And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

lunes, 31 de mayo de 2010

Fronteras: un aperitivo


No me gusta decir: soy español. No siento el orgullo que supuestamente debiera recorrer mi tálamo. Tampoco me oiréis gritar ¡Viva Andalucía!, ya que no me siento más andaluz que español. Me puedo enamorar de lugares y de momentos que no suponen nada en el curso de la Historia, ¿pero de una identidad nacional? ¿De una agrupación de personas sin ton ni son? Nunca. Es estúpido, ilógico cuando no tiene ningún fin. Tal vez culpa de esto la tenga mi misantropía galopante, cada vez más desarrollada. Pero no es sólo eso. La puta determinación que ha desarrollado el ser humano por clasificarlo todo. Y últimamente no me queda más que decir que soy de mi pueblo, y de tal provincia, y matizo que vivo en otra y… Decía en mi poética hace unos días: “Quiero canciones que me hagan llorar, y viajar y volver al sitio al que pertenezco”. No sé cuál es ese lugar: no es Bélmez, no es la casa paterna, puede que no haya encontrado aún el lugar al que pertenezco.
De todo esto tiene mucha culpa la vergüenza histórica de los países. Es ésa la que hace que los alemanes agachen la cabeza al hablar de Historia, aquélla por la que los americanos no pueden salir de casa sin que les odien (hecho en gran parte justificado tras los continuos conflictos en que se ven envueltos a raíz de su supremacía y estulticia moral) o por la que un español medio no gritaría ese ¡que viva España! ni se pasearía con la bandera roja y amarillo si no estuviéramos en tiempos de competiciones deportivas. Porque los “malos”, como me gusta llamarlos, se hicieron con esos símbolos. Al menos nosotros no suponemos la diana de todo el mundo como supuso Hitler y sus arios, hecho que derivó en una palabra específica que describe la vergüenza histórica que provoca en las generaciones actuales el paso de su país por la Historia reciente: vergüenza por el Holocausto judío, vergüenza por la dictadura que sirve como ejemplo de la palabra “dictadura”, vergüenza por los muertos sin motivo, el primer paso para reconocer que las barreras acaban con el hombre...

sábado, 29 de mayo de 2010

Proyectos literarios I


La encuesta pide a gritos que hable de mi futuro como escritor, si es que lo tengo, y para hacerlo empezaré por algo que casi no me pertenece: poesía. Ya sabéis que tengo un poemario, Cuánta pupa, muy convencional (tres partes, historia de amor que se va a la mierda, rima libre...), pero igual no sabíais que me han incluido en una antología de poesía joven: Para qué + poetas. Herederos y precursores. Han seleccionado a cuatro poetas de cada provincia andaluza (a mí me toca Jaén, por mucho que viva en Granada) y han publicado un poema y nuestra poética. ¿Qué mérito tiene el libro? Se trata del primer número de una colección, han logrado aunar a treinta y dos poetas que no tienen nada que ver en una misma obra, lo cual demuestra el buen estado de salud de la poesía andaluza. Me preguntaron qué me considero, si heredero o precursor, aunque lo cierto es que no me creo digno de pacer en ninguna de las dos orillas: ¿heredero yo de Lorca, o Bukowski, o Luis García Montero? ¿Puedo ser acaso heredero de mis coetáneos: Pablo García Casado, Cristian Alcaraz, Jesús R. Peinado...? Para eso ante todo tendría que ser un buen poeta. Naturalmente, todos bebemos de nuestros referentes, que en muchos casos no sólo es la poesía: cine, televisión, música, no sé, incluso el WoW... Ya precursor... ¿precursor de qué? Si yo no he inventado nada: dadme tiempo y confianza. Sólo soy precursor en ser poeta en mi casa, donde apenas se lee y nunca se escribe. ¿Eso es ser precursor? En definitiva, que compartir antología con nombres que conozco en persona (Elena Medel, Erika Martínez, David Leo García...) es todo un orgullo para alguien que aún no ha publicado propiamente nada de poesía. En cualquier caso, ya tengo en mente otro proyecto de poesía: El abrazo del koala (gracias, Sebas), donde contaré el viaje íntimo de un hombre que tiene que afrontar el fin del mundo, su soledad, su esperanza, su fin...

