom Amy Farrah Fowler, que es capaz de hacerle sombra al mismísimo Sheldon Cooper. Las demás comedias ni fu ni fa excepto Las chicas Gilmore, serie que he descubierto a estas alturas y se merece mi SOBRESALIENTE. Dexter, en drama, nunca ha sido tan grande como nos han hecho creer, pero el regalo de Lumen bien se merecía toda la temporada. A grandes rasgos, creo que el año no me ha aportado mucho más televisivamente hablando salvo mi enganche a Top Chef, un reality estadounidense de cocina. Altamente recomendable y adictivo.
Cine, cine, cine. Siempre veo muchas películas, unas mejores que otras. La mejor película de 2010 es, con diferencia, Toy Story 3. Es sencillamente PERFECTA. Sus héroes, sus villanos, sus lecturas, su cinematografía, su todo. También por ser el final a los muñecos y juguetes que nos acompañan desde que éramos mocosos. Mi cita anual con Sam Mendes (lo reconozco: soy un mitómano) nos dejó una comedia de bajo presupuesto y contenido muy intenso sobre la paternidad, el sentido de la vida en pareja y la formación de una familia. Sin duda, Away we go demuestra que Mendes da en el clavo con todas sus propuestas; una película que deja un poso muy escondido en el pecho de lenta digestión. Y Rubber, por lo rara que es. También Inception, que vi en Bristol, aunque de Nolan siempre me quedaré con Memento. Y esa maravilla de Polanski que es El escritor (fantasma), y Haneke, Ciudad de Vida y Muerte, Balada Triste de Trompeta y el resto de carne de festival. Incluso Enterrado o Pájaros de papel en cine español. Hay mucho cine y bueno si se sabe buscar. Y documentales; miles de documentales, cienes de documentales imprescindibles:
-La leyenda del tiempo
-The cove
-Young at heart
-Exit through the gift shop
-Man on wire
-Océanos
-I'm still here
-El sol del membrillo
Para acabar, me gustaría señalar que también me he atrevido por primera vez "en serio" con el mundo del cómic. He disfrutado como un crío con las desventuras de Buffy y su gang en la octava temporada de la serie escrita por Joss Whedon y sus colaboradores en una línea que no convencerá a todos, pero también permite muchas más posibilidades narrativas que el medio televisivo. Este cómic me llevó a otro de Joss Whedon, concretamente a Astonishing X-Men, donde el autor trataba de relanzar la franquicia de la Pandilla Mutante por excelencia. De ahí me lancé a algo diametralmente distinto como es Predicador, del que todos hablaban tan bien y que, cierto, está muy bien. Inmerso en el universo peterpanesco me dejé caer por la aventuras erótico-festivas de Lost girls, donde un joven Frank Miller se atrevía a sexualizar cuentos clásicos como Cenicienta, Alicia en el País de las Maravillas o Peter Pan. Cuanto menos, curioso.
Los que quedan
Hablamos cuando acaba el año de los que se van, pero ¿y los que se quedan? ¿Y los que nos quedamos? ¿Cómo suplimos sus huecos, sus adioses, su nunca jamás? Porque ya se fue Salinger y no habrá Salinger y Holden Caulfield estará huérfano por mucho que todos nos empeñemos en adoptarlo. Y ya nadie le cantará a la Alhambra ni la soñará como Morente ni le hará justicia a Lorca... Y nadie nos abrirá los ojos al mundo como lo hacía Saramago. Y Berlanga. Y Alexandre. Y Delibes, Labordeta, el humor blanco de Nielsen... Y mi tía. Mi tía Carmen. Mi tía Carmen querida. Mi tía Carmen que, hace un año, dijo en el brindis de Nochevieja que era su último año, no sé si medio en broma o en serio, pero lo dijo y desde entonces no he logrado olvidarlo. No digáis esas cosas nunca, por favor, o los que se queden las recordarán de por vida y ningún año la vida volverá a saber igual ni a mí me apetecerá comerme las uvas. Mi tía Carmen. Me encargaron a mí escribir su epitafio: No soy madre y os dejo huérfanos. No soy Dios y os dejo perdidos. Yo seré la lluvia que empape vuestros días. Sigue la lluvia y sigue ella empapando los días y las noches y cada pequeña batalla ganada o perdida. Y así seguirá siempre.

Música de todos los colores y formas
He ido a muchos conciertos este año. O no a muchos, pero sí importantes. Por ejemplo, al de Ismael Serrano en Granada. Tuve la opción de conocerlo después y cruzar unas palabras: de mayor, quiero ser como él. Muy muy majo. También fue estupendo volver a ver a Carlos Siles en concierto; aún más, compartir noche con él. De lujo, esperamos grandes cosas de él. Y el concierto del año, que será sin duda el de Muse en el Vicente Calderón, donde coincidí al fin en carne y hueso con Mun (más maja que na) y lo pasamos bomba. Fue, si mal no recuerdo, un viaje suicida a Madrid, pero valió la pena.
Cómo no, los dos de Tulsa, el primero algo apagado como teloneros de Magic Band y el segundo grande, grande, con Miren Iza al 100% en el papel. Valió mucho la pena, tanto como el directazo de Lori Meyers que pude disfrutar junto a David, casi sin preparar nada. Y los múltiples y gratuitos conciertos al aire libre en Bristol, y Micah P. Hinson hace unas semanas en PlantaBaja, y todos los conciertos en la Tertu (BBC, Elena Bugedo, Fede, Bruno...). Música de muchos colores y formas. Sólo falta apuntarme de una vez a un festival con alguien. ¿Os animáis?
Por no obviar mis obsesiones con Nina Simone, Bebe, Amy Winehouse y Miren Iza, que han ocupado el 80% de mi año. Nina. Ay, gran Nina Simone...


