Ya 23.
No me gusta el número, pero eso está bien.
Me parece justo; me parece justo porque cuanto menos me gusta el número, mejor parecen ir los años. También me sucede con los años "naturales", aunque acierto más a menudo. 2010 me gustaba desde un principio, y de momento está colmando mis expectativas. Ya he dicho en más de una ocasión que no soy una persona muy de cumpleaños, ya que como el mío es en agosto solía coincidir con las vacaciones de todo el mundo y las celebraciones se convertían en algo eminentemente familiar (y, por ende, aburrido). No obstante, desde hace unos años esta tónica ha cambiado: parece que hay más gente a la que le importo o que las comunicaciones y las redes sociales nos dan una tregua en ese sentido y sirven para borrar nuestro ego. Nos felicitan más y más. Nos llaman, nos escriben mails, sms, mensajes, comentarios... todo. Yo tengo la suerte de recibir de vez en cuando alguna carta o postal, y por mi cumpleaños no ha sido menos. Este año mi cumpleaños no fue un gran día: el 9 de agosto fue lunes y yo estaba aislado en un pueblo a las afueras de Granada. Después de todo, había vuelto de Bristol un día antes y a punto estuve de quedarme a dormir en la estación de buses de Madrid. Todo pintaba muy feo en principio. Luego todo fue igual de mal, aunque al menos pude escapar de las garras de Madriz.
La cuestión es que no me importó demasiado no celebrar el cumpleaños por varios motivos: compramos tarta brownie de Carrefour (os la recomiendo muchísima: es barata y deliciosa) y ya lo había celebrado con gente importante. Lo esencial de las fiestas sorpresa es el factor sorpresa. En esta ocasión la fiesta fue cuatro o cinco días antes de mi cumpleaños real. Pero había globos, y tortilla de patatas, y tarta de chocolate, y amigos. Gente increíble que, tras conocerme por dos semanas o menos, decidieron hacerme esta fiesta sorpresa con tarjeta y regalo y esas cosas que se dicen. Es la segunda vez que me hacen una fiesta sorpresa: la última fue hace 2 años y me la celebraron en octubre, de modo que no me la esperaba para nada (con el conque del ictus no pude celebrarlo en agosto y mis amigos decidieron celebrarla entonces), así que fue otra situación estupenda.
La vida no ofrece grandes cambios, aunque aparentemente mucho haya cambiado en este tiempo. Probablemente seguirá sin gustarnos cumplir años, pero sabremos que las cosas cambian con el tiempo, seremos más conscientes de todo. No quería hacer este año otra reseña, otro recuento, otro vistazo al año que se va y que deja grandes cosas. Puede que el año que viene, sí...
1 comentario:
Esto me recuerda a que....¡¡¡me "debes" una postal desde hace eones, coñe!!! ¬¬ :P
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