Y bueno... después de un día tan repleto de poesía, prometo seguir contando planes de futuro más concretos y proyectos que tengo a medias. Pero esto no me lo puedo callar: me dijeron off the record que el libro más vendido de la Feria del Libro de Jaén ha sido La traición de Wendy. ¿Puedo ser más feliz? Para celebrarlo, os dejo el único poema que he escrito pensando en mis raíces: que si Jaén, que si Bélmez... y esto es lo que me salió:

de memoria
He viajado lejos: a otros pueblos,
otras ciudades, otros países,
________________ a otros continentes.
Pero siempre he guardado conmigo
un frasco dorado que, según la ocasión,
llamo alma o llamo óleo natural.
Y a cada gota que unto en el pulgar
y chupo como Justin Cobb,
a cada gota que resbala por tu cuerpo
en nuestros juegos de cama,
a cada gota
coge los fardos, vacía el remolque
y a cada gota
enhebra la remalladora, esquila cien pantalones
y cada gota el olor a campo, a lumbre,
a una madre, mi madre y a todas las madres
del mundo.
A cada gota, a fin de cuentas,
Proust, que me da la razón.

lunes, 24 de mayo de 2010

Lost: La muerte es tu regalo


Esas palabras recibió Buffy Summers, heroína por antonomasia, de la Primera Cazadora. Y parece que de un tiempo a esta parte la muerte se concibe precisamente como un regalo soportable, para nada como la maldición que persigue a los hombres desde que tenemos conciencia de nuestra mortalidad. Así pues, gran parte de las series que han generado mayor movimiento fan se han decantado por la muerte como resolución final y cierre de la historia. Otras abogan por un final abierto: el caso más sonado es probablemente el de Expediente X. Luego están las que aceptan la muerte como un regalo, desde Six Feet Under (no podía ser de otro modo: la historia nace de la muerte y acaba en ella) a, en menor medida, Los Soprano (la muerte no se muestra; como todo en esta serie, se intuye en la polémica secuencia final). Lost juega en otra liga. Una serie que ha jugado con términos tan absolutos como bien-mal, fe-pragmatismo o blanco-negro no podía decantarse claramente por ningún lado. Y así les ha ido. Han hecho lo mismo que Battlestar Galactica, aunque quizás de un modo más inteligente. Si BG aclaraba en gran parte la naturaleza religiosa/filosófica de su desenlace, Lost nos regala una sensación mucho más gratificante: PERPLEJIDAD. Nadie sabía lo que acababa de suceder al finalizar el doble episodio de cierre. Pero ya se han escrito miles y miles de palabras. Y de eso sólo hace unas horas. Lost, una serie que ha apostado tanto por su ambigüedad narrativa y la promesa de una miel que nunca llegaría, ha llevado su juego hasta el final y no es algo sonrojante. El final podrá parecernos cursi, almibarado, tópico... pero no había otro final posible. No, porque no queremos saber qué es la isla. Ni dónde está. Ni cómo llegó ahí una civilización extraña. Queremos saber si nuestros compañeros de viaje llegarán a perdonarse a sí mismos: si Kate acabará en paz tras su tormentoso triángulo amoroso, si Penny y Desmond podrán criar al pequeño Charlie ajenos a los tejemanejes de un Locke y un Ben que son simples mortales más; si lo de Juliet y Sawyer prosperará. Si Claire será una madre modelo a pesar de las dudas que ofrecía en un principio. Si Rose y Bernard podrán amarse lejos de cánceres o tiendas de campaña y viajes en el tiempo que ya no le importan a nadie. Incluso si Faraday podrá llevar a buen puerto su relación con la pelirroja Charlotte. Me sobran las respuestas. Ver a Jack morir tranquilo, FELIZ por una vez en la serie es el mejor final que me han podido dar. Porque, al fin y al cabo, los Otros, los otros de los otros, las detonaciones y la luz de la isla no son más que un simple instrumento para dar cohesión a las relaciones entre los personajes. Nos interesan las vidas de todos y cada uno de ellos (¡hasta de Miles!). No es casualidad que durante la primera temporada se encargaran de desgranar la vida y obras de todos los losties, y ahí radica nuestra adicción, en algo tan elemental como el culebrón clásico, la tragedia griega, las derrotas menores de seres humanos. Saber que Hugo obtiene la condición de líder o que Ji Yeon crecerá junto a sus papás son todas las respuestas que quiero. ¿O acaso alguien le reprochó a Orson Welles que apenas se dejaba intuir que su "Rosebud" no era más que una mierda de trineo? Una vez más, Lost ha sido consecuente con su naturaleza: el viaje es lo importante, su continua capacidad de sorprendernos, su ahora estamos en el pasado, ahora te cuento el futuro, ahora una realidad alternativa que en el último episodio resultará ser una suerte de Cielo. Lo único reprochable en ese sentido es la simpleza moral, la sumisión cristianista que adoptan los responsables de la serie (muy acorde con la tónica americana de Bien y Mal cristianos).