Viajas a tierras profanas y haces nuevas familias, y nuevas paces y nuevas perspectivas
En pocas palabras, 2010 ha sido un año para resumir con muchas palabras. Donde siempre estarán La traición de Wendy, Muse, Ismael Serrano, Córdoba, Sevilla, Huelva, Jaén, Madrid, Bristol, Londres, Swansea, los amigos: mi piña en rodajas, David, Mj, Ruth, Eleanor, Silvia, Aarón, Iñaki, María... La cuerva. También fue el año en que Raquel me pidió que me olvidara de ella, que ya no fuéramos más amigos, que bueno, que el 1 de enero es su cumpleaños y ya hace un año que no hablamos, y hoy mismo he borrado su número del móvil (también el de Swansea) y me he empezado a olvidar para siempre de ella. Punto final.
Como veis, un año de altibajos donde priman las cosas buenas, un año donde cumplí gran parte de los propósitos de año nuevo (si es que sirve de algo eso). Un año de viajes, de gente interesante, de amigos nuevos y eternos, de recuerdos memorables y olvidos ejemplares. El año del koala y de las esperanzas puestas en el futuro. Un año que ojalá no acabara, pero también un año de cambios que tenía que suceder y dejarme con la incertidumbre de este 2011 que me huele a desconfianza. Pronto, propósitos para 2011...

El año del rapado y de Silvia en todas las esquinas de mi vida. Gracias

domingo, 26 de diciembre de 2010

Balada triste de trompeta

EL AUTOR QUE NECESITABA EL CINE ESPAÑOL


Balada triste de trompeta es la película española (y no española) más personal que he visto en mucho tiempo. Álex de la Iglesia nos demuestra por qué esa legión de seguidores y detractores. Sus excesos, sus personajes pasados de rosca, sus repartos estrafalarios y su buen hacer ya han dejado un puñado de buenas películas (El día de la bestia, La comunidad, Crimen ferpecto…). Balada triste pasa a engrosar esta lista en un lugar preferente.
            Hace poco, este mismo año, Emilio Aragón nos trajo una buena película sobre la vida de unos cómicos (entrañables Imanol Arias y Lluis Homar) en pleno conflicto civil en Pájaros de papel. Curiosamente, la nueva cinta de De la Iglesia nos coloca en un punto de partida bastante similar. Su potente prólogo cuenta cómo los miembros de un circo son reclutados para luchar a la fuerza, y el horror de la guerra y la venganza. Hablamos de venganza y es inevitable mencionar Kill Bill, y hablamos de Tarantino y es imposible obviar Malditos bastardos. Porque ambas películas se parecen mucho, muchísimo.
            La historia de un circo y de dos payasos peleados por una mujer en pleno Tardofranquismo, el ambiente social y político enrarecido, un país enfrentado y violencia a los límites de la locura. Lo que en Malditos bastardos era una cinta tensísima, en Balada triste de trompeta se convierte en esperpento reflejo de una década horrible a todas luces. El enfrentamiento de Antonio de la Torre y Carlos Areces, por mucho que el bilbaíno se niegue a reconocerlo, despunta como un retrato de las dos Españas de Machado. Y si bien los dos actores se entregan en cuerpo y alma a sus papeles (de la Torre huele a Goya), su trabajo queda deslucido por los excesos artísticos y argumentales del director, así como por la pobre interpretación de la femme fatal Carolina Bang (inexplicablemente descubierta por Álex de la Iglesia en su serie Plutón BRB Nero). Ver al payaso triste Areces es ver de nuevo a los olvidados payasos tristes de La cabina (Antonio Mercero), y da la sensación de que en los últimos años del dictador España consistía tan sólo en una galería poblada por freaks y otras criaturas apagadas.
            Por eso cuesta entender el desvarío narrativo del guión hacia mitad de la película y por qué el director opta por un desarrollo más propio de Francisco Ibáñez que de un director serio o, digamos, melancólico. Porque si bien De la Iglesia mira esos años desde un prisma de horror y escepticismo, se cuela en su trabajo un aire melancólico y familiar que nos habla de ese homenaje a Raphael, presente como recurso de metalenguaje a lo largo de toda la segunda parte de la cinta. Así pues, encontramos un guión lleno de altibajos e incoherencia (incomprensible para quien recuerde Mirindas asesinas, del propio director vasco) frente a imágenes poderosísimas de principio a fin.
            Álex de la Iglesia ha reconocido que ésta es su película más ambiciosa, y puede que dicha ambición le haya costado sus mayores defectos: humor tan negro que podría no entenderse, excesos visuales, personajes caricaturescos, y violencia por violencia. Los aciertos son otra cara de la misma moneda: humor negrísimo, imágenes poderosísimas, violencia gamberra… Y es que sólo un director que arriesgara podría convertir el Valle de los Caídos en la quintaesencia del cine patrio, regalarnos unos de los mejores créditos de nuestro cine y una película llena de ritmo, situaciones disparatadas y una vuelta de tuerca a nuestra Historia que debería contentar a las dos, cinco y mil Españas que existen.
            En pocas palabras, una película descompensada, con un guión mal construido y gran derroche artístico. Una película cuyo mayor defecto es que es un cine tan d’auteur que alguien debía haberle parado los pies al director para frenarlo a veces y conseguir una película excelente y no sólo una de las mejores películas del año.

