And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.
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jueves, 19 de mayo de 2011

PROPUESTAS: ¡Democracia Real Ya!

Propuestas

Estas son algunas de las medidas que, en cuanto ciudadanos, consideramos esenciales para la regeneración de nuestro sistema político y económico. ¡Opina sobre las mismas y propón las tuyas en el foro!
1. ELIMINACIÓN DE LOS PRIVILEGIOS DE LA CLASE POLÍTICA:
  • Control estricto del absentismo de los cargos electos en sus respectivos puestos. Sanciones específicas por dejación de funciones.
  • Supresión de los privilegios en el pago de impuestos, los años de cotización y el monto de las pensiones. Equiparación del salario de los representantes electos al salario medio español más las dietas necesarias indispensables para el ejercicio de sus funciones.
  • Eliminación de la inmunidad asociada al cargo. Imprescriptibilidad de los delitos de corrupción.
  • Publicación obligatoria del patrimonio de todos los cargos públicos.
  • Reducción de los cargos de libre designación.

2. CONTRA EL DESEMPLEO:
  • Reparto del trabajo fomentando las reducciones de jornada y la conciliación laboral hasta acabar con el desempleo estructural (es decir, hasta que el desempleo descienda por debajo del 5%).
  • Jubilación a los 65 y ningún aumento de la edad de jubilación hasta acabar con el desempleo juvenil.
  • Bonificaciones para aquellas empresas con menos de un 10% de contratación temporal.
  • Seguridad en el empleo: imposibilidad de despidos colectivos o por causas objetivas en las grandes empresas mientras haya beneficios, fiscalización a las grandes empresas para asegurar que no cubren con trabajadores temporales empleos que podrían ser fijos.
  • Restablecimiento del subsidio de 426€ para todos los parados de larga duración.

3. DERECHO A LA VIVIENDA:
  • Expropiación por el Estado de las viviendas construidas en stock que no se han vendido para colocarlas en el mercado en régimen de alquiler protegido.
  • Ayudas al alquiler para jóvenes y todas aquellas personas de bajos recursos.
  • Que se permita la dación en pago de las viviendas para cancelar las hipotecas.

4. SERVICIOS PÚBLICOS DE CALIDAD:
  • Supresión de gastos inútiles en las Administraciones Públicas y establecimiento de un control independiente de presupuestos y gastos.
  • Contratación de personal sanitario hasta acabar con las listas de espera.
  • Contratación de profesorado para garantizar la ratio de alumnos por aula, los grupos de desdoble y los grupos de apoyo.
  • Reducción del coste de matrícula en toda la educación universitaria, equiparando el precio de los posgrados al de los grados.
  • Financiación pública de la investigación para garantizar su independencia.
  • Transporte público barato, de calidad y ecológicamente sostenible: restablecimiento de los trenes que se están sustituyendo por el AVE con los precios originarios, abaratamiento de los abonos de transporte, restricción del tráfico rodado privado en el centro de las ciudades, construcción de carriles bici.
  • Recursos sociales locales: aplicación efectiva de la Ley de Dependencia, redes de cuidadores locales municipales, servicios locales de mediación y tutelaje.

5. CONTROL DE LAS ENTIDADES BANCARIAS:
  • Prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección de capital a entidades bancarias: aquellas entidades en dificultades deben quebrar o ser nacionalizadas para constituir una banca pública bajo control social.
  • Elevación de los impuestos a la banca de manera directamente proporcional al gasto social ocasionado por la crisis generada por su mala gestión.
  • Devolución a las arcas públicas por parte de los bancos de todo capital público aportado.
  • Prohibición de inversión de bancos españoles en paraísos fiscales.
  • Regulación de sanciones a los movimientos especulativos y a la mala praxis bancaria.

6. FISCALIDAD:
  • Aumento del tipo impositivo a las grandes fortunas y entidades bancarias.
  • Eliminación de las SICAV.
  • Recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio.
  • Control real y efectivo del fraude fiscal y de la fuga de capitales a paraísos fiscales.
  • Promoción a nivel internacional de la adopción de una tasa a las transacciones internacionales (tasa Tobin).

7. LIBERTADES CIUDADANAS Y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA:
  • No al control de internet. Abolición de la Ley Sinde.
  • Protección de la libertad de información y del periodismo de investigación.
  • Referéndums obligatorios y vinculantes para las cuestiones de gran calado que modifican las condiciones de vida de los ciudadanos.
  • Referéndums obligatorios para toda introducción de medidas dictadas desde la Unión Europea.
  • Modificación de la Ley Electoral para garantizar un sistema auténticamente representativo y proporcional que no discrimine a ninguna fuerza política ni voluntad social, donde el voto en blanco y el voto nulo también tengan su representación en el legislativo.
  • Independencia del Poder Judicial: reforma de la figura del Ministerio Fiscal para garantizar su independencia, no al nombramiento de miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial por parte del Poder Ejecutivo.
  • Establecimiento de mecanismos efectivos que garanticen la democracia interna en los partidos políticos.

8. REDUCCIÓN DEL GASTO MILITAR

sábado, 12 de febrero de 2011

THE END: Un último apunte

Las fechas.
Las putas fechas.
Las malditas fechas.
A mí, al menos, me persiguen. No sólo eso, que sería pasable: me atormentan. Por eso no acaba el cuento un 9 de agosto, que sería redondo, o un 1 de enero, ni tan siquiera el día en que me dio por inventar el “Érase una vez…”. 12 de febrero de 2008, de 2011, cómo duele ya.
Y hay más números. Me puse una meta por eso de redondear: 100 seguidores, 100000 visitas y 550 posts. Todos estos números ya están superados, y tengo testigo de este propósito, aunque no lo necesite.
Este blog me ha alimentado durante alrededor de cinco años. Me ha descubierto gente y lugares maravillosos, otras bitácoras de las que volverme adicto, otras aficiones que amamantar como mis propios cachorros… Este blog, lo creas o no, me ha hecho reír y llorar en ocasiones, me ha hecho desear desaparecer o trascender más allá de los mapas de bites. Pero me ha hecho añorar la vida. Tengo un amigo a quien, entre otras cosas, conocí a través de otro blog, que se ha retirado de un tiempo a esta parte a la meditada vida real: me dice que hay vida más allá de las redes sociales y plataformas, y que es maravillosa. Que le dé una oportunidad.

