And do you brush your teeth before you kiss? Do you miss my smell? What about me? What about me? What about...?


Va dejando trozos de él por todas partes. Algún día desaparecerá conforme anda.

domingo, 18 de enero de 2009

Cuentacuentos 44

Frase de la semana: "Tengo un amigo escritor al que le gusta llevar la contra.", por El Cuentacuentos.

SINTOMÁTICOS


A Fran, por servirme de inspiración
(tan lejos y tan cerca)



Tengo un amigo escritor al que le gusta llevar la contra. No, no es que sea un estúpido que discute constantemente, solo que es peculiar y publica en la contraportada de la revista, y le ha puesto de título La Contra. Aunque a decir verdad, es un tipo singular al que le ha pasado algo muy común, lo cual no deja de ser paradójico. Os cuento algunos detalles de su vida. Un día, cuando iba por la calle, se fijó en un niño que hablaba y le pareció algo maravilloso cuando no dejaba de ser algo natural, común, vulgar. ¡A saber lo que decía el chaval! Pero en lo que se fijó mi amigo el escritor fue en los sonidos que salían de la boca del niño, sus palabras. Pensó entonces —como me contó más adelante— en niños extranjeros hablando en sus lenguas maternas. Un inglesito, un francesito, emitiendo sonidos tan infantiles, tan mal pronunciados pero a su vez entendibles. Escribió en su sección: “¿Te has fijado alguna vez en cómo hablan los niños pequeños? Ese prodigio de la naturaleza, un complejo sistema de cavidades que podrían enviar sonidos guturales o el simple sonido parecido a cuando soplas a la boca de una botella de plástico, pero no; son sonidos armoniosos, a veces chirriantes cuando gritan, pero sonidos inteligibles. Qué prodigio de la tecnología natural, una vez más adelantada que nuestro arte artificial (valga la redundancia). Entonces me pregunté de dónde salen las voces, cómo se hacen las voces, esos sonidos que sirven para comunicarnos, cuando no para desperdiciarlos…”. Seguía más y más, y entonces empezaba a despotricar contra los teléfonos, la gente que habla más de lo necesario y contra medio mundo. He de rectificar, a mi amigo le gusta llevar la contra. Lo bueno es que luego me envió una carta donde me decía que había dejado de hablar a lo Paul Danno en Pequeña Miss Sunshine, que lo consideraba un desperdicio y que pasaba de gastar energía en ello.
________También me contaba, sorpresa grandísima para mí, porque lo de los cotilleos no nos va ni a él ni a mí, que había conocido a una tía cojonuda. Mi amigo es escritor y no es cursi. Si le encargamos una reflexión sobre el amor trágico del clásico por antonomasia shakespeareano, nos viene con una poesía sobre la cuerda de tender la ropa. Dice que salió con esta chica, que es fotógrafa y habla poco, no por solidaridad con él, sino por su forma de ser. Fueron a una cafetería muy American style donde venden trozos de tartas hechas a mano, caseras y rellenas con mermelada, chocolate y demás golosinas. Él pidió un trozo de tarta de manzana, y ella de una tarta cuyo nombre no le quiso decir. Mi amigo, luego, no enfadado, sino intrigado e interesado en saber cosas de ella, le pidió agua y ella le pasó su botella de plástico.
________—Mmmm… Cereza —dijo él.
________—¿Cómo…?
________—He esperado a que bebieras para pedirte agua, y sabe a tus labios. Sabe a cereza, qué cursilada.
________¿Es o no es un genio mi colega? Pues lo mejor es que sigue sin ser cursi. No me lo imagino dando la mano a su chica ni viendo películas románticas en un cine oscuro. Tampoco se lo puedo preguntar, y el correo es lento. Dirás, pues llámalo al teléfono o mándale un email, pero mi amigo no tiene Internet ni teléfono. Dice que no sabe hablar por teléfono, que la voz se distorsiona y le da pavor (usó esta misma palabra) comunicarse con alguien a quien no puede ni ver; no obstante, he de afirmar que me siento orgulloso… no, quizás no orgulloso, pero sí importante por ser la última persona con la que habló. Hablamos por teléfono, no sé cómo consintió, tal vez porque asalté a media familia suya por teléfono hasta que accedió, y entonces se quedó mudo. Tampoco es que habláramos de nada trascendental, sólo lo de siempre: lo divino, lo humano, maldito bastardo Graham Bell, has visto esta película, has leído este libro, el próximo número de la revista no sale, ya verás… Le escribí hace unos días para contarle que quería escribir sobre él, y lo único que he recibido es una pequeña postal de su pueblo donde me deseaba suerte con esta historia y me mandaba un abrazo para mí y otro para los lectores. También me hablaba de sus sentimientos, aunque a su manera y con una letra apretada, muy menuda y negra: “Jose —me dice—, no me gustan los besos, ni saber cuántos lunares tiene en la espalda, ni que se ría con las mismas cosas que yo. Me siento violado, ¿entiendes? ¿Cómo, cuándo me he vendido? El otro día la dejé fotografiarme desnudo, ¿sabes? Yo, encima de la sábana, con este cuerpo que no es de modelo, porque tengo cuerpo de escritor, y no sé lo que hará con esas fotografías, si se las enseñará a sus amigas o las mostrará en Internet como si fuera un axolotl. ¡Imagina, yo convertido en el foco de una exposición, con mi polla semierecta y los ojos medio entornados porque no la veía muy bien sin las gafas! No quiero ser su objeto de estudio, ni perder más horas contemplando puestas de sol. Para eso ya seré viejo un día. No sé. Ya veré. Un abrazo para ti y otro para tus lectores. Pd: pronto mando carta a la revista.”
________Yo siempre he considerado a mi amigo un genio. Ahora, no obstante, creo que hemos ido más allá: hace poco leí acerca de un síndrome conocido como síndrome de Asperger que consiste en una especie de trastorno autístico que impide a los afectados comprender las emociones ajenas. Pero hay cosas que me chocan: a los Asperger les fascinan distintas materias, independientemente de la persona (biología, arquitectura, matemáticas, es decir, cosas muy científicas y lógicas); a mi amigo le fascina todo el cine, pero no sé hasta qué punto le gusta por las emociones que éste desprende o, como es el caso de muchos cinéfilos, por los aspectos técnicos: planos, encuadres, coherencia en el guión… Me replanteo mi vida entera: esto es, por supuesto, mi teoría, pero en caso de que sea cierta, ¿he estado admirando siempre a alguien que ni siquiera es capaz de comprender mi admiración? ¿Es su manera de escribir, su estilo excéntrico, menos genial de lo que en un principio parecía por el hecho de estar influido por el SA? ¿Estoy en mi derecho a decirle que es un Asperger aunque él no lo sepa? Cuando tenga nuevas noticias, os cuento.