Nota: 8,5

jueves, 25 de noviembre de 2010

La última de Potter

Un irregular crescendo


La de Harry Potter es una de las sagas más rentables de la Historia: libros, películas, videojuegos y todo el merchandising. No obstante, los resultados en la gran pantalla no siempre han estado a la altura. Comenzó suave, infantil y dulcificada como los libros, pero la magia ya estaba ahí. La saga alcanzó la cima en El Prisionero de Azkaban de mano del mexicano Alfonso Cuarón. De este modo, El cáliz de fuego supuso una dimensión inmensa. De las tres últimas entregas se ha hecho cargo el mismo artífice, el hasta entonces prácticamente desconocido David Yates.
            Llega el final de la historia. El todo o nada. Lo saben los protagonistas, los guionistas y el director. Y los seguidores. Y por eso es natural que esperemos espectáculo. Así arranca la película, con espectáculo puro y duro. Nos recuerda por qué nos volvió locos la saga de Rowling. Magia, emoción, peligro, enfrentamientos, oscuridad, torturas, muerte.
            Y es una lástima que la cinta no siga por esos derroteros. Porque los protagonistas se pierden, y con ellos todo en un vagar de un lado para otro en busca de los horrocruxes. Algo que Spielberg, por ejemplo, habría convertido en espectáculo estimulante, se transforma aquí en falta de ritmo y deambular triste y apagado. Claro que no se le puede reprochar nada, ya que se trata de la adaptación más fiel hasta la fecha, y el libro arrastra el mismo lastre. En cualquier caso, esto no es más que la calma que precede a la tempestad. Como jugadores de ajedrez, Rowling y Yates disponen las piezas a su gusto en este viaje y las dejan en una posición comprometida y álgida, preludio de un desencadenante muy hype. Se nota la barbaridad de presupuesto en los travellings innecesarios de paisajes infinitos, en los grandísimos planos generales y en un reparto lleno con lo mejorcito del cine británico (Alan Rickman, Helena Boham Carter, John Hurt, Imelda Stauton, Ralph Fiennes, Imelda Staunton, Toby Jones…) donde, bien por buen hacer o por tiempo en pantalla, los jóvenes magos se definen como lo mejor de esta entrega (en especial la dinámica entre Emma Watson y Rupert Grint, muy divertida), a pesar de que Daniel Radcliffe parece ya cansado del peso de la cicatriz, o es una interpretación muy intensa de joven apesadumbrado, nunca se sabe.
            La cuestión es que es evidente que los ingredientes para una película espectacular están ahí: una historia que exuda emoción, actores de primera, presupuesto y un gran despliegue técnico… Atentos al corto de animación para narrar el cuento de la Muerte y las reliquias, una joyita preciosa. ¿Qué falla, pues, para que Las Reliquias de la Muerte no sea una obra maestra? El guión y, en contadas ocasiones, la dirección. La parte central de la película sólo apasionará a los seguidores de la saga, ya que los tejemanejes sentimentales del trío protagonista no lograrán arrastrar consigo al espectador medo. Por otra parte, la idea de fidelidad trabaja como un arma de doble filo. Pretende la historia servir de compendio de todas las tramas que no se han incluido en las seis entregas anteriores, supongo que por eso de contentar a los seguidores, pero sólo logra un puñado de personajes desdibujados, presentaciones atropelladas y situaciones que sólo podrán entender los lectores de los libros. Por si fuera poco, el no desenlace nos deja con un cliffhanger de narices por resolver y la certeza de que la segunda parte será espectacular, claro, pero tan atropellada como la primera parte, aunque más caótica.
            En definitiva, una película deslumbrante a nivel técnico, con interpretaciones solventes, las variaciones musicales sobre la base de John Williams (el encargado de la primera melodía) y momentos muy emotivos que nos recuerdan por qué el cine es capaz de tragarnos y digerirnos lentamente. Aunque salgamos con mariposas en el estómago por el corte de digestión de ese final abrupto. Pero sigue siendo mágico.

martes, 23 de noviembre de 2010

Rubber

Más allá del límite


Es Rubber una travesura de sus creadores. No tendrá carrera comercial, eso lo sabemos desde los primeros diez minutos de metraje y, sin embargo, se ha convertido en cinta de culto desde su exhibición en todos los festivales por los que ha pasado, donde la acogida ha sido inusualmente positiva.
            Todo el mundo hace hincapié en la falta de lógica de toda la propuesta, pero señores, hay lógica; dentro del género, la tiene. Además, por si fuera poco hay un maravilloso y divertido prólogo en el que hacen partícipe al espectador en ese juego que va a suponer el espectáculo de la ruedecita de marras: nada más comenzar, se cargan la cuarta pared. Luego hay un neumático semienterrado que comienza a moverse. Cobra vida y empieza a rodar por carreteras y más carreteras, y como tiene poderes telequinéticos (ya estamos: ¿puede moverse solo pero no puede reventar cosas?) fulmina cuanto se cruza con él. Como ven, tiene lógica. Es la historia de un neumático asesino. Como la Novia de Tarantino, pero en neumático. Y en comedia.
            El mayor acierto de Rubber es que, en la mejor tradición de la serie Z, no se toma en serio a sí misma en ningún momento. Son frecuentes las alusiones de los personajes al espectador en este juego continuo de metaficción donde se traspasan las barreras y los distintos niveles de narración de un modo inteligentísimo. Es sin duda ésta la cualidad más admirable de la película. Como su representación de la idiosincrasia clásica estadounidense: recurre al western, a los moteles y carreteras desiertas, estaciones de servicio, comida basura, presencia de agentes federales…
            Pero no cesan ahí los aciertos. El cóctel de humor, road movie y western, entre otros géneros, hacen de Rubber una cinta peculiar que vale la pena ver por el sencillo hecho de que se trata de una experiencia única y diametralmente distinta a lo que estamos acostumbrados. Y si no, siempre quedará la excusa de Stephen Spinella, que borda el papel de un sheriff tan pasado de rosca como el resto de la propuesta.
            Podría, en fin, quedar Rubber como una anécdota, un pasatiempo olvidable, una travesura del galo Quentin Dupieux, y no obstante se trata de una película, más allá del mensaje que quiera transmitir (hay quien quiere ver una “evidente” crítica a la industria hollywoodiense), profundamente bella en la forma. Su banda sonora y su fotografía son de primera, con ese toque tan artesanal, sobre todo con los “primeros pasos” del neumático, que pueden recordar al escenario creado por Spike Jonze en Donde viven los monstruos o al cine de producción artesanal propio de los 70 y 80. Más adelante, en la parte violenta, cuando arranca la trama, el principal referente parece un joven Spielberg.
            En definitiva, Rubber es lo más absurdo que ha dado el cine en mucho tiempo cuando quiere ponerse absurda; también lo más divertido cuando quiere ponerse divertida. Y el reflejo de una industria en la que imperan las historias estúpidas a cualquier coste. Habrá que esperar con la mirada en el horizonte el próximo trabajo de Quentin Dupieux. Esperemos.



