Mañana es la prueba de fuego. Reencontrarse con gente a la que echo de menos y gente a la que no quiero ver. Es el momento de decir palabras hirientes, de ser yo el que evada respuestas, de frivolizar con los silencios. También es mi bautizo literario (más que nunca), ya que con mi novela a la venta sólo me quedaba la presentación en público. Y la hago mañana en Antequera, por la tarde, rodeado de gente que me quiere, me aprecia o me admira. Vamos, digamos que hemos ido a lo fácil. Sólo espero salir guapo en las fotografías que caerán, y caerán bastantes, mantener la entereza y soltarme de una vez: me sigue pareciendo un horror hablar en público, cuando no debería siendo como soy un proyecto de "personaje público". Hasta este punto creo que he hecho cuanto podía, parir al monstruo (Eduardo García dixit), darle de comer y decir por aquí sí, por aquí no, tomar decisiones artísticas, realizar el casting e incluso pecar de ingenuo y enviarlo a un certamen del que salí ganador cuando no estaba precisamente en la cima de la ola... ahora toca la promoción, el darme a conocer, el decir: oye tío, esta novela la he escrito yo, he exorcizado mi bien y mi mal, mis sentimientos, un momento de negro pozo. La promoción no debería correr por mi parte, pero cuando te involucras en un proyecto lo haces hasta la extenuación. Al menos yo lo hago así. Y mañana hablaré gustoso de La traición de Wendy. Y de Ismael Serrano. Y del amor. Y del miedo a crecer.
Si me queda algún secreto, os lo contaré a vosotros.
2 comentarios:
¡Suerte tío!
Y enhorabuena una vez más. Disfruta ese momento y guárdalo en la memoria.
Un abrazo.
Que vaya todo muy bien, enhorabuena!
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