No es éste un adiós definitivo, como bien podéis adivinar. Desde mi último cumpleaños me acecha la duda de si seguir o no, de si deshacerme tras tanto camino andado. Como a una serie, supongo que a un blog hay que darle un final digno antes de que empiece a dar estertores. Además, ya prácticamente no le encuentro utilidad. Para la fotografía, tengo varios perfiles en Flickr donde subir álbumes enteros. Para la promoción, a todo lo que escriba le nacerá un blog enano donde dejar dudas y sugerencias. Para el cine y a las malas la tele, tengo Cinempatía y Gazeta20, dos publicaciones hechas por gente entusiasta que me recibió en su día con los brazos abiertos y aún hoy me dejan expresarme. En cuanto a la creación literaria, lo cierto es que desde hace un tiempo prácticamente todos los cuentos que escribo van encaminados a antologías de terror que prosperan. Mi día a día, mis comilongas de cabeza se diluyen en las cartas a Juanpe y otros amigos que escribo cada dos semanas: se trata de un exorcismo muy placentero, se lo recomiendo muy mucho. Por último, están los proyectos. Igual tanta dispersión me empezaba a ahogar, y por eso cada cosa, a su cajón. La poesía se la seguiré mandando a los amigos poetas; la música seguiré almacenándola en listas de Spotify. Con toda probabilidad, y en función de mi pericia y economía, abriré una página web profesional o un blog privado para mis amigos. Nadie más sabrá de mí salvo quienes me respiren de cerca: los míos.
Me habéis visto crecer aquí, dejarme melena y ver cómo me crecían las entradas (después de todo, esto es un blog). Me habéis dejado contar miedos y metas, alcanzar algunos y romper imposibles. Me habéis visto feliz como un niño y hecho mierda, con el corazón hecho un despojo. Un puñado de escombros. Con una sonrisa, con media sonrisa, me habéis visto ver mundo, vivir en Swansea (corazón en la garganta), Francia o Bristol. Me habéis visto casi en directo sufrir un infarto y alzar el vuelo. Me habéis visto lamentarme y enamorarme de todo cuanto me rodea. Me habéis hecho partícipe de todos los síndromes (Stendhal, Tourette, Asperger…) y alteraciones de la personalidad.
Hoy os cuento, al fin, la historia de Brian Edward Hyde. Brian, un joven inglés (de Birmingham, para más inri) de familia acomodada, decide recorrerse Europa en plena Edad Media para acabar de formarse como arquitecto. El periplo le lleva a Oriente, donde conoce a una joven hermosa y misteriosa. El destino los une y, tras grandes problemas, persecuciones, muertes, nacimientos, conspiraciones… acaban en Jerusalén, fugitivos de Bagdad, con sus dos hijos (un niño y una niña: Brian S. y Leo). Cómo no, el destino los volverá a separar, esta vez para siempre. Brian no aguanta la nueva desaparición de Amal y por ello decide volver a una Inglaterra ajena, donde pasará el resto de sus días. Nadie más lo sabe, pero Brian Edward Hyde, ya anciano y en su lecho de muerte, tendrá una última visión de su amada Amal.

Gracias por sintonizar esta emisora. Dios les dé salud y muchos hijos.
C’est fini.
Esta vez, de verdad. Aunque lo diga entre lágrimas.

Brian Edward Hyde ha muerto el mismo día en que un gran trozo de Jose Alberto Arias se quedó anclado en Reino Unido.

DEP
3 de agosto de 2006
11 de febrero de 2011

Pureza cero

Te has propuesto quemar hoy tu vida.
Raparte la cabeza, cortar tus uñas,
maquillar las cicatrices
y hacer autostop en la caverna
del Olvido.
Te has propuesto hundir tu barco,
hacer mella en tu sombra.
Todos los caminos llevan a Roma,
todos los lunares guían a tu ombligo.
Eres hoy un sumidero,
la última apuesta del miedo,
la sombra de tu mellizo.
Te has propuesto hoy, como nunca,
renacer de tus cenizas.
Como un Golem de barro y fuego.

sábado, 22 de enero de 2011

Un año después

Todos los años, desde hace tres años, el 21-22 de enero escribo este mismo post. Así lo hice el año pasado, y el anterior, y el anterior. No sé muy bien cómo surgió la idea de adivinar el futuro, sólo que jugué a ser Dios y quedó en agua de borrajas. Un año más, no me han llamado para comunicarme que he ganado un certamen literario, ni he despertado acompañado (es más, el frío está de un vacío estremecedor…); un año más, decía, la resolución de los premios literarios del Pacto Andaluz por el Libro se adelantan a diciembre, y no hay a estas alturas grandes cosas que celebrar. Por si fuera poco, este año no tengo Internet, aunque visto lo visto tengo una memoria de elefante para hechos tan inútiles.

A pesar de todo, la vida es bonita. Ayer, tras seis años en la mágica Granada, descubrí una tienda de libros usados. A estas alturas… Me compré cuatro del tirón, fui a la biblioteca y descubrí otras sorpresas que me hacen seguir día a día. Por la noche fui de concierto al Planta Baja: L.A. en directo son geniales aunque el sonido y la acústica no ayuden. Y bueno, aquí estoy, y parece que a los veintitrés empiezo a adivinar mejor el futuro. Ya que el año pasado me mojé menos (no me veía tan en el extranjero, pero ni mucho menos haciendo un Máster), he adivinado más. Paradójico, verdad.

Aquí estoy, rodeado de libros a medio leer y planes grandilocuentes, como siempre, y grandes responsabilidades y grandes esperanzas. Digamos que en un año me veo en una habitación enmoquetada, en un país de habla inglesa (que sea Australia, que sea Australia), en una cama cualquiera de otro vacío cualquiera. Solo, una vez más. Escucharé entonces otra música, tendré otro aspecto, puede que otros intereses, pero esa mañana de domingo no jugaré a adivinarme, porque este blog habrá muerto por entonces. Sí, despertaré solo. Sí, será domingo. Sí, estaré lejos de casa con más libros a medio leer e historias por cazar en mi cabeza. ¿Y qué? Nihilismo puro, nada de esto tiene razón de ser.

 
Entonces, y sólo entonces, insisto, me compraría una casa con porche y te secuestraría hasta que te pudiera el síndrome de Estocolmo...

lunes, 3 de enero de 2011

Despropósitos


Si recordáis bien, el año pasado, nada más comenzar el año, me propuse varios objetivos a cumplir. Naturalmente (y esto era bastante evidente desde ese momento) no he cumplido todos. No obstante, sí los más importantes:
-Acabar la carrera.
-Publicar un libro.
-Pasar una semana entre Swansea y Londres: exactamente no fue así, pero estuve tres semanas en Bristol, durante las cuales visité Swansea y Londres.
-Raparme: lo hice. Mucho.
-Ir a Sevilla de sorpresa: sorpresa para mi familia, que no sabía nada. Varias escapadas.
-Subir una vez al mes al Mirador de San Nicolás: incluso a las dos de la mañana.
-Viajar, viajar, viajar: se trata 2010 del año en que más he viajado.
-Proyectar mi futuro como escritor: también ha sido el año en que más he desarrollado esta faceta.
-Hacer diez buenos amigos: no sé, mi familia de Bristol, Janelle, erasmusitos a porrillo... además de toda la gente interesantísima que he conocido, en su mayoría escritores.
Vale que no he hecho nada de ejercicio, ni he encontrado trabajo, ni he dicho la verdad a la gente que quiero siempre (aunque he dicho que los quiero con bastante frecuencia), ni he leído veinte libros propiamente dichos (muchos trozos de, muchos empezados y abandonados, aunque... puede que éste sí), ni he ahorrado... pero creo que he sabido mantenerme fiel a mis principios, que los tengo, y he crecido como persona y ahora tengo más motivos para sonreír.
        Así pues, este año vuelvo a proponerme nuevos propósitos (o algunos repetidos) para saber si soy capaz de seguir creciendo a este ritmo. Veamos:

...publicar algún libro de poesía
...escribir Queridos niños
...ir a un festival de música
...irme a vivir un tiempo al extranjero
...cambiar este blog, finiquitarlo y parir una web en condiciones
...ir a Barcelona
...hacerme un tatuaje
...leer otros viente libros (ya estoy con El viejo y el mar)
...rodar un corto
...subir a San Nicolás una vez al mes mientras siga en Granada
...graffitear ciudades; arte urbano; Banksy
...aprender una nueva receta estrella (como mi pollo en escabeche o mis pechugas al Roquefort)
...enamorarme (esta vez, sí)

sábado, 11 de diciembre de 2010

Adolescentes difíciles y literatura, y tv, cine, y...[II]

CRECER ENTRE LIBROS

El paso de la infancia a la adolescencia tiene más trascendencia psicológica que física, y esto queda plasmado mejor que en cualquier otro ámbito en el arte, en especial en la literatura por la cantidad de dobleces y niveles de estudio y desarrollo de personajes que posibilita. Para hablar del tema y analizar las principales características y cambios que se provocan en las edades más tempranas, he elegido dos obras maestras —esto es indiscutible— de la literatura universal: Matar un ruiseñor de Harper Lee y El guardián entre el centeno de J. D. Salinger.