En definitiva, y esto va en concreto para aquellos que han acabado decepcionados con el desenlace ¿definitivo? de Lost: os habéis equivocado de serie o habéis estado perdidos durante estas seis maravillosas temporadas. Desde el principio cuanto han pedido ha sido fe y en ningún momento nadie ha creído que nos fueran a dar respuestas a todo. Porque es imposible, y en eso radica la grandeza de Perdidos: han mantenido incógnitas que cada uno de nosotros ha cerrado como bien ha podido/querido hasta el final, cuando nos han ofrecido la ÚNICA Y GRAN RESPUESTA. Toda serie, toda narración surge de la necesidad de transmitir algo, de exponer un mensaje. En algunos productos el mensaje está clarísimo. Así, Los Soprano habla sobre la familia, Buffy sobre el poder femenino y Dawson crece sobre el crecimiento: si analizamos los finales de estas series veremos que todas se mantienen fieles a su mensaje, aunque claramente la que mejor logra conectar con ese lema original es la "estúpida" serie de demonios y vampiros. Recordemos que Buffy tuvo dos finales: en el primero, la Cazadora fallecía en un acto mesiánico de sacrificio: una chica que carga con el peso del mundo sobre sus hombros (poder femenino); en el segundo, Buffy otorga su poder a todas las chicas del mundo destinadas a convertirse tarde o temprano en Elegidas (las mujeres dominarán el mundo). Vayamos ahora a los Soprano: Tony Soprano ve cómo su "familia de negocios", su familia mafiosa, se va desmoronando. No obstante, la serie concluye con una cena familiar en un restaurante typical American con el "Don't stop believin'" de fondo (la familia en última instancia es cuanto importa). Dawson, por su parte, cocluye con sus protagonistas ya adultos cumpliendo sus metas y problemas de personas mayores: sueños cumplidos, paternidad, muerte (el crecimiento, el adiós definitivo a la infancia). Lost habla de la soledad (recordemos esa cita noble de adolescente sensible: "Soledad es estar rodeado de personas y pensar en quien te hace falta"). Y en la serie de marras no piensan en quién les hace falta, sino en la mierda de vidas que han llevado hasta la fecha, pero están solos. Perdidos y solos. Hasta que todos nuestros héroes no se encuentren a sí mismos, hasta que no dejen de estar solos no podrá acabar su periplo por este mundo. Deambularán como zombies, unos morirán en la isla al poco de llegar, otros mucho después, incluso fuera de ella. Lo que viene a decir el desenlace es que al final, cuando todos hayan muerto, es cuando realmente estarán acompañados. Adiós a sus infiernos personales, a las vidas que no han escogido, a personas que se han cruzado en sus vidas por puro azar. Al final es tanto protagonista Jack como Boone: todos están en el mismo limbo, todos han perdonado sus pecados, todos están en paz. No es que todos sean jóvenes y hermosos cuando mueran; eso es una licencia poética que ya empleó Amenábar con su Hipatia: se llama senescencia. Por eso la serie acaba con el sacrificio de héroe (en este caso Jack) que encuentra su regalo, su paz y su felicidad en la muerte junto a un perro golden.

