En cualquier caso, esto viene a decir más o menos que crecemos sin darnos cuenta, que algunos se casan y para mí sentar la cabeza significa decantarme por Bélmez en lugar de Granada, cosa impensable hace... ¿dos años? O menos. Y bueno, después de todo, para alguien que no celebra sus cumpleaños no está de más darse cuenta de que crece aunque sea con la triste excusa de hacer una hora en autobús. Y a lo mejor es por eso también que antes mis fines de semana duraban día y medio y ahora se prolongan hasta cuatro días en el peor de los casos. Como esa vez, a principio de curso, en la que me vi obligado a huir con tal de no estallar. Hice la maleta, apenas avisé a nadie y me perdí una semana entera en casa. Visto con la perspectiva del tiempo también cabe pensar qué triste que alguien de veintidós años ande con estas comeduras de cabeza. Pero ahora me pregunto, y va muy en serio: si el año que viene estoy en Australia o Estados Unidos o Córdoba, ¿a qué casa podré huir? ¿Aguantaré el peso de los kilómetros y el tiempo a solas? (que es, desde luego, cuando más pensamos en todo, divino y humano y alienígena) La vida, alguien lo dijo, no es más que una sucesión de elecciones.
y caminar una casa donde comprendemos cada crujido
y la comida de mamá
y el silencio
que nos hacemos mayores
3 comentarios:
Yo sé bien qué tú dices. A ver si te pillo por msn y hablamos del asunto. Nada es insalvable, pero hay modos y modos.
Julia
Reflexivo texto,
que tengas una feliz semana.
http://www.youtube.com/watch?v=6A2QkgMvTtM
Papa was a rolling stone, wherever he laid his hat, was his home
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