         La protagonista y narradora de Matar un ruiseñor es Scout Finch, una niña de seis años que vive con su padre Atticus y su hermano Jem ,de nueve años, en el sur de Estados Unidos en plena Depresión. Dado que todo está narrado desde la perspectiva de la niña, los hechos se ven a través del tapiz de la inocencia y, a veces, la incomprensión. Hablamos, además, de una época en la que los niños aún eran niños y no estaban condicionados por la avalancha audiovisual que tergiversa la personalidad infantil en la actualidad. De este modo, los niños se dedican a jugar todo el día en la calle, a conocer a otros niños, a pelear con otros niños, a respetar a sus mayores, a inventar historias para enriquecer la realidad y a ir a la escuela. Scout recibe, así pues, la influencia de su familia y de la escuela. No hay más. Por si fuera poco, vive en un modelo de familia alternativa, ya que su madre murió cuando ella era pequeña y apenas la recuerda. Una familia monoparental de dos hijos durante la primera mitad del siglo veinte era cualquier cosa salvo convencional. El modelo moderno lo adquiere Scout de sus vecinas y de Calpurnia, la criada negra de la casa. Hay otro detalle que hace especial este modelo de familia: en el sur de Estados Unidos, tradicionalmente pobre y poco cultivado, el abogado de un pueblo se ocupa de enseñar a leer, a escribir y otros conocimientos básicos a sus hijos, de modo que cuando llegan al colegio ya conocen los cimientos de toda educación. Hablamos de educación doméstica, práctica bastante extendida en Estados Unidos, principalmente por familias que siguen alguna fe o religión inusitadamente estricta.
         La escuela de la vida y la familia se suman a la escuela del colegio, de la maestra, de la convivencia y la socialización. Scout hace amigos y enemigos, entrevé por primera vez las distintas clases sociales y, por ende, aprende los principios de la tolerancia y el respeto. Y las leyes de la vida: la gente sufre, la gente se pelea, la gente hace las paces y la vida sigue. En concreto, este libro es un caso ejemplar de la indefinición de la personalidad infantil: Scout no conoce aún las convenciones sociales, de modo que si le tiene que preguntar a alguien si es pobre, lo hará sin comprender las consecuencias de sus palabras. Los niños no saben que las palabras son a veces puñales. Y tampoco comprende conceptos como la muerte, el amor y el olvido, y siempre dejará toda decisión difícil en manos de personas experimentadas.
-Good night, Scout. -Good night.
-Good night, Jem. -Good night.
-Jem? - Yes?
-How old was I when Mama died? -Two.
- How old were you? -Six.
- Old as I am now? -Mm-hmm.
- Was Mama pretty? -Mm-hmm.
-Was Mama nice? -Mm-hmm.
-Did you love her? -Yes.
-Did I love her? -Mm-hmm.
-Do you miss her? -Mm-hmm.

Lee, Harper. To Kill a Mockingbird (2002). HarperCollins

         No obstante, la gran lección de la vida la recibe de su padre. Los hermanos Finch sienten admiración por Atticus, cierto, pero con dudas reservadas. Atticus no practica ningún deporte, no sabe cazar, sólo lee y es abogado: como padre, lo cierto es que es bastante decepcionante. A Atticus Finch le encargan la labor de defender a un hombre inocente acusado de violar a una chica. Él es negro; la chica, blanca. Atticus defiende al acusado  sin prejuicio alguno, con una profesionalidad impecable que le vale la desconfianza de los vecinos. Existen dos momentos protagonizados por la pequeña Scout en los que su inocencia, su incapacidad de percibir el mundo con todas sus aristas, nos dan auténticas lecciones de lo que ganamos y perdemos al crecer. Y es que un niño, con sus limitaciones, tiene muchas veces más razón y sensatez que los adultos con sus leyes, sus enseñanzas y sus prejuicios.
J.D. Salinger e hijo
         Harper Lee sólo publicó una novela. En 1960 publicó Matar un ruiseñor, que obtuvo el Pulitzer, y no volvió a publicar nada más. Curiosamente, comparte con J.D. Salinger su reticencia a mostrarse ante los medios tras la publicación de su obra maestra. Salinger, por su parte, publicó en 1951 El guardián entre el centeno, que supuso una auténtica revolución por la imagen “amoral” que daba de los adolescentes, por su lenguaje soez “tratándose como se trataba de literatura juvenil” y por la controversia de su imagen del sexo, el alcohol y las drogas en jóvenes. Ambos libros tuvieron que luchar con la falsa moral estadounidense, que condenaban el contenido de las publicaciones y fueron prohibidos en centros de educación primaria y secundaria. Salinger, fiel a su misantropía, nunca manifestó su opinión al respecto. Siguió publicando cosas, aunque principalmente cuentos y relatos. Ninguna otra novela. Se llegó a dar una situación tan ridícula como que El guardián entre el centeno era a la vez el libro más leído y el más prohibido en los institutos estadounidenses. No obstante, Harper Lee decidió romper su silencio y escribió una carta al consejo de profesores de un instituto donde se había prohibido la lectura de su novela. 
         El guardián entre el centeno, al igual que Matar un ruiseñor, se encuentra narrada desde la perspectiva subjetiva de su protagonista. El joven Holden Caulfield, icono generacional y uno de los personajes mejor construidos de la historia de la literatura, rompe con todas las convenciones sociales que existían hasta la fecha en cuanto a los adolescentes. Holden es malhablado, fuma constantemente, practica sexo y es mal estudiante. Lo tiene todo para ser un antagonista, y sin embargo goza del beneficio del lector gracias a su honestidad y su carisma.
         Holden tiene diecisiete años y la tozudez de la edad. Es cínico y sabe sacarle punta a todas las situaciones, critica a todo el mundo y las clases sociales establecidas. Además, se queja de todo y por todo a todas horas, lo cual lo convierte en un personaje insoportable y genuinamente adolescente. No obstante, aunque podría perpetuar los tópicos de la edad, la relevancia del personaje reside precisamente en que destroza las convenciones que le vienen dadas. Habla como cualquier persona de su edad, y así escribe. Baste su presentación, toda una declaración de intenciones, para conocer algo más de él.

Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco.
Salinger, J.D. El guardián entre el centeno. Alianza Editorial, S.A.
        