Como todos los grandes finales, Lost se ha despedido con polémica. Polémica muy injusta, creo yo, pues nos ha ofrecido el único desenlace posible: bonito, lacrimógeno y feliz. Y el que quiera respuestas, que se pase a CSI. No, si al final el final más aceptable que he visto hasta la fecha, si obviamos el de Six Feet Under, ha sido el de Buffy cazavampiros. La muerte es tu regalo... Pero bastante hemos sufrido por hoy con Locke, Ben, Desmond y el pobre Jack. Que vale que podía haber arriesgado más, traer a los personajes negros para la finale, decantarse por una fe menos evidente, dar una respuesta, pero ¿y la magia?Lost se ha acabado.
Amén.

domingo, 23 de mayo de 2010

De cuando Lost acabó con el franquismo


Este señor horrible llamado Franco tenía sueños de grandeza de una utopía que, para qué negarlo, logró llevar a la realidad. Durante la República (y en los círculos intelectuales durante el franquismo) hablar y comprender el francés y el inglés era algo muy bien visto. No obstante, esto entraba en detrimento de los sueños del "gran dictador". Por una nación, un país, un territorio deben tener UNA lengua, y en nuestro caso ésta no era ni más ni menos que el español. Así pues, ni gallego, ni vasco ni catalán, ni mucho menos inglés o francés: aquí se hablaba español, hostias ya. Además, como el Estado controlaba casi todo lo que entraba, los traductores vivieron tiempos de bonanza: no tanto los libros como las películas se traducían y doblaban por completo. De este modo encontrábamos que el pueblo, las grandes masas, sólo podían ver películas de a)Joselito y Marisol; b)películas dobladas y a veces censuradas; c)más tarde, pelis de tetas y landismo. Y pensar que había quien les reía las gracias a todos esos. Había quien lograba saltarse la censura con ingenio: por ejemplo, el subtexto de las cintas de Saura era muy rico, muy valiente.
Total, el pueblo español se deja absorber por la comodidad de lo que viene hecho, la ley del mínimo esfuerzo, y como no era preciso aprender otro idioma para ir a las películas, se fue dejando. Pasó que la sociedad lo asumió como un orden natural y basaban su argumento en: si yo soy español, ¿por qué tengo que aprender inglés para ver una película? Pero amigo, no lo tienes que aprender, basta con que leas los subtítulos. Cuando lleves cinco películas así, te acostumbrarás. Aquí tenemos el mensaje: el doblaje es un síntoma, una secuela del franquismo. En Portugal (y en menor medida en Francia), que están al lado, los cines y la televisión son en VO con subtítulos. Acabó la dictadura, murió Franco-lo-dejaré-todo-atado-y-bien-atado y las secuelas de ese tiempo de ese tiempo de sometimiento. Nadie podría proponer acabar con el doblaje de un día para otro. Los intelectuales (otra vez ellos) pasaban por puros nerds si sugerían ver las películas en versión original "para apreciar las interpretaciones, los matices de las voces"... Pero es que...si estoy leyendo me pierdo lo que pasa en pantalla y las actuaciones. ¡Pero amigo! Tú es que no distinguirías una actuación buena aunque te escupiera en la cara!

Y llegó LOST.

Recuerdo que fue el año de dos grandes descubrimientos televisivos más allá de la manida televisión por cable: Mujeres desesperadas en comedia y Lost en drama. También es verdad que ambas series han tenido suertes distintas, si bien ambas tuvieron una primera temporada que aportó un rayo de luz al aburrido panorama televisivo. Y el misterio de Perdidos, su continuo intento de dejarnos desarmados, su acumulación de interrogantes vencieron a la pereza derivada del franquismo. La gente empezó a tirar de Emule (hasta entonces reservado para la música) para bajarla rápido (recordemos que empezó a emitirse de manera ridícula e irregular por La Primera), ya que nos llegaba con meses de retraso, doblada y cuando ya sabíamos lo que sucedía dos temporadas más adelante. Descubrimos una escotilla. Humo negro. Rugidos, susurros. Gente que vive en el bosque. Conejos blancos. Y ya estábamos enganchados.


