Si alguien me llamara racista tendría muchos motivos. De eso a llamarme fascista habría un solo paso, y si encontraran la bandera de España bien doblada en el cajón de la mesita ya sería la repera (pepera). Tengo varios anuncios en prensa. Según qué publicación pongo en mayúsculas: ESPAÑOLA. Eso ahora vende mucho. Por lo visto en España el 90% de las prostitutas son extranjeras. Casi nunca he tenido amigas putas, porque bastante tengo yo con lo mío: imaginar lo que sería hablar todo el santo día de condones, corridas, kleenex y toallitas húmedas, de lo que ha bajado la cosa... Ahora explico poco a poco cada punto de lo que he dicho:
-En primer lugar, la jodienda no tiene enmienda (eso ya lo sabíamos) ni entiende de política, aunque vienen más señores con traje y retrato familiar en la billetera que barbudos de suéter y vida bohemia (que ya quisiera yo...). A muchos les gusta follarme tapada con la bandera de España (que si el Caudillo levantara la cabeza...)
-Hay por lo visto varias mafias relacionadas con la prostitución en Barcelona. Eso no es tampoco ninguna novedad.El sábado por la mañana me despertaron golpes en la puerta. Ya pensé: algún cliente desesperado, pero como no dejaba de golpear y golpear, al final me levanté. Las 7 de la mañana que eran y el último se había ido a las 5 o así, de modo que estaba pegada a la cama. Tengo muy mal despertar, así que cuando abrí la puerta y vi la cara de la niña, le solté:
-¿Qué mierda quieres?
Era una joven de veinte años o así, sudamericana por la cara.
-¿Eres puta? -me preguntó.
-Y a mucha honra -le respondí.
-Mi novio ha estado aquí, puta. Te voy a rajar.
Se llevó la mano al bolso y sacó un cuchillo. Me eché atrás y cerré de un portazo. Entonces corrí a la cocina y cogí el cuchillo más grande y una aguja de trinchar. Me fui otra vez al salón y oí más voces, todas de mujeres sudacas. Entonces oí como trasteaban el cerrojo, un alambre asomar por el agujero de la llave y el crujido del metal cuando la puerta se abrió. Eran cinco o seis de la misma edad.
-Oye tú vieja, ¿por qué no te vas ya a la residensia?
-¿Por qué no te vas tú a la mierda, puta sudaca de mierda? Vete a tu país si no quieres que te clave este cuchillo y te salga por el cogote.
-Vamos niñas, que la puta quiere guerra.
-¿Yo quiero guerra? ¿Yo la puta? Pero si folláis en la calle por diez euros, si dejáis que os meen encima, que os caguen encima, que os escupan. Tenéis veinte años y no podéis hacer otra cosa que venir a amenazarnos a las que llevamos toda la vida aquí. Más que he sufrido yo no ha sufrido ninguna de vuestras madres, desgraciadas.
-Pero lo nesesitamos para vivir, puta pendeja. Te vamos a rajar entre todas y luego nos vamos a follar a tus puteros y esa plata se la mandaremos a nuestras familias, y nadie se enterará de que has muerto porque eres una puta.
Entonces le escupí, me tiré hacia delante con el cuchillo en la mano y traté de clavárselo, pero se apartó y sólo la corté un poco el hombro. Empezó a gritar y las otras me cogieron de los pelos y se liaron a patadas en mí. Entonces me puse a gritar yo hasta que me dolía la garganta:
-¡Que estas putas me quieren matar! ¡Que me matan!
Una me dio una patada en la boca y se me cayó un colmillo y empecé a sangrar. Poco después llegaron Paco y Elvira, mis vecinos. Miré a la puerta y la abuela del D también estaba de pie con el teléfono en la mano.
-¡Salid de aquí ahora mismo, cobardes, que ya está avisada la policía! -gritó Paco.
Salieron todas espantadas escaleras abajo y Elvira me ayudó a levantarme. Entonces Paco me dijo las palabras que nadie le había dicho que dijera.
-Mira, Espe, yo no es por meterme, pero tenías que ir dejando esto ya. ¿Por qué no lo haces? Bien podrías cuidar a algún vecino mayor y por eso hoy en día pagan bien.
-¿Que por que no lo hago? Porque mira, Paco, ¿tú crees que yo estoy vieja? Y porque cuando yo me vaya vienen esas salvajes.
Vinieron la policía, la ambulancia, me llevaron a curarme y di parte en el mismo hospital. Por lo visto es una mafia de mejicanas y colombianas que atacan a las prostitutas españolas porque algunos las prefieren así, españolas. Estuve todo el sábado en observación, pero no tenía nada grave. Ya he pedido cita al dentista para que me ponga un postizo. Cuando llegué el sábado me di cuenta de que me había dejado las llaves y nadie más podía entrar en casa. Y yo no tenía a nadie. Elvira me llamó a un cerrajero, y cuando pude entrar le di una copia a Elvira, le di las gracias y me encerré en el dormitorio muerta de miedo. Apenas he salido para ir al servicio o comer algo. Esta semana me voy a Huelva, cerca del pueblo, de vacaciones, que aprieta el calor de nuevo y Jaime dice que las playas son preciosas y me tiene guardada una sorpresa. Pobre Jaime, cuando se entere que soy puta me deja.
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