         Es curioso que en la novela el único personaje que no parece alienado sea el joven Caulfield, y que además emprenda su particular rebelión contra esos valores sempiternos de tradicionalismo e inamovilidad. Por eso odia a los adultos. No quiere crecer: Holden Caulfield es un Peter Pan moderno. A pesar de todo, actúa a veces como un adulto (fuma, bebe, contrata los servicios de una prostituta) y a veces como un crío (vuelve a casa porque tiene frío y hambre y echa de menos a su familia), es decir, refleja la indefensión e indecisión adolescentes a la perfección. Al contrario que en la mayoría de las narraciones, en El guardián entre el centeno no sucede nada; no surge todo a raíz de un conflicto. Los personajes no cambian. Con todo y eso, funciona, o tal vez por eso mismo, porque no pretende dogmatizar, sino mostrarnos la vida de un muchacho perdido y acomodado que pretende invadir una Nueva York donde los adultos son espectros. ¿Cuáles son los roles sociales de los que bebe Holden? Lo han expulsado de tres institutos, no aguanta a sus compañeros de residencia, ama a algunas chicas y a otras las desprecia, critica a los desconocidos, teme a sus padres (tal vez el único atisbo de conflicto en el libro es que, para no contar a sus padres que lo han expulsado del instituto, decide pasar los tres días antes de las vacaciones por Nueva York a la aventura), sólo respeta a su hermana. Todo lo demás le parece superficial: a su hermano mayor sólo lo envidia porque está independizado en Hollywood, pero critica que haya prostituido su talento como escritor en la fábrica de sueños.
         Si Scout Finch encontraba su principal apoyo en la figura del padre, Holden sólo cree en los niños en lo que parece ser un movimiento a favor de Nunca Jamás como única utopía posible. Al menos hasta que siente la cabeza. Y es que si hay algo que humaniza profundamente a Holden es su ternura, la capa de amor que guarda bajo su mito de invencibilidad (de ahí su comportamiento tan autodestructivo), su mito personal (tiene la sensación de ser el centro del mundo, hecho que Salinger refuerza al construir la novela desde la perspectiva de Holden) y otra forma de egocentrismo, el público imaginario[1] (Holden no pierde detalle de cuanto le rodea, y desde luego parece importarle la impresión que causa ante los demás); si hay algo que lo humaniza, digo, probablemente se trate de su carácter solidario hacia sus hermanos pequeños (del primero habla con puro amor, pues murió hace poco a los nueve años), en concreto de su hermana, que acaba siendo el motivo por el que vuelve a casa. Aquí queda patente que, si bien los adolescentes son montañas rusas emocionales y profundamente egoístas, Holden Caulfield tira al suelo estereotipos una vez más al autodenominarse “guardián de los niños”:

(...) me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura.
Salinger, J.D. El guardián entre el centeno. Alianza Editorial, S.A.

         En definitiva, dos claros ejemplos llenos de matices sobre la etapa vital más convulsa a la que se enfrenta el ser humano, la etapa de formar una personalidad, de encontrar un hueco en la realidad social y comenzar a existir. Dos ejemplos excepcionales de que los niños y adolescentes pueden ser difíciles, pero también una recompensa infinita. Y la certeza de que tal vez la literatura no alcance las cotas de excelencia de un estudio universitario, pero tengo la certeza de que el alma de los niños, su inocencia y corrupción estarán mejor reflejados en Peter Pan y Wendy, la saga Harry Potter, El color púrpura, Turismo de interior, El incidente del perro a medianoche, La traición de Wendy o El dador, entre tantas otras, que en cualquier tesis o proyecto de máster.

[1] Berger, Kathleen Stassen Berger. Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia. Ed. Médica Panamericana, 2007

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Adicciones



Soy adicto a muchas cosas. Desde pequeño, cuando nací y aprendí que el tacto del papel no era frío, soy adicto a los libros. A los libros y a las ceras, los bolígrafos, la pintura, la goma, el carboncillo, y todo lo que sirviera para plasmarme y derramarme en el papel. Luego aprendí a leer y a beberme los libros, y supe que el papel estaba rico y la tinta, ni te cuento. Por eso me volví idiota y adicto. Soy también adicto a Internet, y no sé muy bien por qué, aunque en cierto modo lo comprendo. Adicto a la red de redes y pionero, aún recuerdo cuando me conectaba de manera casi clandestina con el cable del teléfono (¡Cielos! Con el cable del teléfono) para mirar cositas frikis de Stephen King y Buffy y Expediente X, entre otras lindezas. De eso hace ya siete u ocho años, que se dice pronto… También descubrí el porno gratis, la cantidad exagerada de porno, las ingentes posibilidades del porno… Supongo que también me volví un poco adicto al porno, pero eso es bueno. El porno nos abre la mente y nos hace felices. Seguro que ya existe; si no, propongo instaurar un día Mundial del Porno. Por supuesto, soy adicto a la comida poco saludable: chocolate en cualquier forma y textura (helado, galletas, tabletas, en polvo, a la taza…), hamburguesas cuanto más grasientas, mejor, pizza con extra de queso… salsas con nata, curry, chucherías… Y bueno, es una obviedad, pero soy adicto a la música, al cine y a las series de televisión, como media España, pero creo que puedo decir que con criterio. Créanme, tengo criterio. Y por eso lo que empezó como un juego, eso de ver Expediente X y Buffy y disfrutar como un crío se convirtió en enfermedad con Lost, Six Feet Under e incluso ER. Lo de ir al cine de cuando en cuando, todo un ritual maravilloso por el que tenía todo el derecho del mundo a ser feliz, se acabó convirtiendo en la obligación de escribir reseñas para tres o cuatro revistas especializadas y cubrir dos o tres festivales al año. Pero sarna con gusto no pica. Y bueno, eso de escuchar de vez en cuando algún disco del que ahora avergonzarse acabó por convertirme maestro del Emule y de todos los programas de música en Internet, y empecé a comprar discos y, pasado el tiempo, a ir a conciertos, cinco o seis medio reseñables al año, y a conocer músicos y a no querer que esto se detenga. Y el maldito ordenador. Un Paraíso donde dar cabida a todas mis adicciones: porque en el pequeño HP caben la literatura, el porno, Amy Winehouse, el cine, la música y cientos de miles de millones de seres tan o más enfermos que yo a los que decir juntos podemos, y pásame un poco de tu mierda, y lo nuestro no tiene cura. Porque volverse adicto a Top Chef era lo último que me podía pasar. Ah, no, también podía volverme adicto a Tumblr y al Google Reader, y aún así volver al mundo de mi lado. Y tú, pequeño enfermo, confiesa tus adicciones.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Plan B

Portada del libro prometido de edición limitadísima
Lo aposté todo por irme a Australia. Al final, ni he tenido suerte ni soy valiente para mandarlo todo a la mierda e irme a la experiencia más maravillosa de mi vida. Por eso, como me toca volver a Granada, voy a hacerlo con la mirada limpia. Como si fuera mi primera vez. Aquí comienza el nuevo giro de tuerca en mi vida: redescubrir Granada, o Granada con otros ojos, porque es una ciudad que no deja de sorprenderte y te tiene guardadas mil sorpresas. Además, como este año no tengo Internet en casa voy a aprovechar mejor el tiempo, escribiré más y leeré más, y cuando suba a la facultad publicaré mis pequeñas guías-crónicas con lo que me depara la ciudad de la Alhambra. Eso, además de viajar. Que lo haré.
          Por otra parte, la semana que viene iré a recoger los dos ejemplares del libro que he tenido que hacer para una asignatura de la carrera: El último mono. Consta de textos míos extraídos de todas partes (relatos, poemas, blog, fotolog) y fotografías propias también. De momento sólo he encargado dos ejemplares, el mío y el del profesor. Tenía previsto hacer una edición limitadísima para mis amigos, pero cuestiones presupuestarias me han convencido de que lo mejor es dejarlo estar. Ya estoy pensando en el segundo tomo... Por cierto, la imagen de la portada es, como podéis apreciar, una de las fotos que saqué del TAC que me hicieron en Francia. ¿Hay algo más personal?

