Aquí no hay quien viva

Oy, un año… un año da para mucho. Yo es que en Bélmez no tengo vecinos porque mi casa hace esquina y al lado tiene un solar vacío, por lo que en cuanto llego a Granada me flipo. Tam habla muchos días sobre sus vecinos, así que me apunto al carro. Hoy toca hacer repaso de mis vecinos del año pasado, que ya hasta les cogí cariño…

1. Vecinita rubia-atractiva-simpática: vivía justo al lado de nosotros y cada vez que la veíamos nos saluda feliz felicísima. Un día llamó para preguntar si nosotros le habíamos pegado una nota donde se quejaban por el ruido o algo así, pero no éramos nosotros. ¿Lo único malo? Tenía novio y vida sexualmente activa. Me explico: su cuarto daba justo al mío, su cama pared con pared con la mía. Nunca podré olvidar los suspiros del novio mientras soltaba una y otra vez: te quiero-te quiero-te quiero-te quiero… snif.
2. Locuelo: era un hombre alto, corpulento, entrado en carnes. Cada vez que me montaba en el ascensor con él me daban ganas de partirme del culo de risa, ya que se quedaba mirando al vacío con los ojos separados (al contrario que un bizco) y un tufo a alcohol y tabaco que aún perdura en mi subconsciente. Nuestra teoría es que vivía con su madre hasta que la mató, y la tenía hecha pedacitos por toda la casa. Además, por las noches se hacía ruta turística por todos los bares de la calle.
3. Las Bordes: dos o tres vecinas, nunca llegué a saberlo. Al principio incluso eran graciosas. Vivían en el bloque frente al mío, así que con asomarme a la terraza las tenía a simple vista. Bueno, cuando se asomaba mi hermano hasta le sonreían, pero en cuanto aparecía yo por la ventana… ¡flah! Bajaban las persianas y corrían las cortinas de forma violenta. No sé por qué, nunca hablé con ellas. A su lado vivía otra joven que comía en la cama y pintaba cuadros bastante guapos (y aparatosos) con las manos.
4. Típica pareja de gays: ¿por qué lo de típica? Los dos delgaditos, uno con perilla. Muy amables, simpáticos y con bastante pluma. Pero el detalle que los delataba… una perrita yorkshire, y no es coña, a la que llevaban en brazos para subir y bajar el ascensor.

Bueno, por lo demás todo es bastante normal, aunque siempre se oían gritos que en principio atribuíamos a un gato, luego a un bebé y por último a algún loco. El último día descubrimos que se trataba de una mujer que estaba más pallá que pacá. Luego estaba una mujer con una mancha morada por media cara, creo que la esposa del presidente de la comunidad. Éste subió una noche a las 11 a pedirnos que por favor, bajáramos el tono. A todo esto, era viernes. Si me entero de quién se quejó, tomaré venganza.

Típica postal de mi piso el año pasado