martes, 2 de noviembre de 2010

Carta a un Jose pasado

Querido Jose:


No tengas miedo de decir lo que piensas, de defender lo que crees. La vida no es fácil, más vale que lo sepas ya. Bueno, que la vida es fácil: son las personas quienes la hacen difícil. Viaja a todas partes. Eso será lo mejor de tu vida, que poco a poco descubrirás que tienes alma de aventurero.
           No digas no puedo. Siempre que te lo propongas, llegarás a la meta. No desistas en tus empeños y cree en ti mismo. Porque los demás son ratas. No escuches a las personas. Déjate enamorarte de vez en cuando decirle que la quieres, compartir tu vida con ella. Haz el amor y besa, bebe cerveza, fuma porros. Desahógate.
           Aprende a escoger tus lecturas y tus películas. Lee El guardián entre el centeno, El dador, Las vírgenes suicidas, Un mundo feliz. El resto no te hace falta. Mira American beauty, Pulp Fiction, Before Sunrise, Cómo ser John Malkovich, Soñadores (de Bertolucci), Hable con ella… Habla con ella. Con él. Con ellos. No te sonrojes nunca. Habla con el mundo y diles que sólo tú llevas razón.
            Cómprate un tocadiscos. Escucha The Smiths, Janis Joplin, Nina Simone, Radiohead, Muse… Huye de la radiofórmula como de la peste. Sé egoísta. De verdad, no mires a nadie.
            No hagas la comunión. Si la haces, escupe la hostia y písala delante del cura. No creas que si estudias mucho, llegarás más lejos. Llegarás al mismo sitio con la mitad del esfuerzo. Ten fe en ti mismo. Y tranquilo, todo llegará: los amigos, las mujeres, la universidad, la literatura.
            No toques la trompeta. Eres un negado, y lo sabes. Pasa de ella. Inténtalo con la guitarra.Un día conquistarás el mundo. Te quiero,


Jose

jueves, 21 de octubre de 2010

La Red Social


LA PARÁBOLA DEL TONTO 2.0

Kevin Spacey como productor ejecutivo. Aaron Sorkin como guionista. David Fincher dirige. Si bien la propuesta de una película sobre la red social más popular de la historia (¿podemos hablar ya de redes sociales en la Historia?) era, cuanto menos, cuestionable, los nombres relacionados con el proyecto nos ofrecían garantías y tranquilidad. No obstante, la necesidad de hacer una película sobre Facebook era absolutamente nula, y ningún nombre reconocido puede cambiar este hecho. Que la trama se centre en las vidas de los creadores de la web es tan irrelevante como que se hubiera centrado en la página en sí.
            A pesar de que la película no las tenía todas consigo, la función la salvan principalmente el carisma de sus protagonistas y los diálogos marca de la casa del estupendo Aaron Sorkin (responsable de El ala oeste de la Casa Blanca y Studio 60, entre otras maravillas), que se muestra como el componente más sólido del conglomerado. Fincher dirige la película sin dejar impronta, y esto es algo que empieza a preocupar tras el bluf que supuso El curioso caso de Benjamin Button. ¿Dónde quedó ese señor con pulso narrativo y tirón tras la cámara?
            Comienza la película con mucha jerga informática-matemática que al expectador medio ni le va, ni le viene, y va ganando enteros gracias a las implicaciones que tiene la creación de la red social en las vidas de todos los que tuvieron mayor o menor contacto con su origen. Viene a ser la película igualmente una crítica a la sociedad del ascenso rápido a la fama y una oda a la buena suerte. Claro que Mark Zuckerberg no se ha convertido en el multimillonario más joven del mundo por una cuestión de chiripa, aunque con toda seguridad su vida se ha resentido en aspectos personales.
            Si al frente del reparto no estuviera un pardillo encantador como es el caso de Jesse Eisengerg, probablemente al expectador no le interesaría lo más mínimo la vida del tal Zuckerberg ni de sus colegas, por mucha traición, enemistad y dinero que muevan sus acciones. Sorprende también el carisma de Justin Timberlake, que para no ser actor salva sus apariciones con solvencia. En cualquier caso es lo que digo, personajes sin chicha que sólo necesitan ser encarnados y punto.
            No tiene más que destacar la cinta. Una producción impecable, como no podía ser de otro modo, aunque tan impersonal e innecesaria que pierde todo el crédito que pudiera tener. La red social no es más que un intento de aprovechar el tirón comercial de Facebook y las webs 2.0. Si algo se le puede reprochar es que, ante todo, no haya sabido llevar a cabo un análisis más crítico y mordaz de la red como se ha hecho con anterioridad con otros medios (ahí está el ejemplo perfecto en Network, 1976). Puede que en unos años, cuando las cosas se calmen y la perspectiva del tiempo nos deje ver el cuadro completo, alguien se atreva a escribir y dirigir una película necesaria. De momento, no lo es en absoluto. Y Fincher nos debe ofrecer mucho más.


Nota: 7

sábado, 9 de octubre de 2010

Enterrado (Buried)

A DOS METROS BAJO TIERRA

Tiene Buried, el debut de Rodrigo Cortés, mucho de experimental. Toda la película transcurre en menos de cuatro metros cuadrados, donde —naturalmente— sólo cabe un personaje, el protagonista interpretado por Ryan Reynolds.
            Un ataúd. Un hombre. Un teléfono. Un mechero. Con poco más que esto, el guionista construye una historia en torno a la esperanza. Y es que la película, recibida entre laureles en Sundance, parece especialmente propicia para los tiempos que corren. Podría ser una anécdota, pero al parecer todo tiene lugar en 2006. Tiempos de guerra, de crisis y de globalización. Recordemos el cine en la era de la Guerra Fría, por ejemplo, con Hollywood escupiendo cintas de serie Z sobre naves espaciales y monstruos alienígenas (después de todo, alien significa también “extranjero”).
            Ahora que la desconfianza toca techo, que el mundo se encuentra dividido, vuelve el terror al extranjero más plausible que nunca: el terrorista, el extraño que chantajea a cambio de cualquier excusa. Resulta fiera también la propuesta en la representación del ciudadano medio aterrado por la crisis económica. Si el protagonista trabaja o vive en Irak es por motivos meramente económicos, y el espectador no se cuestionará más lo endeble de toda la propuesta.
            La vuelta al cuento gótico de enterrados en vida, miren qué imagen tan cristalina, es plausible y gracias a lo extraño de la propuesta, revaloriza la narración de Edgar Allan Poe. La principal diferencia entre ambas situaciones radica en el juego que se propone en Buried. Debe el espectador plantearse qué haría en lugar del protagonista con los objetos con que cuenta. El conflicto se plantea nada más comenzar la proyección, con esa escena que es toda una reminiscencia al volumen 2 de la brillante Kill Bill. Porque esto de los enterrados vivos, como les digo, trae cola.