sábado, 28 de agosto de 2010

Hay que ver lo poco que nos gusta cumplir años

Ya 23.
No me gusta el número, pero eso está bien.
Me parece justo; me parece justo porque cuanto menos me gusta el número, mejor parecen ir los años. También me sucede con los años "naturales", aunque acierto más a menudo. 2010 me gustaba desde un principio, y de momento está colmando mis expectativas. Ya he dicho en más de una ocasión que no soy una persona muy de cumpleaños, ya que como el mío es en agosto solía coincidir con las vacaciones de todo el mundo y las celebraciones se convertían en algo eminentemente familiar (y, por ende, aburrido). No obstante, desde hace unos años esta tónica ha cambiado: parece que hay más gente a la que le importo o que las comunicaciones y las redes sociales nos dan una tregua en ese sentido y sirven para borrar nuestro ego. Nos felicitan más y más. Nos llaman, nos escriben mails, sms, mensajes, comentarios... todo. Yo tengo la suerte de recibir de vez en cuando alguna carta o postal, y por mi cumpleaños no ha sido menos. Este año mi cumpleaños no fue un gran día: el 9 de agosto fue lunes y yo estaba aislado en un pueblo a las afueras de Granada. Después de todo, había vuelto de Bristol un día antes y a punto estuve de quedarme a dormir en la estación de buses de Madrid. Todo pintaba muy feo en principio. Luego todo fue igual de mal, aunque al menos pude escapar de las garras de Madriz.


La cuestión es que no me importó demasiado no celebrar el cumpleaños por varios motivos: compramos tarta brownie de Carrefour (os la recomiendo muchísima: es barata y deliciosa) y ya lo había celebrado con gente importante. Lo esencial de las fiestas sorpresa es el factor sorpresa. En esta ocasión la fiesta fue cuatro o cinco días antes de mi cumpleaños real. Pero había globos, y tortilla de patatas, y tarta de chocolate, y amigos. Gente increíble que, tras conocerme por dos semanas o menos, decidieron hacerme esta fiesta sorpresa con tarjeta y regalo y esas cosas que se dicen. Es la segunda vez que me hacen una fiesta sorpresa: la última fue hace 2 años y me la celebraron en octubre, de modo que no me la esperaba para nada (con el conque del ictus no pude celebrarlo en agosto y mis amigos decidieron celebrarla entonces), así que fue otra situación estupenda.



La vida no ofrece grandes cambios, aunque aparentemente mucho haya cambiado en este tiempo. Probablemente seguirá sin gustarnos cumplir años, pero sabremos que las cosas cambian con el tiempo, seremos más conscientes de todo. No quería hacer este año otra reseña, otro recuento, otro vistazo al año que se va y que deja grandes cosas. Puede que el año que viene, sí...

lunes, 16 de agosto de 2010

Cuando no sabes si volver o esconder la cabeza bajo tierra


Ya estoy de vuelta.
En casa, en Bélmez.
Tengo deberes y muchas fotografías y recuerdos. E incertidumbre: pero confío en mí. Sé que el año no pasará en balde. No sé si un máster, otra carrera o un curso de lo que sea, pero lograré tirar del carro...

Aunque lo cierto es que ahora mismo sólo quiero volver a Bristol o donde sea en Inglaterra y recorrer los sitios de siempre y conocer gente nueva que me deje de piedra, beber pintas de Guiness o lagers en la calle... Visitar museos gratis, ir de tiendas (¡yo!) de segunda mano, de rastrillos, de mercados ambulantes. Viajar en tren con la mochila por compañera. Viajar...


Sirve un viaje de estos para aprender cosas en inglés, de acuerdo, pero también de la escuela de la vida, a poner los puntos sobre las íes, a determinar lo importante y lo estúpido, a discernir la paja del grano. Sirve también para darnos cuenta de lo equivocados que estamos. O de lo correcto de toda nuestra vida. Es tan difícil tomar decisiones tras tres semana al libre albedrío.

domingo, 3 de enero de 2010

Propósitos


No de enmienda, sino de Año Nuevo. En 2010 voy a:

...ir a Sevilla sin decírselo a nadie.
...pasarme una semana entre Swansea y Londres.
...acabar la carrera.
...desengancharme (un poco) de Internet, ja.
...publicar un libro, el que sea.
...leer otros veinte de los buenos.
...buscar trabajo, a poder ser en el extranjero.
...hacer al menos 10 amigos que conservar bien.
...decir la verdad a la gente que quiero, por mucho que les duela.
...subir al menos una vez al mes al Mirador de San Nicolás.
...raparme el pelo.
...hacer algo de ejercicio todos los días.
...proyectar definitivamente mi futuro como escritor.
...viajar, viajar, viajar.
...ahorrar un poquito.

Creo que no está mal para empezar.

viernes, 4 de septiembre de 2009

La serie definitiva: A dos metros bajo tierra... sin spoilers

La historia es un correr de nombres, apellidos, paisajes, cuerpos, historias, papeles, caminos, afanes, saludos, despedidas, recuerdos y ambiciones con nuevos nombres de lugares y nuevos apellidos

Luis García Montero,
Mañana no será lo que Dios quiera

Yo voy a morir. Tú vas a morir. Es más, ahora mismo, mientras lees esto, nos vamos muriendo (si yo no lo he hecho aún). Y es que, lo que nos iguala a todos, al fin y al cabo, es la mortalidad. Nacemos para morir años, meses, días u horas más tarde si no nacemos muertos. Nacer muerto es una estupidez; es como ir a Pisa y no ver la torre, como ser cazavampiros y morir de una estacada, como ir al cine y perderte los tráilers (en demasiadas ocasiones, mejores que la película en cuestión). Pero a lo que íbamos. Muerte. En la sociedad occidental en la que vivimos la muerte es un tema tabú. Visitamos los cementerios en ocasiones contadas, usamos el tema para asustar, compadecemos a los muertos y allegados de estos… y olvidamos, en esta visión egocéntrica de no-veo-más-allá-de-mi-puto-ombligo, olvidamos, digo, que día a día hay gente que tiene que lidiar con la muerte como parte, y a veces esencia, de su vida: médicos, enterradores, párrocos, directores de funeraria… Pero qué mal vistos están casi todos: los párrocos se lo han buscado; los enterradores y empresarios de pompas fúnebres, no. Es fácil imaginar a un señor alto, estirado, delgado y de piel cetrina con un metro en la mano y la sonrisa helada de un buitre buscando a su próxima víctima. Pero no, señores, ellos no eligen. La Señora Muerte es caprichosa.

Érase una vez un despacho de mesa alargada llena de ejecutivos bajo el lema HBO. Una mujer sugirió, casi como con vergüenza, que podían hacer una comedia sobre una familia propietaria de una funeraria. Los otros ejecutivos la miraron con recelo y le rieron la gracia, pero siguieron a lo suyo, cada cual imaginando a una familia alrededor de una mesa, los niños jugando con el puré ajenos a que debajo papá embalsamaba a la señora Holloway. La Ejecutiva Avispada fue al cine algo mosqueada y vio una película que cambió su perspectiva del mundo. La película arrasó su año en los Oscar y decidió que debía hablar con su guionista, un tal Alan Ball. A Mr Ball le gustó la idea mucho e ideó al instante su propia imagen de la serie, algo distinta de la de los Ejecutivos Aburridos. Escribió el guión para el piloto y se lo enseñó a la cadena; “Queremos más subversión”, dijeron ellos, y él lo flipó y se puso a desfasar, buscó a los mejores guionistas con los que había trabajado y escribieron la primera temporada de una serie sobre la muerte. Rodaron los 13 episodios antes de estrenarla. Arriesgaron.