Pero no sólo a LOST. Descubrimos que una vez has probado el original, las series dobladas, el cine doblado no tienen ninguna gracia. Y probamos comedias nuevas, series de culto, volvimos a los orígenes del movimiento fan, nos hicimos miembros de webs especializadas. Lost era un producto tan adictivo que no había barrera insalvable entre las personas. Gente de derechas y de izquierdas en el mismo foro, en el mismo sofá tratando de discernir por qué Locke puede andar y Rose ya no tiene cáncer, o qué es ese pie de cuatro dedos... Por fin España parecía un país, sólo uno en el que podíamos disfrutar en inglés y olvidarnos del doblaje. Y descubrimos que igual estaban en Francia (con lo especialitos que son los franceses), Italia o Suecia. Y la gente descargaba Urgencias, A dos metros bajo tierra, The Big Bang Theory... y películas y series inglesas (esas grandes desconocidas). Proliferaron los blogs sobre series, las páginas especializadas, las series de televisión tomaron periódicos y revistas, la gente hablaba y habla por la calle de temporadas, spoilers, cliffhangers... Yo, como la mayoría, empecé a descargar gracias a Lost. La proliferación de páginas de streaming, el descubrimiento de páginas y alternativas de descarga, los torrents, megauploads y su puta madre nos hicieron adictos a Internet. Cada vez se consume más cultura y, paradójicamente, se lee menos. O más, quién sabe si con el libro electrónico y la piratería cultural la gente leerá a Sartre en el metro. Quién sabe...

Lo único que queda claro es que Lost nos unió para siempre, y ya se sabe: lo que ha unido Lost, que no lo separe nadie. Y si Lost ha sido capaz de derrotar una barrera, un lastre tan sucio como el del doblaje, es normal que esta noche millones de personas permanezcan en vilo para saber si al final Jack vivirá, si todos dejarán la isla o no. Está clarísimo que Juliet será la madre del hijo de Jack, porque todos queremos a la rubia. Y también que Desmond y Penny acabarán juntos, que para algo la suya es una historia de amor de esas que tanto les gustan a los yankies bigger than life. Y me la pela que nunca lleguemos a saber a qué vienen los numeritos de marras, ni quién era la madre loca de Jacob y MIB, ni de dónde han salido los poderes de la isla, ni quién se hará cargo de Ji Yeon. Sólo sé que yo también he llorado con la llamada de Desmond a Penny o la muerte de Charlie, que nunca me parecerá una locura que alguien se etiquete "Not Penny's boat" en la espalda o que nunca me brillará tanto el pelo como a Kate en un aeropuerto de noche. Y siempre, siempre querré a Desmond, a Faraday, Claire y Juliet. El camino ha sido largo, pero ha sido el mejor viaje de mi vida y no me ha hecho falta Biodramina (aunque en según qué momentos, casi...), y he hecho amigos y me he enamorado y he reído y llorado, y que eso lo haya logrado una serie de televisión creo que viene a explicar bastante bien cómo las consideraciones sobre éstas han cambiado bastante. Así que sólo nos queda esperar, ver y disfrutar... lo de juzgar lo dejaremos para los aguafiestas de siempre, ya que ahora está tan de moda decir que LOST no es para tanto. El país que ve Perdidos unido, permanece unido. QUE EMITEN UNA SERIE ESTADOUNIDENSE EN 'TIEMPO REAL'. Esto va a ser con toda probabilidad el mayor acontecimiento de la historia de la televisión.

Sin doblaje. Jódete, Franco. No, si el final de Lost es que readmitan a Garzón en el sistema judicial español. O algo parecido.
Mañana el mundo será un poco más gris. Os dejo con las muertes. In memoriam...

viernes, 14 de mayo de 2010

En casa de Ismael Serrano


El jueves me presentaron a Ismael. Pero antes nos enseñó su casa y nos habló de su bloque y de su vecindario. De los vecinos, de los ruidos, los piques, las pequeñas batallas que liberan cada día: amores, muertes, encuentros y desencuentros. Porque a veces despertar con un bolero no tiene por qué ser malo.