            La película basa su funcionalidad en los sentimientos de impotencia, frustración y agobio. Y hay quien dice: “yo es que para pasar un mal rato me quedo en mi casa”. Ése es el doble filo de la película de Cortés, que puede echar atrás a una buena parte de la audiencia. Si no, no se entendería tamaña campaña promocional. Luego está que el espectador entre en el juego y componga el puzzle junto a Reynolds, principal y solvente motor de la película, ya que es su tour de force interpretativo lo que hace que en algunos momentos la cinta no parezca una parodia de sí misma.
            En pocas palabras, Buried gustará a quien vaya con la intención de disfrutar de esta propuesta; su desenlace defraudará a no pocos. Lo que es innegable es que el juego, porque es un juego, contiene el suficiente jugo y entretenimiento para salvar su a priori principal adversidad: el escenario cerrado y asfixiante. No es una película de lucimiento para el director por motivos obvios, pero el hecho de haberse puesto detrás de este proyecto ya dice mucho de él. La película será un éxito, estoy seguro, y le deseo a sus responsables la suerte que merecen. Y a Ryan Reynolds le perdonaremos lo de Scarlett.


Nota: 7,5

jueves, 30 de septiembre de 2010

The Runaways: rock n roll descafeinado

SEXO, DROGAS Y ROCK N’ ROLL

¡Kristen Stewart era una buena actriz!

Es demasiado fácil esperar de un biopic algo novedoso, rompedor cuando tratamos con estrellas de rock. Cierto es que el ámbito de la música ha dado experiencias tan estimulantes como The Wall (Pink Floyd) y otros ejercicios demasiado clásicos, demasiado académicos como son, por ejemplo, Ray o La vie en rose, películas creadas para lucimiento de sus intérpretes (ahí están sendos Oscars para Jamie Foxx y Cotillard). No obstante, con los roqueros la cosa cambia. Pero no se engañen: The Runaways fue un grupo de roqueras adolescentes que tuvo una subida tan repentina como su bajada. Así pues, no nos podrían ofrecer una disección y juego tan interesante como si estas chicas fueran Bob Dylan en I’m not there.
            The Runaways, como decía, cuenta la formación del grupo de punk-rock homónimo, su subida a lo más alto y su separación al poco de tocar la cima. En concreto, se centra en las vidas de su vocalista y su guitarrista, ya que el resto de las miembras no cedieron sus derechos de imagen para ser representadas en la película. Esto, contrariamente a lo que se podía pensar, le hace un favor a la película, ya que si bien su guión renquea en un intento de centrarse en dos personajes, si tuviera que hacerlo en los cinco la tarea se volvería imposible. Para ello el guionista creó un tercer personaje (bastante secundario) a partir de las tres chicas ausentes. Para más inri, todo tiene lugar en 1975, una época de excesos donde el rock prevalecía y donde los músicos se convertían en iconos en muy poco tiempo. En el caso de las Runaways, por ejemplo, se las comparó con todas las bandas míticas, haciendo hincapié en el hecho de que eran mujeres y eran muy jóvenes. Rock para adolescentes en el que se podían entrever las raíces del grunge que primaría una década después.
            Dakota Fanning da vida a Cherie Currie, vocalista de The Runaways con tan sólo 16 años y principal afectada por la montaña rusa que supuso su participación en la banda. La composición de Fanning es, sin duda, lo más interesante de la película. Más allá de la polémica que ha provocado su personaje (estúpida polémica; se trata de un biopic), la actriz demuestra con 15 años una madurez que otros actores tardan décadas en alcanzar. Dakota Fanning ya no es una niña, como demostró hace un par de años en Hounddog, y nos alegra que siga escogiendo sus papeles con inteligencia (ella sola vale más que toda la saga de Crepúsculo). Su partenaire es, curioso, Kristen Stewart, la casta Bella Swang que ha enamorado a hordas de adolescentes. Se merece Stewart también todas las alabanzas, ya que su retrato de la guitarrista Joan Jett nos hace olvidar su malogrado quehacer en la citada saga. Es más, el hecho de que estas actrices se sigan involucrando en proyectos en cierto modo independientes confirma la tendencia que siguen los niños prodigio de su generación (ahí están Abigail Breslin, Soirse Ronan). Como guinda al pastel encontramos a Tatum O’Neal (otrora niña prodigio) y a un sobresaliente Michael Shannon (con su Oscar por Revolutionary Road) como manager del grupo.
            Floria Sigismondi, directora y coguionista, viene del mundo del videoclip (ha trabajado con artistas de la talla de Sigur Ros e Interpol), y si bien sabe desenvolverse tras la cámara (tiene escenas y planos verdaderamente inteligentes), con el guión tropieza a menudo, lo que hace que toda la cinta se resienta. Presentación de los personajes, unión de la banda, ensayos, drogas, sexo, conciertos, el boom, más drogas, algo de drama familiar, conciertos, drogas, caída y redención. Todo muy atropellado, cierto, pero Sigismondi tiene buen gusto al tratar la relación entre las dos protagonistas y el mundo del rock desde dentro, tal y como lo hacía (ahora sí, de modo mucho más inteligente) Casi famosos.
            Al menos hay algo que no se le puede achacar a la película, y es que musicalmente está bien servida de grandes temas tanto propios como ajenos. De este modo, son los conciertos, ensayos… las actuaciones en general las únicas partes que brillan. Pero bien hecho.
            Vamos, es una lástima que una historia que podía haber dado para tanto se quede en la superficie, que la directora no haya decidido arriesgar más, ya que el reparto está entregadísimo y podían haber ofrecido el biopic roquero definitivo. Los ingredientes estaban, pero el plato se ha quedado a medio hacer. Le daremos un 7.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Series y series y series y un verano que se acaba (II)

