And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

miércoles, 17 de junio de 2009

RRor, te-rror

Atención: lo siguiente es un miniensayo sobre el terror escrito por mí y totalmente ficticio (de hecho, algunas de las referencias y todas las citas son inventadas)


Es fácil aterrorizar… bueno, lo fácil es asquear (King, 1982). Tan simple como eso. Pocos son capaces de llevar a cabo el arte del suspense, la incertidumbre y el terror hasta el límite de dejar al espectador fuera de sí. Puede ser porque “estamos tan acostumbrados a todo que nada nos da miedo” (Segura, 1999 65-67), no como sucedía en la etapa del nacimiento del cine y sus primeros años. Los directores de serie B, Z y el ya mítico pulp se contentaban con vestir a un tipo de criatura del espacio: un traje de buzo y una máscara de goma maquillada eran suficientes. En esos primeros estadios las parejas jóvenes eran los principales espectadores, aunque lo de menos era el argumento. Los gritos agudos de las chicas, los magreos oportunos de sus chicos y el pataleo tras la proyección completaban una noche en el cine.
________No obstante, y como en todos los ámbitos, hubo visionarios que hicieron arte de uno de los instintos más primarios: el miedo humano (Somorza, 1995). De este modo llegaron joyas como La semilla del diablo (Rosemary’s baby), La profecía o El resplandor. “Kubrick dio a entender algo que muchos habíamos tratado de hacer ver, y era que menospreciar un género con tantas posibilidades no podía sino encuadrarse en el absurdo” (De Palma, 1987 103). Y así el cine abrió una puerta que existía desde que genios de la talla de Poe o Lovecraft mostraron su obra y sus pesadillas. Y fue entonces cuando las criaturas que sólo existían en la imaginación de los niños vieron la luz.
________Es difícil distinguir entre el mito y la realidad al hablar de aquellas primeras historias que se dieron a conocer, las llamadas leyendas urbanas (Balagueró, 2004). Al final todo se convierte en un círculo vicioso: dichas leyendas se utilizan en literatura y en cine como nuevos filones temáticos; incluso existe el caso del Necronomicon, libro maldito sobre el que escribió Lovecraft, y acerca de cuyo hecho volvieron a escribir nuevos autores. “El Necronomicon estaba encuadernado en piel humana y contenía las únicas palabras capaces de hacer enloquecer a la gente” (Scott, 1977 153). Con esas señas me basta. Aunque sea ficticio no quiero saber más de él. Con eso me basta.
________Así es fácil establecer un patrón en el crecimiento desmesurado del miedo o terror, llámelo como quiera. El terror lo devora todo (Lovecraft, 2005). Empieza desde abajo, pero cuando llega arriba no tiene descanso posible. Así, no es de extrañar que la televisión fuera el siguiente elemento en sucumbir a los brazos de tan sutil criatura, y ante esto he de reconocer que me dejo a la radio en el camino porque no es mi medio favorito. La televisión se empapó rápidamente de “esa fiebre oscura y a veces demasiado explícita llamada terror” (Ibáñez Serrador, 1976). A altas horas de la madrugada la programación de algunas cadenas apostaba al principio por seriales de crímenes y misterio desaparecieron en favor de monstruos y sangre de brocha gorda. No hubo sutileza. Algunas telecomedias familiares se apuntaron a la moda de los especiales Halloween para dar lugar a bodrios televisivos y un gasto innecesario en detrimento de productos dignos (Carter, 1998).
________Pero cineastas como Lars Von Trier con su aclamado Hospital Kingdom o escritores como Stephen King han procurado que las buenas costumbres no se pierdan. Ahora sólo queda abrir nuevos mercados. Internet es el gran aliado de la difusión literaria, televisiva y cinematográfica (Allen, 2006). Vamos, que el terror viaja en banda ancha.


Referencias


• Allen, Woody (2006). “¿Y qué si me miran mal? Ya lo hacía mi madre” The New Yorker. 453 (3): 54.
• Balagueró, Jaume (2004). “Darkness: miedos infantiles y otros juguetes”. Fotogramas. 1844 (1): 32.
• Carter, Chris (1998). Expediente X: ¿qué funciona en televisión? Ed. 3ª, 2ª reimp. Barcelona: Ediciones B.
• De Palma, Brian (1987). “Cine, sangre y la reina del baile”. The Cinema Magazine. 251 (1): 12-13
• Ibáñez Serrador, Ignacio (1977). Historias leídas para no dormir. 1ª Edición. Barcelona: Planeta de Agostini.
• King, Stephen (1982). Danza macabra. 1ª edición, 2ª reimp. Madrid: Minotauro.
• Lovecraft, H.P. y otros (2005). El Necronomicón. Relatos basados en los mundos de H.P. Lovecraft. 1ª edición. Madrid: La Factoría de las Ideas. Puzzle.
• Scott Card, Orson (1977). El juego de Ender. Ed. 3ª y 1ª reimp. Barcelona: Planeta de Agostini. Biblioteca de Ciencia Ficción.
• Segura, Santiago, (1999). Fenómenos a tutiplén. 1ª edición y 2ª reimp. Barcelona: SM.
• Somorza, Juan Carlos (1995). Y así nació el terror... 2ª edición. Barcelona: SM. Círculo de Lectores.

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