El concierto fue genial, tal y como nos tiene acostumbrados. Hubo tiempo para los clásicos, para lo más nuevo, para reír y para llorar (lo juro, mucha gente lloró), para estar distendidos y comprometidos. Abrió el concierto con "Vuelvo". Hizo de anfitrión y nos presentó a todos sus vecinos con sus pequeños quehaceres a través sus canciones. Si bien es cierto que el público no estuvo tan entregado o cómplice como habitualmente, Ismael y sus músicos supieron sortear la situación y así entregarnos un concierto in crescendo. Naturalmente, eché en falta canciones que siempre me faltan en sus conciertos ("Ana", "Instrucciones para salvar el odio eternamente" o "Cien días" [incomprensible esta omisión]) así como algunas más conocidas: "Casandra", "Amo tanto la vida" o "Ultimamente" (¡!). No obstante, supo encontrar el equilibrio y salir del farragoso terreno de las canciones nuevas que nadie ha aprendido aún. Los momentos más emotivos se vivieron, cómo no, con los temas más nostálgicos y románticos del madrileño, que si "Vértigo" por aquí, "Recuerdo" por allá... El concierto, que duró dos horas largas, concluyó con dos bises donde el público ya estaba de pie amontonado alrededor del escenario. Para esta parte Ismael se había guardado temas de gran calado ideológico. Habló de Garzón antes de que todo se acabara por convertir en una mierda y, como adivinando el futuro, le dedicó "Al bando vencido". Tras dos o tres canciones más o menos positivas, en el segundo bis cerró el concierto con su tema estrella y todos coreamos a voz pelada "Papá cuéntame otra vez", puño en alto mediante y el corazón a mil. Un señor concierto.
Lo bueno es que no quedó ahí la cosa, ya que cuando acabó el concierto y nos estaban echando LITERALMENTE de la sala, los cuatro grupies que quedábamos tuvimos que salir. Entonces vi a Fran Fernández, un cantautor granaíno con el que había hablado antes (la historia es más larga) y me dijo que si eso, me dejaba entrar él. Entré y me presentó a Ismael... madre mía, el mismísimo Ismael hablando conmigo sobre mi libro. Y yo le regalé un ejemplar dedicado y él me dedicó sus discos y le di un abrazo y :)
:)



:D
Yo le escribí en el libro: "Para Ismael, gracias por ponerle banda sonora a mi vida y por recordarme que crezco aunque no sea consciente. Porque a veces no es tan malo crecer ni amar ni volar. Con cariño y admiración, Jose".
Y él me escribió: "Gracias Jose por la atención, por tu libro. Crecer no es tan malo si no nos rendimos, si recordamos qué es vivir. Jose, a pesar del vértigo, seguimos ¿sintiendo?. ¡Suerte en todo!"

Desde luego, yo soy un poquito más feliz desde entonces.



Actualización 29 de mayo:

Al fin han subido una canción del concierto, nada más y nada menos que "No estarás sola"

miércoles, 12 de mayo de 2010

Promoción, promoción, promoción

Estoy agotado.
Sigo mañana.
Si eso...

domingo, 9 de mayo de 2010

Miedo



Miedo, que cantaría Pedro Guerra. Cuando tenemos miedo actuamos de manera estúpida. Y no me refiero al miedo evidente, no. Que de ese ya sabemos mucho. Hablo del miedo ilógico. Como el de esa noche... lo lógico, de encontrar hoy un cachorro en la puerta de mi piso, sería meterlo en casa, cuidarlo, darle de comer, arroparlo y mimarlo. ¿A cuento de qué lo metes en un ascensor? A cuento de una noche extrañísima en la que estaba solo. No obstante, uno también ha tenido momentos heroicos que relatará otro día... Si bien es cierto que nuestro concepto del miedo puede cambiar con el paso del tiempo, en esencia sigue siendo el mismo. Hace unos años, por ejemplo, si me preguntaban repetía con esa elocuencia que da una respuesta tan claro como "sólo me da miedo la soledad", y para alguien proclive a pasar el tiempo a solas es bastante significativo. Probablemente porque en esa época estaba más arropado que nunca, temía a la soledad. Ahora temo a la enfermedad más que a nada. Luego vienen de la mano la incapacidad de acabar la carrera, o de tener planes para el año que viene, o... Pero son cosas secundarias.
Lo que no me gusta es percibir que el miedo se convierte en uno de mis temas reiterativos, no me gusta.
Puede, y esto es verdad, puede que mañana os hable tal vez de historias de perros o de fronteras, de visitas que llegan a mi blog, de Doctor Who, de proyectos literarios futuros o qué sé yo, de mi estancia en la Feria del Libro de Jaén y Sevilla. Otro día. Hoy estoy asustado ;)