Pero no ha sido eso lo único que he visto este verano. Con tanto estreno y tanta búsqueda y tan poca vergüenza, me acabé enganchando a otras ficciones que iré desgranando a continuación.
           Tenía guardada en una carpeta la última temporada de una de mis series predilectas: Nip/Tuck, que siempre nos ha aportado tramas culebronescas muy desfasadas (en cuanto a cualquier tipo de mesura), personajes extraordinarios u ordinarios, a secas, y cantidades ingentes de sexo y quirófanos. Toda una revolución, si bien es cierto que esta temporada última ha sido bastante descafeinada, y el final decepcionante. No es de extrañar, ya que el tipo que ha pergeñado todo esto, Ryan Murphy, ha estado liadísimo con Come, reza, ama y la primera temporada de la exitosísima Glee.
           Más me ha gustado lo que he podido ver de Caprica, que toma lo mejor de su serie madre, BG (recordemos que Caprica no es más que la precuela menos precuela de la historia). Si en Galactica había golpes de estado, huidas interestelares y profecías místicas, en su hija hay atentados terroristas, luchas de poder, filosofía, vicio... Como veis, una serie tan madura como mamá. Es más, creo que se perfilará como otra de las grandes olvidadas por los premios televisivos, ya que a pesar de su material humano y filosófico tan intenso, su principal baza, la considerarán una serie de ciencia-ficción, de robots, maquinitas y naves espaciales, y por ende algo estúpido. Gracias por los prejuicios.



            A la que sí me he enganchado es a The Big C, y es que a pesar de las reticencias de las que hablé, considero que su discurso liberal y optimista bien le valen mi atención. Tiene demasiados puntos negativos, cierto, como al insoportable hermano de la protagonista y la actitud estúpida de Laura Linney. Además, le está costando encontrar su tono, aunque el episodio 4 me gustó; ahí lo hilaron. Y como punto gordo de la serie, la dinámica entre Cathy y su alumna obesa (¡gran Gabourne Sibide!). Si siguen por ahí, pueden lograr algo bueno, aunque me da la sensación de que Showtime me cuenta una y otra vez lo mismo :S
          Ahora, una confesión: me engancho a reality shows, es inevitable, pero nunca había tenido que descargar ninguno americano. El culpable en concreto no es otro que Top Chef, un programa en el que alrededor de diez cocineros compiten semanalmente por permanecer en el concurso sacando adelante platos exquisitos en circunstancias imprevisibles. Les hacen cocinar en pleno desierto con una lata de chapa como sartén o con aperitivos de la marca Cheetos un plato de nouvelle cuisine. Como veis, una tontada digna del tonto más grande, pero una tontada que engancha, diablos... Además, si os gusta medianamente la cocina, ya está todo hecho. Como me pasó a mí. Una temporada en dos o tres días. Fantabuloso.

           Una de las series más extrañas y desconocidas (porque ha pasado desapercibida) del año, Gravity, también me enganchó. Por su punto de partida. Por su humor negro. Por su extrañeza, su excentricidad. Podría estar perfectamente tras ella la cabeza de Bryan Fuller: un grupo de suicidas que han fallado en su intento de morir tienen que ir a reuniones para rehabilitarse y reincorporarse en la sociedad. La protagonista tiene una belleza frágil, sobrecogedora, llamativa... y vale la pena por su única temporada, aunque no es ninguna maravilla.
           Y para cerrar, lo dejaremos con una OBRA MAESTRA: Treme. Nueva Orleans postKatrina, David Simon, David Mills, música negra, John Goodman, una ciudad destruida y la reconstrucción de ese escenario caótico. Es tan realista que podría pasar por un docushow gracias a las interpretaciones de su elenco y a las localizaciones. Y HBO. ¿Qué más se le puede pedir? Que la gente le dé una oportunidad. En este momento, es lo mejor que está pariendo la televisión por encima de Madmenes y Breakingdades... Pero claro, el jamón 5 J sabe raro si uno sólo come mortadela. Quiero creer que todos acabaremos paladeándolo y congratulándonos por esta magia y esta oportunidad de viajar al centro del huracán desde el sofá de casa...

martes, 17 de agosto de 2010

Inception: el origen de TODO

EL ORIGEN DE TODO
Christopher Nolan ha sido el director más determinante en el ámbito cinematográfico en la última década. Comenzó a hacer ruido con Memento y su atípica epopeya antiheroica, además de un guión que supuso un soplo de aire fresco en las fórmulas narrativas. Su próximo gran paso lo dio al aceptar tomar las riendas del superhéroe oscuro por antonomasia: su mano de hierro en la dirección de Batman begins y, sobre todo, The Dark Night, determinó la consecución de la unión entre cine de autor y espectáculo. Nunca crítica y público han estado tan de acuerdo, y nunca Bruce Wayne ha lucido con tanta majestuosidad (vergonzosos parecen a su lado los intentos de Burton y Joel Schumacher). En El Prestigio elevó a su máximo nivel una historia de magos de poderosos guión y reparto (nada que ver con la sobrevaloradísima El ilusionista).
Pero no ha sido hasta ahora que Nolan ha podido demostrarnos de lo que es capaz. Un guión y una película que son 100% suyas. Cine d’auteur para masas. Leonardo DiCaprio en esta intrincada fábula sobre el origen de los sueños. Y Marion Cotillard, Joseph Gordon-Lewitt, Cillian Murphy, Ellen Page, Ken Watanabe, Michael Caine… Porque, si bien Inception es visual y narrativamente novedosa e inabarcable, en el fondo mantiene el buen hacer del thriller clásico. Tal vez aquí no hay una rubia que trae de cabeza al protagonista, pero encontramos un ¿agente? ¿detective? ¿sicario? que se encarga de robar cosas en los sueños de otra gente. Naturalmente, no va a robar, por ejemplo, la caja fuerte de un banco suizo, sino cosas mucho más valiosas, ésas generadas por nuestra mente en el campo de los sueños: mezcla de recuerdos, subconsciente y mecanismo de autodefensa.