Papá Fisher tiene una funeraria, fuma mucho y a los cinco minutos de episodio muere. Ruth Fisher se queda viuda con tres hijos muy distintos. Nate, el mayor, independiente, que no quiere saber nada de muertes; David, que trabaja en la funeraria, es gay y lo mantiene oculto; y Claire, una adolescente pelirroja que juega con drogas duras y relaciones tormentosas. A esta familia le sumamos dos más, los Chenowith y los Díaz, y tenemos en nuestras manos una bomba de relojería sumamente estudiada, de tan perfecta, peligrosa. Todos, e insisto, TODOS los personajes de esta serie son de un modo u otro infelices. Como tú. Como yo. Son personas más o menos afables, inestables, sinceras, entrañables, alocadas, dramáticas y humorísticas. La película de la que os hablaba, American beauty, profesaba un humor negro inherente a Alan Ball que, extrapolado a la ¿pequeña? pantalla, despliega todos los matices y armas disponibles en la sensibilidad humana. Ahora ríes, a los cinco minutos estarás llorando. Cinco más, carcajada extra.

A dos metros bajo tierra compartía parrilla con Los Soprano, Sexo en Nueva York, Oz, The Wire… todas series de pata negra sello HBO. Cuando nació en 2001 probablemente inauguró la Edad de Oro de la televisión, y cuando murió en 2005 ya anunciaba el final de esta era: cinco temporadas imprescindibles, de aúpa. A dos metros bajo tierra se planteó como cine independiente, y he de admitir que posee algunas de las secuencias más poderosas que he visto en cine y televisión, si no las más poderosas. La muerte es un tema universal, como el amor, que nunca hasta entonces se había tratado con tanta proximidad y verosimilitud. Es difícil no enamorarse de Ruth, Nate, David y Claire o de todos a la vez, u odiarlos. Porque sus actores se convierten en ellos, dejan de ser Michael C. Hall o Lauren Ambrose: son los Fisher. De Francess Conroy afirmó el mismísimo Arthur Miller que era la mejor actriz viva de su tiempo. Peter Krause pasa de ser el personaje más carismático al más incomprensible y odiado, todo esto sin dejar de ser natural como él mismo. Michael C. Hall (ahora como el descafeinado Dexter) hace una de las interpretaciones, construcción de personaje más soberbia que se han hecho jamás, actor como era exclusivamente de teatro. Y nos (re)descubrió a la australiana Rachel Griffiths, a la que vimos compartir pantalla con Toni Collette en La boda de Muriel. Lauren Ambrose ha madurado y despuntado con su peculiar belleza hasta alzarse como hilo conductor y metafórico de la serie, pero también de la vida tal y como la conocemos.

Cinco temporadas. Sesenta y tres episodios. El mejor final hasta la fecha de la historia de la televisión. En un show sobre la muerte no podían escatimar en fallecidos. Cada episodio comienza con una muerte salvo uno de ellos, sorpresa incluida. ¿Cómo se puede morir? Un resbalón en la ducha, un infarto, muerte súbita, te ataca un puma, te atropellan, haces una a lo David Carradine… El drama de la muerte se convierte en un paso más, en lo mundano, en el día a día.

No es de extrañar, pues, la aparición de actores de renombre como Richard Jenkins, Kathy Bates (maravillosa también como directora), James Cromwell, Patricia Clarkson o Mena Suvari (la Lolita de la ya citada American beauty. Y si seguimos con nombres, tenemos un departamento artístico de primera categoría, y es que el arte es uno de los temas principales de la serie (además del arte de embalsamar). El tema principal, compuesto por…todos en pie, Thomas Newman. Capítulos dirigidos por Alan Ball, Michael Cuesta (creador de Dexter) y Rodrigo García, entre otros.

Vida. Muerte. Sexo. Soledad. Culpa. Homosexualidad. Heterosexualidad. Muerte. Enfermedad. Locura. Amor. Sexo. Desprecio. Desamor. Gritos. Drama. Comedia. Sexo. Violencia. Terror. Pluralidad. Política. Religión. Fotografía. Búsqueda. Viajes. Conciencia. Pareja. Nacimiento. Dolor. Luto. Ironía. Trabajo. Terapia. Muerte. Duelo. Psicoanálisis. Sexo. Muerte. Vida. A. Dos. Metros. Bajo. Tierra. Amén. RIP.

domingo, 26 de julio de 2009

Cuántas vidas caben en mí...


yo no soy un tío interesante con una vida digna de contar. A pesar de todo, no sé cómo me he visto registrado en 20blogs en la categoría de blog personal. Cágate. No soy una puta, un taxista, un tendero, un librero… no soy cabeza de familia ni tengo novia ni nadie depende de mí. Mi vida es, pues, demasiado normalita como para encabezar cualquier ranking de blogs personales. De este modo, y teniendo en cuenta lo que sí soy, es decir, un escritor de casi 22 años, me he propuesto un juego complicado que debería ir muy bien conmigo.

Voy a ser otra persona durante 20 días. Los lunes seré un personaje, los martes otros, miércoles ídem… así hasta el viernes. Repetiré la jugada durante cuatro semanas, y al final de este plazo, si alguno de los personajes ha ganado entidad propia, si realmente interesa, le cederé un día de mi semana en el blog. Como ya he dicho, un juego meramente literario muy a lo In treatment; no os preocupéis, el fin de semana volveré a ser Jose, que no cunda el pánico. Sólo me saltaré estas reglas en caso de que algo excepcional suceda en mi día a día. Ya sabéis, a partir de mañana y durante un mes este blog será lugar de encuentro de cinco bitácoras hasta ahora exactamente. Para hacer el juego más complejo, cada semana todos los personajes hablarán de un tema común y sus post estarán ligados a la actualidad… A ver lo que sale de aquí.
________A todo esto, y para evitar de una vez malentendidos, NO ME VOY A POLONIA. Que estoy un poco cansado de que la gente me siga preguntando por el tema, pero tras la operación de corazón tuve que tomar la dura decisión de no irme porque voy a tener sucesivas revisiones en Córdoba y estoy tomando una medicación que requiere un seguimiento muy meticuloso. Ya lo sé, Polonia no es Angola… pero también es verdad que cuando quiera irme, me iré. Y prefiero irme al 100% porque ¿qué cojones es una Erasmus sin alcohol? Total, trataré de acabar la carrera un curso más en Granada y después irme al extranjero como lector/profesor/en prácticas, lo que sea. Vaya, si al final va a resultar que mi vida tenía algo de chicha…
________Siguiendo con mi vida, hace dos días tuve la genial idea de meter el mp3 en la piscina en uno de esos silloncitos-flotador y, aunque en principio la cosa iba bien, me emocioné con una canción y de un brusco giro de cabeza el mp3 se hundió y ahora sólo sirve como pen drive. Menos mal que mi cumpleaños es en dos semanas y me repondré económicamente hablando.
Cuántas vidas caben en una persona...

miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡Que me van a dar las uvas!