PD: supongo que os habéis quedado con las ganas de saber qué fue de mi amigo. No, no es un Asperger, dice que ha realizado unos tests para comprobarlo tras recibir mi carta y que no lo es, aunque eso no quita que los resultados hayan quedado en el límite, mi amigo escritor sigue siendo un genio para mí, puedo admirarlo y querer ser como él. Os contaba que a él le había pasado algo muy común, sí, se había enamorado o algo parecido. Ahora mi amigo está destrozado, ella se ha ido con otro joven y tiene miedo por si ella enseña las fotos en blanco y negro de su polla semierecta, o peor, que ahora se las haga al otro y que él sepa que su tarta favorita es la de cereza y que tiene siete lunares en la espalda. También ha tomado la decisión de olvidarse de las mujeres, que aunque no quiere decirme nada de su corazón roto porque suena cursi, está más que destrozado. “El amor es una especie de viruela, Jose, deja cicatrices por todas partes. A mí me repugnan las cicatrices por la viruela.” Dice que total, para pasarlo mal prefiere suicidarse. Yo ahí no caí, espero que vosotros tampoco, porque mi amigo es muy franco y valiente, y no haría un acto “tan cobarde y tan incoherente como pegarme un tiro o colgarme de una lámpara para que se haga un desconchón en el techo y lo más que logre sea dar un susto a mis padres”, de modo que, concluye, a partir de ahora seguirá el primer mandamiento de Onás, que para gozar nacimos con dos manos, y él es ambidiestro.

8 comentarios:

Pugliesino dijo...

Muy buena narración killo!
Leo el relato y es como si escuchara al narrador en la cantina,en torno a la mesa con el ule y ese pastel; o bien en un salón bajo la mirada de atentos académicos.
Es llevar el diálogo al lector con el escritor,un leguaje cercano y a la vez profundo.
Y lo bueno es que sigue más.

Un abrazo!

Rebeca Gonzalo dijo...

Muy real y muy veraz. Perfectamente descrito el típico escritor de novela (al menos a mi juicio). Creo que es excéntrico ese modo de actuar suyo, sí pero no deja de ser parte de su encanto. Por cierto, muy bueno lo de la tarta para saber el sabor de los besos de ella. Las imágenes muy acertadas.

Paula dijo...

Me ha encantado lo de la tarta jeje! Y me gusta cómo es el personaje. Poco común pero original.
Saludos!

Miriam dijo...

Creo que a todos nos ha pasado alguna vez como a tu amigo. Que sin saber cómo alguien "invade" nuestra vida y por mucho que "luchemos" contra ello sigue ahi, y en el fondo no sabemos si queremos que siga, porque estamos a gusto con esa persona, o que desaparezca y volver a nuestra "normalidad" antes de que esa persona apareciera. Jaja, creo que me he expresado fatal, pero es que tu historia me ha hecho pensar, y la verdad es que no me esperaba menos al pasarme por aqui. haces que hasta nos apetezca tomarnos una de esas tartas "american style" :P

Un beso genio

Anónimo dijo...

En mi carrera (no en mi clase) hay una tía con ese síndrome y no se parece a Fran. Le dan ataques en los que se pone a despotricar contra algo a grito pelado y no puede resistirse a corregir el más mínimo fallo en pronunciación aunque sea a la profesora. Aunque es verdad eso de la afición desaforada por algo, en su caso todo lo que sea manga en general.

Fran es más calmao. Pero sí, tendría que tener un síndrome o algo para que así su rareza nos pareciera algo lógico y poder negar esa admiración que inevitablemente le ten(dr)emos.

Spican dijo...

Me ha capturado tu relato, aunque creo que la introducción está muy larga. La forma de contar me recordó un poco a "la carta robada".

Un saludo.

Miriam dijo...

Jajaja, joer que buena la frase final! AL final todas las cicatrices se curan, hasta las de la viruela ;)

Un beso a los dos

Anónimo dijo...

:D
Gratamente sorprendido :)

lamusique

No podría vivir sin

eveybody's gotta learn sometimes

Un libro

Un libro
Un saco de huesos, Stephen King