Como ven, el punto de partida es sencillísimo: ladrones que roban en los sueños de otra gente. Ladrones que controlan su propio estado de vigilia y son capaces de entrar y salir del mundo onírico con plena conciencia. Es como la evasión a otra realidad, muy Matrix, cierto, pero no hay mejor modo de explicarlo. Porque Origen le debe mucho a Matrix, aunque la película de los Wachovski se quede en una anécdota al lado de este intrincadísimo juego formal y lógico. También habrá quien se acuerde, en materia de sueños, de cómo los responsables de Pesadilla en Elm Street jugaban igualmente con esa incertidumbre del sueño-realidad, del sueño dentro del sueño… Aunque (y creo que es la única pega que se me ocurre para la película de Nolan) los sueños en este film cuentan con demasiada lógica para ser sueños. Justificado queda si tenemos en cuenta que los creadores de los sueños son perfectamente conscientes de cuanto generan, y ahí yace su realidad y lógica.
Otro de los aciertos de la película es la ambigüedad moral de sus personajes: no hay malos malísimos ni buenos buenísimos. Vamos del lado de los ladrones porque nos fascina cómo transforman la maleabilidad de los sueños en poderosos escenarios de una intensidad visual muy por encima de la horripilante Avatar; nos convence el director desde el comienzo de lo lícito de estas acciones delictivas, todo ello personificado en el nuevo miembro del equipo, la joven Ellen Page. Debería andarse Nolan, no obstante, con cuidado en cuanto a las emociones humanas. En demasiadas ocasiones sus películas dan la sensación de ser relojes suizos perfectamente encajados que no hacen tictac a pesar de que se mueven. Tal vez debería permitir que sus personajes exteriorizaran un poco más sus emociones, ya que cuando esto sucede (principalmente en los casos que incumben a Cotillard o Page) la película gana enteros.
Con toda probabilidad, y lo dejo aquí, la película del año. Por su reparto, por su guión redondo, sus reflexiones, la música de Hans Zimmer y su estupenda fotografía y efectos visuales. Ahora sólo nos queda mantener la fe en el próximo proyecto que tenga en mente el visionario de Christopher.



Nota: 9

domingo, 4 de julio de 2010

La puntita nada más


Ya ha vuelto la polla más televisiva, el hombre mejor dotado de la pequeña pantalla. Hung nos sorprendió el verano pasada con la historia de un padre de familia que se ve obligado a ejercer la prostitución. El oportunismo de esta creación en plena crisis económica mundial, el detallado proceso de creación de sus personajes y un buen casting de actores eficientes tal vez no son suficientes para esta serie. Flaquea en un punto muy importante: es demasiado amable, demasiado blanca para pertenecer a HBO. Una serie que gira en torno a un gigoló debería ofrecer, cuanto menos, su buena dosis de sexo. No pido un Tell me you love me o un True Blood, pero no basta con enseñarnos la cara orgásmica de una mujer desesperada. Además, la historia de persona normal con doble vida de dudosa moralidad ya está muy vista (Weeds, Breaking Bad, Dexter...) en televisión. Tal vez el motivo por el cual la serie es tan blandita es que HBO sólo buscaba en su momento cubrir un hueco en la programación antes de encontrar una nueva serie bandera (véanse Treme o, para bien o para mal, True Blood). Además, no entiendo cómo no aprovechan el sex appeal de Thomas Jane, su actor principal, que se limita a pasearse por la pantalla con cara de cervatillo y a hacerles el amor a señoras ricas con toda la ternura del mundo. No olvidemos que el público quiere caña, queremos que el prota sea un poco cabrón y más guarro en la cama, que se acueste por fin con su ex mujer y que se aproveche de su "chulo"... Y es que la serie tiene entre sus mejores bazas pequeños detalles que la hacen digna de seguir aunque no sea una grande en una cadena tan especial como es HBO:
-la "chula" medio poeta, medio psicóloga con tan poca autoestima
-los hijos adolescentes mellizos y emos del prota
-¡vive en una tienda de campaña!
-aprovecha su pollón para salir de la crisis y lo ha encajado con toda la naturalidad del mundo
-su ex mujer es la rubísima Anne Heche

De todos modos, aún sólo hemos visto el primer episodio de la segunda temporada, y yo seguiré las desventuras de Ray, su peculiar chulo y su familia disfuncional (característica elevada a su vigésima potencia en la estupenda United States of Tara).

jueves, 8 de abril de 2010

El escritor de Polanski


AY MAMI, ¿QUÉ SERÁ LO QUE TIENE EL NEGRO?

Hay un frente abierto en el cine. Frente a la agria y anticuada moral americana que censura indistintamente al artista y su obra, Europa volvió a rendirse ante un último Polanski que, para qué negarlo, sigue en plena forma. Y es que si hay algo indiscutible, esto es el hecho de que Roman Polanski es uno de los mejores directores de la Historia. La polémica no es algo exento al frente abierto ante el director y sus simpatizantes (muchos estadounidenses afirman que no verán películas de Johnny Depp o Ewan McGregor porque apoyan a Polanski como artista), qué va: la historia, la trama que narra El escritor se basa impúdicamente en personas y hechos reales como Tony Blair, y es incontestable, o la guerra de Irak. Cuando Tarantino reescribió la Historia en Malditos bastardos, muchos le llamaron genio; Polanski escribe una Historia alternativa con personajes que son poco más que el seudónimo de políticos reales, a pesar de que el conflicto es el mismo. Ha tenido que pasar un tiempo para que el cine se haya podido alimentar de la guerra de Estados Unidos contra Irak. Nos llegó la angustiosa Redacted de un desinflado De Palma; hace nada la Academia ha reconocido a la beligerante y condescendiente En tierra hostil, pero ha tenido que llegar Polanski para que hablemos de tribunales de guerra y culpables. Por mucho que incomode a los poderosos.