viernes, 7 de mayo de 2010

El futuro


Que llevo tres años hablando de proyectos que cambiarán mi vida.
Que, que luego no prosperan.
Pero si algo soy es cabezón, y como tal me niego a dejarlo ahí, y en este momento de incertidumbre más que nunca me propongo colorear mi futuro a dos manos, escrutar posibles planes. Dejar atrás el equipaje que me pesa y hacer por primera vez borrón y cuenta nueva. Vamos, que si el año que viene estoy en Australia o en Córdoba o Estados Unidos será como volver a nacer (ya sabéis, olvidar ESTA vida; buscar nuevos amigos, nuevas metas, escribir escribir escribir).
¿Es difícil replantearnos nuestras vidas? ¿Qué planes tenéis para el "año" que viene? Cuando acabe el verano, espero estar disfrutando de mi auxiliar de conversación en Oceanía o, si no, pasarme todo el año escribiendo. Sólo escribiendo. Con beca o sin ella. Cuéntame tus planes. A veces no nos queda más que arriesgar, ¿cierto? Y yo estoy muy por la labor, porque quien no apuesta, no gana. Otro día os hablo de fronteras y, si a alguien le interesa, de mis proyectos literarios futuros.

domingo, 2 de mayo de 2010

Vales menos de lo que pagamos por ti

Hoy toca hablar de series sobrevaloradas, tal y como han hecho otros blogueros en sus bitácoras. Naturalmente, ésta no es más que una opinión, y es que hay series que veo a pesar de que no son geniales, y otras a las que simplemente no les encuentro el punto:

LOST. La veo, pero no es LA SERIE. No tiene un guión cojonudo (véase Los Soprano, A dos metros bajo tierra...). Además, las dos primeras temporadas en su momento fueron una revolución pero a estas alturas cargan con demasiados lastres. Si bien es cierto que la cuarta era estupenda y la quinta mejor, si cabe, la última temporada está resultando por lo general bastante decepcionante. Y a pocos episodios del adiós definitivo, Lost no va a hacer un movimiento que nos deje tan con el culo torcío como sucedía con sus temporadas 4 y 5. Lo siento, pero no eres perfecta. Y no soporto a Jack, Kate y Sawyer 'sobreactúo para ganarme lo que me pagan'.


DEXTER. Iba a ser el no va más de la ficción de cable, pero lo de la doble vida ya lo conocíamos (teníamos, en la misma cadena sin ir más lejos, a la camello Nancy Botwin), y su apuesta por el drama puro no le hizo el favor que creía ahora que la gallina de los huevos de oro se encontraba en la dramedia (one more time, Weeds, Mujeres desesperadas, incluso Buffy o Los hombres de Paco [por deformación, pero lo es]). Cuenta Dexter con un actor como un castillo, pero ni su personaje es tan fascinante como la creación previa de Michael C. Hall, ni su ambigüedad moral tan original (¿he oído Faith o Spike? ¿Asesinos atormentados?). Además, los capítulos taaaaaaan largos sólo se aguantan con las obras maestras (The Wire, Sopranos y Six Feet Under). Nada, Dexter, que no logré acabarme ni la primera temporada :O Además, se trata de una adaptación de un libro, y el hecho de no ser material original me toca mucho los huevos la moral.


CSI. En serio, ¿tengo que argumentarlo? No entiendo NADA de lo que le guste tanto a la gente. Personajes-robot, historias autoconclusivas que no pueden sorprender por estrambóticos que sean los casos: SIEMPRE averiguan lo que sucedió en el lugar del crimen y HAN HECHO UNA FRANQUICIA. En definitiva, una serie sosa, sosa, sosa.