Se me ha dado siempre bastante mal vaticinar acontecimientos, sobre todo si nos referimos a las fechas. Cuando llegaba 2007 pensé, qué mierda de año, esto tiene que ser un infierno, ya verás, y la cosa fue más bien redonda. Luego, con 2008, me dije, tiene que ser un año cojonudo, tan redondito ese número… Creo que la cosa va de pares o impares, porque a decir verdad 2009 no me gusta como número, pero qué le vamos a hacer. Seguro que es mi año.
Ahora, hoy, el último día de 2008, me toca hacer recuento, pese a que llevo haciendo esto medio año entre el final de la erasmus, mi cumpleaños, mi infarto y demás excusas. Pero hoy es el día: si 2008 se materializara en una persona, le pegaría una patada en los huevos y luego lo abrazaría para echarme a llorar sobre él como en un dramón HBO. Y es que eso de año nuevo, vida nueva va a ser no sólo el dicho redicho y gastado, sino toda una oportunidad para mí de dar un nuevo rumbo a mi existencia, hasta la fecha tan perdida. 2008 será siempre:
• El año en que acabé la erasmus.
• El año bisiesto que se hizo más corto
• El año en que compartí piso con italianos traficantes de marihuana, gato de por medio.
• El año en que Blanquita irrumpió en nuestras vidas.
• El año en que pisé Francia por primera vez.
• El año en que me enamoré un par de veces (al menos)
• El año en que me rompieron el corazón (otra vez)
• El año en que asumí mis limitaciones como persona: sólo puedo abarcar cine y literatura, y eso si puedo
• Mi año de Cinempatía
• Mi año de la OBAMAmanía
• El año en que me sentí especial por un infarto cerebral a los 20 años
• El año en que más lloré y menos reí
• El año de mi cefalea crónica (y seguimos sumando)
• El de la fiebre literaria (para bien)
• El año de verme tres o cuatro películas a la semana con ritmo regular
• El año en que me libré de la aceituna
• El año de Eleanor en Granada
• El año en que mi madre se transformó en mi compañera de piso (tomo nota para sitcom)
Yo no quiero un amor civilizado, yo no quiero sembrar ni compartir, yo no quiero 14 de febrero ni cumpleaños feliz, yo no quiero más dolores de cabeza, yo no quiero resacas de cerveza (que ya las hubo en Swansea), yo no quiero otro año sin rozarnos, yo no quiero llorar en un puto trastero, yo no quiero sentirme obligado, vigilado, controlado o sintronizado, yo no quiero seguir atado, yo no quiero que a nadie le llegue un año como éste, yo no quiero no volver a ser el de siempre, el de la risa por fuera y la pena y los silencios donde las tripas, yo no quiero darte pena ni indiferencia ni ser más listo ni más tonto, que eso no tiene arreglo, yo no quiero pagar el Internet, yo no quiero tener que hacer más listas ni sentirme obligado a rectificar lo que escriba, ni quiero decirte puta a la cara y te odio y mejor que no nos crucemos nunca y todas esas cosas que se dicen. Porque si algo me deja el 2008 es, aparte de hecho polvo, un corazón de granito y hielo.
Ah, y que nadie se atragante con las uvas, que es una muerte demasiado obvia para Podría estar pasando.

sábado, 15 de noviembre de 2008

La generación perdida

Acabo de ver una película a la que le tenía muchas ganas, Antes del amanecer, que me ha encantado y me ha hecho replantearme muchas cosas. Sin embargo, el tema de este post ronda mi cabeza desde hace más tiempo, desde que me siento una parte inútil de este engranaje llamado vida. Supongo que se trata de una crisis existencial, pero no soy el único afectado. Tengo más amigos que no saben qué hacer con sus vidas, que están anclados en un punto en el que nadie les da soluciones. Supongo que es el problema de los veinteañeros de este nuevo siglo, criaturas débiles entrenadas para tener una misión dentro del sistema hasta que llega un punto en el que el sistema no los necesita anymore… ¿Cuál es la solución? Prostituirse con un empleo precario, sin un piso que nunca podremos pagar, sin esperanzas en un futuro que cada vez pinta más negro… no creo que sea la solución. ¿Tal vez viajar? Puede ser un gran comienzo. Recorrer Europa en plan mochilero, vivir la vida por primera vez sin paracaídas. Tampoco es factible para todos esos veinteañeros desprovistos de un futuro. Pertenecemos a una generación que ya podemos dar por perdida, por mucho que nos empeñemos en abrir nuevos frentes recitando poesías o rodando cortos.

viernes, 7 de noviembre de 2008

La ética del escritor


Es bastante hipócrita estar en contra de la pena de muerte y acabar matando a todos los protagonistas de mis relatos. Por otra parte, es ficción y el drama siempre es un plus. Esto viene a cuento de mi manera de llevar las cosas e intentar convertirme en alguno de mis personajes, adoptar sus tics (como es el caso de Violeta y David): me hago camisetas con mensajes aparentemente absurdos, bebo té rojo en una taza amarilla, ahora me da por la fotografía... En otras ocasiones extrapolamos actitudes nuestras a los protagonistas, como se puede comprobar con la cinefilia de Damián, el niño-héroe de El Desencantador. Lo que más fatiga da al leer es no creerse a los personajes, toparse con artificios a cada frase. Luego está eso, que para que los personajes sean atractivos deben ser originales, y original la mayoría de los casos quiere decir artificiales, poco realistas. ¿Hasta qué punto es lícito tomar a los personajes y hacerles pasar putadas, decidir macabros destinos para ellos? Al final, ¿a quién pertenece el personaje, al escritor o al lector? ¿Acaso tiene voto el lector? Y otra duda que dejo ahí: ¿no son acaso los personajes trocitos de nosotros mismos? ¿No es cada personaje un poco de nosotros y nosotros, por lo tanto, la suma de nuestros personajes? ¿Inconscientemente matamos partes de nosotros por algún subterfugio de nuestra mente? En ese caso, yo debería estar muerto, aunque a veces tengo la sensación de que escribo una y otra vez sobre el mismo personaje en distintos cuerpos. Vamos, que todavía no he aprendido a ser un escritor, pese a que algunos de los grandes les funcione...
Por cierto, escribo esto mientras me tomo mi té rojo en una taza amarilla, la cámara de fotos a mi derecha. Call me David, then...

domingo, 24 de agosto de 2008

21st


Volvamos al 9 de agosto, que es algo que tenemos pendiente. No estoy más viejo, ni más guapo ni más feo; tal vez algo más gordo y torpe, más cansado… En esta ocasión no tengo pensado hacer un repaso vital como lo hice en su día con mi post más exitoso, sino que lo voy a tomar como el año de suma y sigue. Curiosamente, si ahora vuelvo la vista atrás y les echo un vistazo a las previsiones y a la buena sensación que desprendían los 20, veo que acertamos. Pasa un día y pasa otro día, y otro, y otro, y así 365, y te das cuenta de que de nuevo es 9 de agosto (¡mierda, se me olvidaba…. habrá que llamar a Jose), porque nací por cesárea a las 2 de la mañana y, aunque era algo que ya sabían y esperaban, en lugar de un bollo traía a mi mellizo bajo el brazo. Y si mi vida ha sido aburrida o yo soy aburrido o no soy el tipo de persona de los que ganarán, sino de los perdedores, lo soy porque así me he hecho. Parece sobreestimada la clave de mi autodidactismo, pero es cierto que lo que me conforma como persona lo he logrado, para bien o para mal, por mí mismo en un 99%. Total, que el año comenzó de puta madre con el final de un agosto cargado de nervios, esperanza y sombras que me visitaban de noche para contarme secretos, y en septiembre conocí Swansea con todo lo que ello conlleva. Al principio esa palabra se colaba tímida, apenas audible entre mis dientes, pero ahora digo SWANSEA y me acuerdo de María y de Raquel y de David e Iñaki y de Sheila y Janire y de Claudia y Eleanor, entre otros muchos. Y me acuerdo hasta de Betty, de Cardiff y de Torchwood. Porque ya será el año en que me fui de Erasmus y visité lugares maravillosos y conocí gente que necesitaba conocer, e hice amigos de todas partes y tiré abajo prejuicios y construí otros tantos. Y será el año de Damien Rice en concierto, del cine en VO en el VUE y los paseos por Londres y esa maravilla llamada Oxford. El año en que me reconcilié definitivamente con la fotografía y la poesía, en el que puse al cine en un altar y… Bueno, esto no es nada. Hacer balance nunca se me ha dado bien, pero puedo decir orgulloso que al menos hice diez buenos amigos, buen ritmo anual, aparte de lo bueno y lo malo que conocí. El año en que bebí hasta vomitar, mi año de la melancolía elevada a nombre de enfermedad inventada, wackness. Y también de enamorarme, por qué no, puede que varias veces o de no desenamorarme ninguna. El año de las comidas exquisitas y del amargo regreso a casa, a una Granada extraña, casi fantasma de lo que era. El año en que fui más feliz y más triste de toda mi vida, en el que reí de miedo y lloré de alegría, pero también de tristeza. El año en que me refugié en los abrazos y reconocí mis propias limitaciones, el año en que perdí media sonrisa a cambio de ganar emociones antes no vividas en el pecho gracias a todos vosotros, porque sigo vivo y esto no ha sido más que una mala piedra en el camino, nada de punto de inflexión. Everything’s gonna be alright… Y ahora mentidme, pero ya que estoy en los 21 lo único que me entristece es que no tuve mi fiesta. Mis 21 años se la merecían, ¿me equivoco? Porque joder, no todos los años se crece tanto. Cre(zc)o ¿brindamos?

