El parabrisas guarda la cuenta
de amores y rollos menores.
Nunca el vidrio estuvo tan vivo,
nunca tantas manos
lo acariciaron.
Empellones de amor
recorren la primavera tardía,
el hálito frío y distante
de la noche colgante
pendiente de un rayo de sol.
Y en la tapicería,
mientras cuentan estrellas fugaces
surge un polvo estelar.
La octava gota del quinto mes,
y el que guarda la llave
en el bolsillo de delante
oculto entre pasantes,
muere cada día, cada noche
en esa petite morte
mientras desliza las manos hirientes
y se pregunta
qué más da sexo o amor.
2 comentarios:
Soy de la opinión de que la poesía no se critica, se lee y como los hidratos de metabolización rápida, te da subidón en el acto. O no, depende de si has logrado captar la música de las palabras. Me gusta la metáfora de tu poema y también la melodía.
Qué más da, qué más dará...
Me pasa que te leo y no sé que más puedo decirte porque me calan tanto las palabras que dejas escritas que hasta a veces da miedo.
Te dejo un besazo y una petición y es si me dejas esta poesía para la parte derecha de mi blog siempre firmada por ti claro está.
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