HOUSE. ¡Guau! Un médico con mala leche... un pasote de no conocer a Weaver o Romano. Eso es ser HIJO DE PUTA. Y por rarunos que sean los casos y cínico que sea vuestro médico, si prolongáis su vida más de dos temporadas corréis el riesgo de que Gregory House se convierta en una caricatura de sí mismo. NADA, que no me engañas (y todo esto a pesar de que yo soy el que cuando Cuatroº la compró la ponía por los aires, pero como conjunto House pierde mucho...).


Battlestar Galactica. Su primera temporada es un puñetazo en el estómago, un soplo de aire fresco en la ciencia-ficción de navecitas. Sus giros de guión y cliffhangers son magistrales, de acuerdo, pero no alcanza la profundidad filosófica/religiosa/moral de las obras maestras, y lo cierto es que su desenlace no contentó a todos sus seguidores. Eso sí, es una serie para disfrutar sin sentirse avergonzado. Una serie buena, pero no óptima.



Cómo conocí a vuestra madre. Que si la nueva Friends, que si tiene al mejor personaje de las comedias, que blablabla... Un grupete de amigos jóvenes que se reúnen en un bar, que comparten piso, que pillan mucho cacho, que cada día tienen una pareja distinta... Pero no. Vale que ha logrado incluir el juego de los saltos temporales a la sitcom tradicional, que sus personajes son majos (salvo el protagonista e hilo conductor, de una sosez alarmante), pero le falta el ritmo frenético que poseía la inverosímil y blanca (en todos los sentidos) Friends. Vamos, que es una buena comedia pero no hace reír con la frecuencia con la que estábamos acostumbrados (supongo que los 30 guionistas por episodios de la citada "Amigos" tenía mucho que ver). Nota a los guionistas: si centráis tanto la atención en Barney, corréis el riesgo de que se haga tan odioso como House.

sábado, 1 de mayo de 2010

Cuando volver a casa se convierte en una huida

Yo, que tanto y tal mal he renegado de casa, de mi pueblo, de la vida sencilla y acomodada, aburrida del campo, supongo que he crecido. He crecido y me he dado cuenta de que en casa se respira: en casa, donde mamá me lo hace todo, donde Blanquita espera dispuesta a comerme a lametones, donde mi cama mide el doble y me hace dormir el triple, donde el tiempo va tres veces más despacio que en Granada (esto no es nuevo). En casa los males se van más rápido, la inspiración vuelve con más ganas y se queda a mi lado. Todo está a la vuelta de la esquina, puedo escoger cuándo salir y que el pueblo esté desierto, como a mí me gusta. Porque, y ya lo he dicho en varias ocasiones, no me gusta la gente a la que no conozco, no me gusta cruzarme con desconocidos que se paren a hablar conmigo. Y para mí el pueblo está lleno de desconocidos, pero también de conocidos a quienes en la mayoría de las ocasiones prefiero obviar.

En cualquier caso, esto viene a decir más o menos que crecemos sin darnos cuenta, que algunos se casan y para mí sentar la cabeza significa decantarme por Bélmez en lugar de Granada, cosa impensable hace... ¿dos años? O menos. Y bueno, después de todo, para alguien que no celebra sus cumpleaños no está de más darse cuenta de que crece aunque sea con la triste excusa de hacer una hora en autobús. Y a lo mejor es por eso también que antes mis fines de semana duraban día y medio y ahora se prolongan hasta cuatro días en el peor de los casos. Como esa vez, a principio de curso, en la que me vi obligado a huir con tal de no estallar. Hice la maleta, apenas avisé a nadie y me perdí una semana entera en casa. Visto con la perspectiva del tiempo también cabe pensar qué triste que alguien de veintidós años ande con estas comeduras de cabeza. Pero ahora me pregunto, y va muy en serio: si el año que viene estoy en Australia o Estados Unidos o Córdoba, ¿a qué casa podré huir? ¿Aguantaré el peso de los kilómetros y el tiempo a solas? (que es, desde luego, cuando más pensamos en todo, divino y humano y alienígena) La vida, alguien lo dijo, no es más que una sucesión de elecciones.

Y yacer en una cama que no nos reconoce
y caminar una casa donde comprendemos cada crujido
y la comida de mamá
y el silencio
que nos hacemos mayores

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King