And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

jueves, 10 de febrero de 2011

Pudor


Es el título de una película, si mal no recuerdo, de boxeo. También será el título de algún libro, estoy seguro. Me gustaría que mi próximo libro de poemas, el primero que lleva mi voz, se titule así. Porque hay que reivindicar el pudor como se reivindican las cosas que vamos perdiendo.
            A raíz del discutible escándalo Vigalondo (desde aquí, aunque dudo que sirva de nada, mi apoyo) me ha dado por pensar dónde ha quedado mi pudor, o el pudor del mundo, o el miedo a cambiar en un espectáculo de escarnio público. Por ejemplo, cuando en diciembre de 2005 abrí mi primer blog, era muy pudoroso. Llevaba encima una coraza que no sabía cómo romper. En parte era sensato: desnudarme ante el mundo era lo último que debía hacer. Me dedicaba a hablar de mi día a día, de cosas que se me pasaban por la mente, a publicar mis primeros escritos. Temía, qué inocente, que alguien robara mis maravillosas ideas; llegué incluso a plantearme proteger mis escritos, llevarlos al registro y hacerlos oficialmente mía. Luego me di cuenta de que era estúpido que nadie viniera a robarle sus cuentos a un crío.
            Decía que era entonces pudoroso. Me daba miedo hablar de ciertos temas, mostrar algunas facetas de mi personalidad, de mi vida, salir del anonimato. No obstante, con el paso del tiempo, a medida que conocía a la gente más importante de mi vida, a medida que me abría a ellos, me abría al mundo. Dejaba escapar no sólo la máscara de buen rollo y alegría que (lo confieso) supone mi día a día, sino los días grises, las esperanzas, los miedos y las primeras dudas existenciales.
            Con el paso del tiempo, al igual que a Nacho, me pasó que me di cuenta de que igual empezaba a exponerme demasiado, de que igual tenía que prescindir de algunos temas, de que tenía dos opciones: crear un personaje que tarde o temprano se me fuera de las manos, o ser más yo que nunca. Al fin y al cabo, eran dos caras de una misma moneda, y era eso, o cerrar.
            He perdido el pudor, lo reconozco. Me habré creado enemigos y admiradores, habrá quien se haya sentido decepcionado con lo que había tras Brian Edward Hyde, pero en el fondo encuentro que pesan más los pros que las contras. Con el nacimiento de la página web desaparecerá el cara a cara, la respuesta inmediata, el anonimato, la presión (porque, tras tantos años, mentiría si dijera que no siento a veces la presión por escribir un nuevo texto en esta bitácora), pero supongo que en el fondo gano enteros. Puede que vuelva el pudor. El pudor, o la vergüenza.

1 comentario:

Ancris dijo...

Mi opinión es la siguiente;

Las personas que sois en mayor o menos medida conocidas, se os conoce o admira por vuestras obras.

Hoy en dia el feed-back está muy sobrevalorado.

Los artistas, actores, escritores etc.. son personas que llevan una vida igual que los demás.

Cuando tenía quince años y en la mesa de al lado de mi cafetería vi a Fele Martinez, como una tonta corrí a hacerme una foto y a darle la brasa con lo mucho que me gustaba. Si hoy me lo cruzara dudo mucho que me acercara. Por que sinceramente, que ganas? coleccionar trofeos de gente famosa con la que por unos minutos has cruzado palabras? Pues esto es lo mismo.

Creo que a todos (a mí hasta no hace mucho) se nos está escapando de las manos un poco la exigencia de que nos respondan (encima que entro y comento!)

Mezclamos y metemos en una olla tanto a gente que hace un fotolog con cierta gracia hasta a los mismisimos premios nobel que nos regalan líneas de su día a día. Y todo por que los unos y los ceros hacen que para bien o para mal todos estemos más cerca los unos de los otros; creadores y consumidores.

Opino que, a veces no estaría mal dar unos pasitos atras. Tu creas, yo consumo y tan amigos. Y porque un escritor, músico, blogger, actor o que se yo, no me conteste en 48 horas, no dejaré de admirar/odiar/sentir indiferencia por su obra.

La democratización de la comunicación está excesivamente valorada.
Un saludo.

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King