El punto de partida es asimismo un acierto: un escritor hábil recibe el encargo de escribir las memorias del Primer Ministro británico, esto es, hacer de negro. Más allá de que un lumbreras no haya decidido titular la película como El negro del presidente u otro horror, la situación tiene chicha y recuerda a la novela ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!. El escritor anterior ha aparecido muerto en la playa, como si la presión hubiera podido con él. Ewan McGregor lleva adelante el peso de la película en un papel pensado inicialmente para Nicolas Cage y lo borda. Está interesado, aburrido, angustiado, sexy, preocupado… según lo requiera el papel. Lo acompañan Pierce Brosnan como Primer Ministro en otro intento de olvidar la sombra de Bond, Olivia Williams, que deja de ser chica Whedon para convertirse en una señora de… extraordinaria. Incluso el resto del repartazo, todo un acierto de casting, encaja como un rompecabezas perfecto: Kim Catrall, Tom Wilkinson, Tomothy Hutton, James Belushi…


¿Qué sucede, pues? Sucede que el escritor anónimo (no conoceremos el nombre de McGregor en toda la película) comienza a averiguar cosas sobre el mandato del presidente y su ascenso político. Sucede que tiene un acuerdo de confidencialidad con el Primer Ministro y otro de exclusividad con la editorial, y sucede que se encuentra en el centro del huracán de una persecución. Así pues, encontramos un personaje normal que por causas ajenas a él acaba acorralado y angustiado, como ya sucedía con los protagonistas del El pianista, El quimérico inquilino o Rosemary’s baby, por citar algunos de los mejores trabajos del director polaco. El thriller político, como buen thriller, tiene aroma hitchcockiano, es decir, con pulso y buen guión, aunque sin grandes artificios que desvíen la atención.


Así pues, volvemos a encontrar una película sólida y entretenida, con buenas interpretaciones y dilemas morales muy interesantes. La película con la que Polanski obtuvo el Oso de Plata mientras estaba bajo arresto domiciliario. Una verdad incómoda, la que trata El escritor, que además hace justicia a todos los “negros” que escriben a la sombra biografías y libros de todo tipo para famosos. Ah, y una película con un desenlace muy consecuente con la honestidad del resto del relato, de esas que vale la pena saborear en el cine.

jueves, 25 de marzo de 2010

Meme: una de cine


De manos de McGuffin encuentro este maravilloso Meme, sobre todo para los seguidores exacerbados del séptimo arte.

Película de Todos los Tiempos: American beauty (1999) de Sam Mendes

De acción: Leon (El profesional) (1994) de Luc Besson

De aventuras: Parque Jurásico (1993) de Steven Spielberg

Bélica: Jarhead (2005) de Sam Mendes

Biopic: La Môme [La vie en rose] (2004) de Olivier Dahan

Cómica: Mejor...imposible (1997) de James L. Brooks

Ciencia Ficción: The Host (2006) de Bong Joon-ho

Deportiva: Million Dollar Baby (2004) de Clint Eastwood

Dramática: Candilejas (1952) de Charlie Chaplin

Independiente: Las vírgenes suicidas (2006) de Sophia Coppola

De juicios: Kramer vs. Kramer (1979) de Robert Benton

Musical: Dancer in the Dark (2000) de Lars von Trier

Basada en ¿Cómic?: Where the Wild Things Are (2009) de Spike Jonze

Comedia romántica: Eternal Sunshine of the Spotless Mind [¡Olvídate de mí!] (2004) de Michel Gondry

Terror: Frágiles (2005) de Jaume Balagueró

Thriller: Fargo (1996) de Joel Coen

Cine Negro: Camino a la perdición (2002) de Sam Mendes

Animación: 2D- La bella y la bestia (1991) de Gary Trousdale y Kirk Wise y 3D- Up (2009) de Pete Docter y Bob Peterson


Creo que queda clara mi devoción por Sam Mendes y por el cine contemporáneo, aunque bien podría haber hecho dos memes consecutivos, uno con clásicos y otro sin ellos. Ahí queda, pues...

viernes, 12 de febrero de 2010

El Aliatar hace justicia al cine


No deja de tener cierta justicia poética todo esto. Verán, el Aliatar (Granada) era en su origen un teatro, más adelante se convirtió en cine que, amenazado por los multicines y cadenas de empresas mayores, servía de reducto a los amantes del cine menos comercial, véanse europeo, español, independiente... Hace tres o cuatro años la sala, que mantenía la forma de teatro, tuvo que cerrar y se convirtió parte en tienda de ropa y parte en cafetería. ¿Y esto a cuento de qué viene? Ese café mantuvo una de las pantallas del cine intacta. Esta semana, gracias al festival de cine clásico Retroback, la sala le devuelve el favor al séptimo vicio arte transformándose nada más y nada menos que en el mítico Rick's Café de Casablanca. ¿Es o no justicia poética?


A lo largo de esta semana, encuadrada dentro del festival que retrotrae a toda Granada a la época del Hollywood dorado, se encontraba esta actividad paralela. Un sexteto de lujo, la proyección en ciclo de la película que nos ocupa y el trabajo de un grupo de actores caracterizados como debiera ser el café en la película hacen posible la magia de sumergirnos de lleno en un ambiente de cine. Ya saben, jazz de película, apuestas, cócteles, cigarrillos e interacción con los presentes. Una propuesta que ha tenido muy buena acogida y que aquí servidor pudo disfrutar ayer mismo cuando debería estar en la biblioteca. Os dejo unas imágenes de lo que nos dejó la noche en el Rick's Café. Igual encontráis a Bogart:





lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King