miércoles, 14 de mayo de 2008

Memories

Como sabéis, uno es alma inquieta y cierra unas puertas para abrir otras. Desde aquí os invito a que os paséis por mi álbum de fotos, que trabajo y tiempo me está costando hacer una selección en condiciones entre las miles de fotos :)

Para llegar, no hace falta más que pinchar aquí.

miércoles, 9 de abril de 2008

Usamérica (I)

Nada puede asombrar a un norteamericano
Julio Verne


Tal vez por eso de que me gusta contradecirme os traigo otra oportunidad para que me lo recordéis. Siempre he soñado con viajar a Australia, la típica pregunta (infantil, en todo caso) de ¿cuál es tu país favorito? Venía siempre seguida, sin una respiración entre medias, de un AUSTRALIA automático. Con esa pasión arrastraba al que estuviera al lado y le hablaba de las maravillosas costas, del surf, los marsupiales, los arrecifes de coral, animales únicos y un gran desierto propio del mejor… ¿western? Espera, aquí pasa algo.

western

Nunca me gustaron estas películas hasta hace un par de años. Poco antes tuve conocimiento de algo que me atenazaba en lo más hondo, como llamándome desde que era pequeño y repetía sin cesar Jose Alberto, Jose Alberto, porque sabía que tal vez si me decía Jose no le haría ni caso. Y heme aquí que caí como la mosca en la red, de lleno, y no pude despegarme. Hablo del cine, de lo que he comentado cientos de veces ya, vía blog o en persona, o peor aún y más pesado, en carta. Que me enamoré. Después vendría la enfermedad. Siempre he sido malo, peor que malo, fatal, recordando nombres y fechas y todas esas cosas inútiles de recordar si se pueden encontrar en los libros. Pero me empapé, y parecía que las letras de esas revistas de cine que compraba (y compro) irremediablemente cada mes se colaran por mi piel hasta llegar ahí mismo, al cerebelo, para trepar al cerebro haciendo ejercicios de trapecista.
________Antes leía la Quo. Antes de la Quo, cuando aún quedaba en mí algún resquicio que soñaba con ser pintor-dibujante, la Dibus. Antes, el vacío: algún número suelto de la Dragon Ball y poco más, lo normal. Lo de la Quo sucedió a esos días de verano en los que cogía el periódico que compraba a diario mi tío y me ponía a leerlo desde chico, y mientras otro se revolcaba en la arena o hacía volcanes (que yo también, oye, ¡y qué volcanes!), ahí que me quedaba riéndome con las viñetas de Mesamadero a las que no les encontraba sentido. Cuando empecé a entenderlas me vi obligado a poner el punto de mira en esa revista de aspiración científica que era la Quo, en la que de cada 2 números, 3 acababan hablando de sexo de una manera u otra. Imposible obviar las tórridas historias con los complementos veraniegos…
________Pero después fue a peor, porque me vicié a la Fotogramas y a la Cinemanía, y entonces no podía seguir el ritmo de 3 revistas mensuales, así que sacrifiqué la ciencia a favor de las artes (ahora que lo pienso, parece que esta dinámica se repite en mi vida: la elección de carrera fue algo parecido –y permitidme englobar la traducción en el ámbito de las artes-). También seguía como loco el programa de Cinemanía del difunto Canal + (tal y como lo conocíamos). Somos muchos los que añoramos cosas tan grandes como Lo + Plus. Y a todo esto sumadle el programa de Gasset Días de cine, Cartelera… todo lo que implicara alguna relación con el tema. Me dio por reconocer nombres de películas, directores, reparto… incluso en algunos casos productores y demás datos sin interés. Y todo esto sin ver cine. Me parece que hoy intento condensar mucho en poco espacio, y ya sabéis eso de quien mucho aprieta… pero nada, no hay prisas. Volvamos a salirnos de la tangente.

Drew, Drew, cuánto ha llovido desde ET...

________¿Por qué cojones tuve que ser así? Me refiero, si mi vida no hubiera estado predefinida desde antes de nacer, ¿quién es el guapo que viene y me dice que no sería una persona totalmente distinta de haber nacido en otro sitio? No estoy hablando de irme muy lejos, no digo Nueva York, no digo Londres, ni siquiera Barcelona. Pongamos que yo hubiera nacido y crecido en Granada. ¿Hubiera seguido siendo el mismo despropósito de persona que se pierde por los estrenos del mes? Probablemente en Granada habría alguna posibilidad de explotar cierta gracia en esto del dibujo, de modo que pongamos que no hubiera abandonado la Dibus, ni el dibujo, y estuviera en una escuela de arte dando rienda suelta a la imaginación. Esto, a su vez, despierta la duda de si ahora escribiría, que es lo que empecé a hacer a medida que abandoné el dibujo. Lo mismo ni se me hubiera pasado por la mente, quién sabe. O quizás no, quizás debido al aumento de posibilidades habría escribiría desde más pequeño, visitaría más la biblioteca, me colaría en ciclos de cine para universitarios antes de alcanzar la mayoría de edad y seguiría los planes alternativos de la concejalía de juventud para que la gente haga algo gratis antes de irse de botellón aunque de todos modos se irán de botellón por mucho que se empeñen en creer que tras visitar los bosques de la Alhambra de noche ya se te pasan las ganas de irte por ahí a beber como un descosido. La otra cuestión que surge, así, por poner otra que me viene de repente: ¿tendría tanta necesidad de ver cine como tengo ahora tras vivir durante 18 años en un pueblo cuyo cine más cercano está a media hora en coche y donde no hay videoclub? ¿Va en función de la persona o de las circunstancias? ¿Tal vez el hecho de tenerlo tan cerca haría efecto de globo pinchado y esa necesidad imperante se habría desinflado a fuerza de tenerlo ahí? O ya, para rematar: ¿el hecho de crecer en una ciudad me habría hecho olvidar la admiración que siento por un país del que todo me parece grande, Estados Unidos?

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King